Teatro Kitchen & Bar (Av. del Paral·lel, 164) no lleva abierto ni tres días. Pero su propuesta (y es lógico) está despertando mucha curiosidad por divertida y gozosa. Es el nuevo restaurante en el antiguo emplazamiento de Tickets, ese reputado local de Albert Adrià donde los turistas reservaban mesa antes de venir a Barcelona y en el que a los locales a veces nos costaba encontrar una. La espera ha sido dura y parte de los trabajadores del extinto grupo elBarri han migrado hacia otros proyectos ¿Qué queda? Mucho por probar.
Herencia y respeto
En Teatro el restyling de la sala es mínimo y mantienen el punto fuerte: la barra de degustación con cocina abierta. No se intenta esconder el origen, al contrario. Y eso les honra. En el servicio (más ligero) solo 30 personas. En carta se mantienen algunos clásicos snacks de el Bulli (¡cómo no!) para contentar a los parroquianos. Ahí están la inmisericorde oliva esferificada, la airbaguette —en esta versión, la de panceta con veteado interesante y pimentón—, y la divertida pizza y el milhojas de nori y atún macerado en soja y jengibre (en una versión más grande), ambos originarios del 41 grados, y el siempre gustoso mollete de papada. “Son platos icónicos, que a la gente le gusta seguir comiendo y que, con el tiempo, hemos ajustado en cantidades”, detalla Oliver Peña, actual chef del todavía cerrado Enigma de Albert Adrià, que comparte fogones en el proyecto con Gabriel Suñer, ex jefe de cocina durante seis años con los hermanos Torres y chef ejecutivo del espacio. En la selección de hits también figura el famoso corte helado de parmesano —“esta es la versión que hacíamos en la Hacienda Benazuza en 2004”, puntualiza Peña— y snacks del primer Tickets en forma de espectáculo: la pera KRU (impregnada con sangría), la palomita brava (harina y yuca deshidratada rellena de crema de maíz y chipotle), y el ravioli líquido de maíz y lima.
Teatro, el restaurante antes conocido como Tickets
Un viaje a un pasado bien reciente que acabó de forma abrupta cuando, por la pandemia, los negocios que los Adrià y los Iglesias compartían en el Paralelo tuvieron que bajar la persiana. “Tenemos la suerte de que a la gente le gustaba mucho venir y de que muchos de nuestros exclientes estaban desando esta reapertura, la acogida está siendo muy buena”, avanza Pedro Iglesias, que sigue dirigiendo el restaurante junto a su hermano Borja, que añade: “Han sido momentos duros, pero estamos muy ilusionados con el proyecto y con cómo está yendo”. El empresario Manuel Lao que se hizo con él hace 6 meses para reflotar el grupo y ha seguido confiando en la gestión de los tres hermanos (Pedro, Borja están en el día a día, Juan Carlos en la sombra) para este y los otros restaurantes el grupo. Los Iglesias, por su parte, han confiado en parte de la plantilla del local original, como el resuelto jefe de sala, Joan Romans.
Todos, platos con un pie en lo creativo sin perder el norte
Y aquí, señores, acaba la nostalgia. “La idea es que no todo sea finger-food. La pandemia nos ha enseñado también que tenemos que trabajar más de cara al local”, analitza Peña. Así que, una vez hecho el peaje clásico obligado, la cosa vira, aunque el espíritu circense se mantiene. Los platos trazan una línea propia (que auguro ascendente) añadiendo elaboraciones cercanas, más fáciles de ejecutar. Entre el vodevil y la opereta, os harán disfrutar las ostras —probad la thai, con leche de coco, cilantro, lima aceite de sésamo y lima kafir piel—. Entre las tapas frías, un cremoso de foie con amontillado que, si bien no es tan original, debuta con nota, una ensalada de tomate con nieve de aguacate rallada en mesa, wasabi, finas tiras de alga nori y aliño de ponzu y mirim, la suave stracciatella con habitas baby, menta, pesto y daditos de panceta y otras propuestas nuevas, como la caballa en vinagre con cebolla encurtida. En el entreacto podéis comeros unos garbanzos con tripa de bacalao, o un arroz negro con chipirones y alioli. Todos, platos con un pie en lo creativo sin perder el norte. Solidez también uno de los platos estrella, que mira a Corea: la pesca del día (en este caso fue dorada) embarrada con un aliño de picada de ñora, orégano y pimienta para trocear y enrollar en una firme hoja de trocadeto y untar con la salsa de su aliño. Entre el festival de postres, un corte de helado de nata y fresas de lo más goloso, un kakigori salseado (mejor con más aliño y menos frío), unos churros con chocolate y un cupcake de pastel de manzana para la ovación unánime.
Donde estuvo 41º y luego La Dolça ahora hay una coctelería: Backstage a la que puede accederse sin reserva desde la misma calle. Cócteles a cargo de Matteo Pironi, jefe de coctelería de Enigma, y algun snack sencillo para acompañar.
Siempre habrá agoreros que canten aquello de que las primeras partes son las mejores. Puntualización: esta no es una segunda parte, es una continuación con un guiño a una precedente. Y gracias por ello. Y por, lo más importante: en el nuevo Teatro se come de fábula.