Hay personas que tienen la suerte de saber evocar la memoria histórica de los espacios y el entorno donde trabajan. Y que saben apreciarlo. Es el caso del empresario Juan Echevarria Puig, 86 años, presidente de Mutua Universal desde 1989, después de haber desplegado una relevante carrera en los campos profesional y universitario.
Explica con tanta claridad y vehemencia la historia reciente que tiene cerca –en el mismo edificio donde despacha los asuntos de presidencia- que no puede dejar indiferente a quien el boy escout. Sabe encomendar su afección erudita para conocer los escenarios interiores de donde ahora hay la sede de la Mutua: la torre de Avenida del Tibidabo, 17, que de julio del 1936 en enero del 1939 estatjà primero el Consulado General de la Unión Soviética en Barcelona y después la Embajada en España de aquella potencia.
Echevarria valora y aprecia estas historias. Se las hace suyas, como hombre culto que es. El industrial farmacéutico Salvador Andreu Grau -inventor y fabricante de las famosas pastillas contra la tos- encargó en 1926 al arquitecto modernista Enric Sagnier Villavecchia construir aquel edificio de 800 metros cuadrados. Le fue confiscado al estallar la guerra. Seinstalaron los soviéticos con el cónsul Antonov Oyssenko al frente. En las salas de la mansiónhubo recepciones y banquetes con autoridades. En el sótano habilitaron un bunker para refugiarse los diplomáticos rusos cuando las sirenas anunciaban bombardeos sobre Barcelona.
De siempre ha compartido Juan Echevarria la atención a las empresas con la atención intelectual. Doctor en Derecho, profesor de Sociología en la Universitat de Barcelona en 50; y presidente del Consejo Social de Pompeu Fabra en 90 -a propuesta del presidente Jordi Pujol-, ha ejercido también las más altas funciones a Jurid-Drim (1963-66), Aeronáutica Industrial, S.A. (1973-75), Nissan Motor Ibérica S.A. (1982-00), Ebro-Kubota S.A. (1986-89), FECSA (1996-98), entre otras compañías.
Forma parte de la élite VESP (Veteranos Experimentados Suficientemente Probados): dieciséis seniors catalanes que se reúnen cuatro golpes el año para intercambiar ideas e iniciativas. Sobre todo aquellas que pueden aplicar, mediante fundaciones o el mecenazgo individual, al apoyo a la investigación médica, a la formación de la juventud, o al fomento del arte, la ciencia y la cultura. Joan Echevarria preside la Fundación Instituto Guttmann de lucha contra la paraplejia y la tetraplegia.
No sabe decir que no cuando se trata de dar un golpe de mano en causas altruistas. Fue presidente del Club de Golfo de Sant Cugat. Era un momento de crisis. Le pidieron que aseara el club de golfo más antiguo de Cataluña, fundado el 1914 sobre unos terrenos cedidos por La Canadiense, compañía fundada por Frío Stark Pearson.
Nunca ha jugado al golfo, pero. Si le queda tiempo, prefiere leer mucho. Libros de ensayo y de historia. Cuando nos despedíamos aquella mañana insistió a acompañarme en la visita al escondrijo sepultado que protegía diplomáticos en tiempos mucho más convulsos que los nuestros. Conocer la historia más cercana en el espacio y en el tiempo ayuda a imaginar el porvenir con un cierto optimismo razonable.
Echevarria, uno de los dieciséis del 'club sénior catalán'
28
de Junio
de
2013
Act.
28
de Junio
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2013