Cuando la radio llegó a los coches

Los automóviles y la radio son un matrimonio indisoluble, pero los primeros intentos para formalizar la relación estuvieron plenos de trabas

Lee DeForest és el inventor de la primera ràdio en un automòbil
Lee DeForest és el inventor de la primera ràdio en un automòbil
Barcelona
15 de Febrero de 2019

"No tengáis miedo, que hoy, en la ciudad de David, ha nacido un salvador, que es Cristo el Señor". Con esta lectura del pasaje de Rebrote del segundo capítulo de la Biblia, el físico Reginald Fessenden hizo el primer programa de radiodifusión de la historia. Aquel noche de Nadal del 1906 sólo unos pocos barcos repartidos por la costa atlántica de los Estados Unidos recibieron una transmisión precaria, con un violín de fondo interpretando el U Holy Night mientras el locutor enviaba sus mejores deseos navideños a la audiencia.

Fessenden pudo presumir de conseguir el único 100% de share en la historia de la radio, pero el impacto de aquel programa seminal fue mínimo. Si hoy todavía hablamos de este ingeniero es porque fue el primero que dio pleno sentido al reciente invento de Guglielmo Marconi. La radio es todavía hoy una plataforma de entretenimiento de primer orden, que, a pesar de los malos augurios de TheBuggles , ha sobrevivido a la competencia de la televisión, el cine e internet. Y, en parte, lo ha conseguido porque ha encontrado una pareja de baile perfecta, como es el coche.

El coche salvó la estrella de la radio

A principios del siglo XX el automóvil vivió su primera gran expansión, gracias al proceso de industrialización ideado por Henry Ford para su producción. Muy pronto aparecieron ingenieros que pensaron que el coche necesitaba un sistema de entretenimiento alternativo a la simple conversación o al monótono sonido del motor.

El primero que presenta un prototipo de radio para coches es el inventor Lee DeForest, durante la Exposición Mundial de Santo Louis del 1904. Su propuesta genera sensación, pero no llega a comercializarse. DeForest intuía las posibilidades que abría el nuevo invento de Marconi, pero se avanza a la transmisión de Fessenden y, sobre todo, a la fundación de las primeros radios comerciales, que aparecerían más de una década después y que llenarían el dial con programación constante.

La idea de DeForest queda aparcada hasta que en 20, efectivamente, la radio estalla como sistema de entretenimiento de uso masivo. Quién se llevará el reconocimiento como inventor de la radio para el coche será el radioaficionado y presidente de la Lane High School Radio Clubes de Chicago, George Frost, que el 1922 adaptó un aparato portátil a su Ford-T, el vehículo más vendido en aquel momento.

Las primeras radios incluidas en los coches tenían un coste equivalente al 30% de la inversión total en un vehículo

Si Frost ha pasado a la historia como inventor del aparato es por puro marketing, puesto que la integración de la radio al coche era un paso a dar tan evidente que, aquel mismo año, otros lo hacen. Es el caso de la Marconi Company, que a la feria Olympia Motor Show del 1922 presenta el Marconiphone, instalado en un vehículo Daimler. Frost, pero tuvo la audacia de manchar el parabrisas de su Ford-T con un anuncio: El primer coche equipado con radio.

Los inventos de Frost y de la Marconi aceleran la entrada de la radio al coche, pero en realidad son productos matussers, prácticamente inaudibles debido a todos los ruidos que acompañaban los coches de la época, y con un coste que equivalía al 30% de la inversión total en un vehículo.

La primera radio con éxito comercial la crean los hermanos Paul y Joseph Galvin el 1928. Aquel año, la Galvin Manufacturing Corporation –actual Motorola- saca al mercado un aparato que prescinde de la batería y funciona conectada al sistema eléctrico de los vehículos.

Las innovaciones en comunicación conseguidas durante la Segunda Guerra Mundial, como los receptores FM, acaban para simplificar y universalitzar el uso de la radio en los coches, pero esta es otra historia.

110 años después del cuento de Navidad de Fassenden, la programación continúa. El vídeo nunca mató a las estrellas de la radio.