Son tercera generación de un negocio que conoce casi todo el mundo. Todo el mundo a quien guste la cocinacatalana tradicional cuidadosa y bien hecha: el bacalao a la llauna, los canelones "de siempre", la escudella, los pimientos rellenos, el fricandó con alcachofas... Una fórmula, a precios competitivos, que los ha hecho estar al pie del cañón nada más y nada menos que 229 años. No en vano es el restaurante más antiguo de Barcelona y el segundo de España -abrió puertas en 1786-, después del madrileño Casa Botín. "Mis abuelos cogieron de traspaso Can Culleretes en 1958. Actualmente, trabajamos los nietos. Las hijas se han jubilado debido a la pandemia". Carlos Martínez Agudo, actual gerente del restaurante, explica cómo un negocio centenario como el suyo está pasando esta dura crisis pandémica, en un momento en el que muchos locales quiebran.
Con la última desescalada horaria, que permite a los establecimientos servir cenas hasta las 23:00 horas, Martínez clama a la prudencia: "En principio, abriremos las noches del jueves, viernes y sábado, pero solo bajo reserva. No nos la queremos jugar...". Las reservas van produciéndose y el teléfono de la casa va sonando; son muchas las celebraciones de estos meses que han quedado colgadas sine die en el calendario. "De momento, para el viernes tenemos dos mesas reservadas, pero ninguna para el jueves y ninguna para el sábado por la noche".
La familia Agut-Manubens, con madre e hija formando un tándem insuperable, hicieron gracias a su amabilidad que el restaurante sea un clásico entre los extranjeros, pero también entre los locales. Durante el confinamiento más duro, pidieron un crédito ICO de 80.000 euros, que se gastó pronto y negociaron con el banco para hacer otro por el mismo importe. Ahora, tienen unas deudas de unos 250.000 euros que van recuperando "día a día", a la espera de que "mejore y no nos vuelvan a cerrar". También esperan "las famosas ayudas directas que el Gobierno de Madrid anunció en noviembre y todavía no sabemos nada".
Martínez clama a la prudencia ante la última desescalada horaria: "En principio, abriremos las noches del jueves, viernes y sábado, pero solo bajo reserva. No nos la queremos jugar..."
La dura situación pandémica llevó a establecimientos como este, próximo a dos arterias turísticas como son La Rambla y la Plaça Reial -entre las calles Ferran y Boqueria- a unos números sobre la mesa imposibles de superar. Mantienen una plantilla de 27 personas, que son 27 familias, algunas de estas, con años y años de servicio en la casa. "Con la primera reapertura parcial hasta las 17.00 horas, mejoraron los números. Ahora, han mejorado mucho; podemos pagar las facturas atrasadas y a los trabajadores. Pero está siendo duro", confiesa el gerente.
Hacían menús del día (entre 30 y 50 diarios) en formato de comida a domicilio y también en opción para llevar a 16 euros, de martes a viernes, y los fines de semana y festivos a 21 euros sin bebida. Eran platos de la carta del restaurante, de toda la vida, como por ejemplo los canelones de setas y de carne. Pero un montante diario total a caja "que rondaba los 1.000 euros" impedía mantener los números.
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Las personas de fuera de Barcelona ya conocen Can Culleretes "por su antigüedad y el tipo de cocina catalana", una tarjeta de presentación que les ha hecho capear la mala situación gracias a que, en su caso, "lo más satisfactorio de tener ahora mismo un restaurante centenario es que la gente nos conoce y ahorramos en publicidad". Aún así, Martínez reivindica que "no protegen suficiente a negocios como el mío. Considero que es un bien cultural y tendríamos que recibir algún tipo de subvención. El edificio es muy antiguo y cuesta mucho mantenerlo".
Canelones y jarrete
Merece la pena sentarse en una mesa cualquiera. Todos son rinconcitos con historia (sí, también modernista) por donde han pasado generaciones de barceloneses y turistas en comedores que no están diseñados de ahora, sino que beben de un pasado común de fonda bien atendida. "Noies, culleretes!". Esta es la imperativa frase que dio nombre al establecimiento, la de un camarero muy atento que no quería dejar a ningún cliente desatendido. Si os dejáis caer por allí, sabéis que tenéis que pedir los mencionados canelones, el jarrete y, de postres, su crema catalana o su surtido de flanes (café, coco y tradicional), acompañado de una copita de mistela.
"'Noies, culleretes"!", es la imperativa frase que dio nombre al establecimiento, la de un camarero muy atento que no quería dejar a ningún cliente desatendido
Y es que Can Culleretes es este restaurante de toda la vida donde se tiene que acudir cuando estamos en el centro, el hambre apresura y son las tres de la tarde. Tiene casi siempre sitio porque van bastante a destajo, pero sus salas son muy grandes así que, esperando un poquito... ¡Bingo!
Canelones, canelones de espinacas con brandada de bacalao, jarrete de ternera con robellones, pollo a la catalana, crema catalana, codillo de cordero al horno...
Martínez hace balance de estos meses en que "lo peor de esta pandemia es la pérdida de clientes y seres queridos"; y el mejor "es que seguimos abiertos con una nueva tienda en línea para vender nuestros platos lo más lejos posible. Los mediodías continúan su crecimiento, cada día algo mejor y se empieza a ver a algún turista". La luz al final del túnel.
Can Culleretes
Dirección: calle d'en Quintana, 5, Barcelona
Precio medio: 25€