Vivimos poco conectados en un mundo hiperconnectat? Con un ejemplo cotidiano: qué supone realmente enviar un whatsapp a la hora de cenar? Ferran Ramon-Cortés deja muy claro en su nuevo libro Más amigadas y menos likes (Conecta, 2017) que "estamos más conectados que nunca a muchos, y más desconectados que nunca a todos". Bajo esta premisa, defiende que con las relaciones no sólo nosva la felicidad sino también la vida. Pero, cometemos un error: confundir contactos con relaciones auténticas.
"Alguien que no te conoce te escribe un correo? Fantástico. Es en el mejor de los casos, un contacto. Y está muy lejos de ser una relación. Alguien te obsequia con un like a Twitter o Instagram? Felicidades. Es -seguro- sólo un contacto; en absoluto una relación", asegura el autor. Consciente que la hiperconnexió es tanto un regalo como un peligro, la clave pasa para entender que los contactos van y venden pero las relaciones se tienen que construir y cuidar. Así pues, sólo queda preguntarse: "Cómo podemos estar en cada momento con las personas que queremos estar?".
"Las buenas relaciones son la energía de nuestra vida"
Ramon-Cortés es director del Instituto 5 Faros dedicado a la formación en habilidades relacionales y de comunicación a la vez que colaborador de Esade. Por experiencia propia, se conoce bien este mundo: "Las buenas relaciones son la energía de nuestra vida". En su caso, confiesa que su familia es un invitado incondicional.
Compartir es vivir
En primer lugar, el autor emplaza a tener en cuenta que sólo podemos manejar una cantidad finita (y pequeña) de contactos: de 20 a 30 relaciones activas. Todas ellas son diferentes: poco o mucho contacte, mucha o poca profundidad. "La calidad de una relación no la determina su naturaleza ni su antigüedad, sino su profundidad", reivindica. Sean como sean, no serán nunca ni establos ni permanentes. Si la vida cambia y evoluciona, las relaciones también.
Según Ramon-Cortés, "si alguna relación no tiene sentido ahora, dejémosla marchar. Si tiene que volver, lo hará". Ahora bien, esto no implica que las relaciones no se tengan que cuidar. Se tiene que estar abierto y disponible a "quedar, hablar y compartir". La última de sus premisas es que una relación "es una invitación" a la libertad y a la autenticidad. Sin obligaciones.
El juego de las cenas
Tres palabras de orden responden a la pregunta inicial: "Escoger, cuidar y sanar". Cada una con sus reglas de juego. Una cena en casa es para "personas que nos transmiten energía positiva y nos cargan las pilas", una cena a la cocina es para "personas que forman una parte nuclear de nuestra vida" y una cena en un restaurante es "para personas con quienes estamos construyendo una relación". A guisa de recordatorio cargado de cafeína, "un café de más por compromiso es un café de menos con un amigo".
Un golpe hecha la lista de invitados, sólo queda descuidar los desconvidats. Cómo? Salir de grupos de whatsapp, de convocatorias o listado de mailing no deseados. A las relaciones como la vida, se tiene que hacer más que decir. Ramon-Cortés propone coger una agenda de las de antes con índice alfabético incluido y anotar todo aquello que vas tirando con cada persona a lo largo del tiempo. Una página, un invitado. "Exploramos qué tenemos en común, qué gustos compartimos y hacemos cosas juntos. la relación se blindará", aconseja. Parece fácil: verse, hacer cosas juntos, mantenerse al día, implicarse, crear espacios compartidos o sorprenderse.
"En los conflictos no hay razones, hay emociones"
A pesar de que las redes sociales pueden mantener "un contacto mínimo esencial", alerta porque las cosas cambiarán si no se dan señales de vida en dos años (cenar en un restaurante), dos meses (cenar en casa) y dos semanas (cenar a la cocina).
Gracias, lo siento y no pasa nada
Si una relación auténtica está dañada, sólo quedar intentar sanarla. O dejarla marchar. El autor desmiente aquello del "tiempo lo cura todo" y apuesta para encontrar un equilibrio entre actuar en frío y en caliente. "En los conflictos no hay razones, hay emociones", añade. Convocatoria y diálogo, sí, pero nunca por whatsapp o por correo. Recuerda: "No dejes uno te estimo para decir".
De las premisas iniciales y la orden, se llega al final de la velada con las reglas de oro: agraïr, avanzarse a los otros, abordar los cafés pendientes, acompañar en la adversidad y utilizar las palabras mágicas. "Gracias, lo siento y no pasa nada".
Ahora bien, según Ramon-Cortés, todo esto no tendría sentido si antes no has cenado contigo mismo: "Es una buena manera de cuidarse. De dedicarme tiempo. Un momento de pausa, de meditación, de regeneración. Y esto también se verá reflejado en mi relación con los otros". En definitiva, cenar solo y después acompañado no va de likes sino de relaciones auténticas. Buen provecho!
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