Desde su inauguración hace tan solo siete meses, el Bar Remedios (Muntaner, 212) está en boca de todos. Sus propietarios, los empresarios Alejo Ventosa y Llorenç Balaguer (dueño también del popular bar Lorenzo de Sarrià) han conseguido hacerse un hueco en la siempre difícil zona que linda con la Diagonal. Están justo enfrente del Velódromo y, si no fuera porque varios años separan una y otra propuesta, nadie diría que uno es decano del tapeo y el otro un recién llegado a la plaza.
Una tortilla ‘a la minute’, de escándalo
Los secretos de un restaurante de platillos que hace bien las cosas son pocos. Uno de ellos es tomarse el tiempo para elegir buenos proveedores y tener claro qué espera el cliente cuando cruza la puerta, se sienta a su mesa o se encarama a su barra (en este caso, una barra diáfana que mira los transeúntes que bajan por Muntaner). Esperaos una ensaladilla rusa (con una loncha generosa de ventresca), gildas hechas en casa bien sabrosas y con un puntito alto de acidez, croquetas de jamón que saben a jamón y llegan calentitas a la mesa y, claro, una buena tortilla. Aquí no hay discusión. La tortilla se está convirtiendo en Barcelona en una suerte de santo grial de los buenos bares de tapas. Un must, que dirían. La suya es una tortilla cuajada al momento (a la minute) que tiene una capa exterior bien pertrechada para aguantar el interior sin que se derrame al primer envite del cuchillo sobre la superficie. La patata está cortada bien fina, en láminas, y la cebolla es casi imperceptible. Un top tortellil.
Para seguir con el juego de su nombre, la carta del Bar Remedios ofrece remedios gustativos dentro de la cultura del bar popular como la berenjena ahumada con vinagreta de miel y mostaza y queso idiazábal o ensalada que va variando según cocina. Entre los platos más contundentes que operan como segundos: los canelones, el solomillo de vaca con salsa de foie, al estilo Rossini, un rabo de toro guisado, muy meloso y presentado en lingote, unas albóndigas en salsa o un tartar de atún Balfegó que hace honor a la vecina Tunateca.
La carta de vinos a copas es notable, con referencias que cuesta encontrar si no pides la botella entera. Sería el caso de la garnacha blanca de La Fou Celler, en blancos, o del siempre excelente Dido de Sara Pérez y René Barbier, en tintos. En el resto de la carta, bien pertrechada, se agradece que los precios no estén inflados para la zona.
Coctelería hasta las 2:00 am
Aunque el vino sea el protagonista (lo anuncian las botellas dispuestas por todo el local) otra buena noticia es el apartado coctelero. Hace pensar que aquí uno puede venir a desenfundar la noche cualquier día entre semana (ya que abren hasta las 2.00 h de la madrugada y los fines de semana hasta las 3.00 h). Encontraréis clásicos como el pisco sour, el moscow mule o el negroni (todos, a precios muy competitivos: entre 7 y 12 euros)
Triunfar en el Eixample no es fácil, y menos, hacerlo en una plaza plagada de restaurantes como es la calle Muntaner. Este establecimiento, con un ambiente desenfadado, paredes decapadas y una nevera vintage que sería el sueño húmedo de cualquier hípster de barrio, lo ha logrado. Y en tiempo récord.