Cada vez que una familia recibe la factura de la luz hay un sobresalto. España se ha situado en la última década como uno de los países con la electricidad más cara de Europa. Todos los gobiernos han intentado defender a los usuarios de las subidas, pero todos han fracasado. La realidad es que el español es el mercado eléctrico más volátil de Europa. De hecho, el mercado mayorista español, donde se fijan los precios de generación, que son la base de cualquier recibo, ha pasado de ser el más barato al más caro. De 20 euros por megavatio hora al triple, ya no bajamos de 60 euros. ¿Por qué España tiene el precio de la electricidad más caro de Europa?
Desde hace unos años estamos acostumbrados a ver titulares que exclaman que el Estado español tiene el precio de la electricidad más cara de Europa, una cosa que no se había visto nunca antes. La sequía, el frío, el calor o la carencia de gas justifican los precios, según las eléctricas. Una situación que indigna a las asociaciones de consumidros e incluso ha hecho que agrupaciones empresariales como la Cecot denunciaran en Europa el sistema español. De hecho, este viernes la Cecot ha insistido a la Ministra de Transición Energética, Teresa Rivera, en realizar una revisión integral de los costes del sistema eléctrico en España y conseguir un pacto de Estado que dé garantías al modelo eléctrico.
El sistema eléctrico recoge la generación, el transporte, la distribución y la comercialización de electricidad, actividades que se llevan a cabo de manera separada, pero se cobran juntas. En este caso intentaremos explicar el mercado eléctrico, donde se fija el precio mayorista de la electricidad. La electricidad es un servicio esencial en la economía y está garantizado por ley (Ley 54/97) y es un bien básico y de interés general (Ley 24/13).
La electricidad no es un bien que se pueda almacenar, esto hace que se necesite sobrecapacidad, es decir, necesitamos poder generar más electricidad de la que se necesitaría en un pico de consumo. Así, su gestión es en tiempo real. Y la decisión de quien genera electricidad en cada momento depende de un equilibrio entre la necesidad técnica y los intereses económicos (recordemos que el mercado está liberalizado y el Gobierno no puede imponer qué tecnologías se priorizan). Todas estas variables las gestiona el Operador dle Mercado Ibérico, pool Español (OMIE).
En este pool concurren todas las productoras de energía con varias tecnologías de generación y presentan sus ofertas, hasta que se cubre la demanda de luz. En España el precio mínimo de la oferta es de 0 euros por MWh y el máximo de 180. Por otro lado las comercializadoras y grandes consumidores presentan sus ofertas de compra, lo que consumirán en cada hora.
De manera horaria el operador al mercado ordena las ofertas de generación de menor a más grande según el precio de venta, y de más grande a menor según el precio de compra. El precio de la electricidad y la cantidad de energía que se venderá y/o comprará se determina a partir de un punto de equilibrio entre oferta y demanda.
Hay que resaltar que el mercado eléctrico es un mercado marginalista, es decir independientemente del precio que haya ofrecido un productor, éste recibirá el precio del último productor que haya entrado en el mercado.
Y esta es la clave. La tecnología más cara, el gas, entra la última, pero es la que fijará el precio para todo el resto. Y aquí es donde está el gran problema: hay tanta diferencia de precio entre tecnologías que el pool español, el Omie, es una montaña rusa. Mientras la energía eólica es muy barata, el precio del gas va vinculado al precio del petróleo y si este carburante fósil se encarece, es muy probable que el precio de la factura de la luz se dispare.
Invertir, cerrar y no cobrar
Las centrales de generación renovable (eólica, solar, hidráulica) tienen un coste variable muy bajo que hace que tengan ofertas muy bajas o incluso a 0 euros. Estas son instalaciones que tienen un gran coste de inversión pero que una vez instaladas tienen un coste variable muy bajo.
Las centrales nucleares también tienen un coste variable muy bajo, por lo tanto siempre ofrecen precios muy bajos. Las nucleares quieren vender su electricidad al precio que sea, porque no es rentable cerrar y no producir para ellas.
Las centrales térmicas basadas en combustibles fósiles como el carbón y el gas sí que tienen un coste variable importante. Este depende de la energía que usen y el precio que tienen que pagar por las emisiones de CO2.
Aunque parezca una idea estrambótica, no nos tendría que preocupar el pool, porque en la práctica, que suba o baje, sólo supone una diferencia de 2 o 3 euros al mes. Al final, el 35% de la factura eléctrica depende de los precios diarios que marca el mercado mayorista. El resto son costes regulados, peajes o impuestos que impone la Administración.
La factura: costes regulados e impuestos
La factura incluye costes regulados de distribución y transporte. Red Eléctrica Española se encarga del transporte y la distribución está repartida entre Endesa distribución, Iberdrola Distribución, Unión Fenosa distribución, Hidrocantábrico distribución y E.On distribución.
Además, también se pagan las primas a las renovables en la factura, a pesar de que participan en el mercado eléctrico.
- Interrumpibilidad: los consumidores del sistema como las grandes industrias cobran una cantidad para que sus instalaciones puedan ser excluidas del sistema en caso de que así sea requerido por razones técnicas o económicas.
- Pagos por capacidad: ayudas a centrales de energía que son un apoyo al sistema, pero que participan poco en el mercado. Son ayudas para que no cierren.
- También se destinan partidas para financiar el Operador del Sistema y el Operador del Mercado.
- Tasa municipal, para pagar el uso del subsuelo de cada pueblo.
- Impuesto eléctrico: se creó para financiar el carbón, pero ahora va a las comunidades autónomas.
- IVA del 21% que además se aplica sobre la base total, incluido el impuesto eléctrico.
- También habría que incluir el margen de la comercializadora, el alquiler del contador, el déficit de tarifa, la compensación de los sistemas o peninsulares, etc.
Y a pesar de que parezca un porcentaje elevado, datos del Eurostat prueban que España es precisamente uno de los países con una menor tasa de impuestos sobre la electricidad en comparación con Alemania o Dinamarca que llegan a pagar un 50% de impuestos.
El Omie compite por el primer lugar en la escala de precios con el pool italiano (GME) y el británico (N2EX), que rondan los 60 o 70 euros de media, mientras sus homólogos europeos rondan los 40 o 50 euros.
Las eléctricas también dicen que el precio de la luz se ha desbocado porque los precios de los derechos de emisión de CO2 han subido. Y en este contexto los parches de todos los gobiernos anteriores no han tenido mucho efecto: garantizar la entrada de más gas o favorecer la enegria hidráulica.
Las compañías eléctricas afirman que los precios varían según las condiciones climáticas, como por ejemplo oleadas de calor o frío, sequías, falta de viento, que hacen que disminuya la oferta de energía hidráulica o eólica. Las organizaciones de consumidores como FACUA u OCU apuntan que las subastas no son transparentes y que no garantizan la libre competencia, teniendo en cuenta que cinco grandes empresas concentran el 80% de la compra de energía.
Con este panorama, según Facua, la luz en España ha subido un 85% en los últimos 15 años, al contrario de lo que pasaría en otros países. Esto mientras los beneficios de Iberdrola, Endesa y Naturgy se ensartan un 14,3% el 2018, a pesar de que la demanda eléctrica sólo aumentó un 0,4% aquel año, según Red Eléctrica Española.
¿Cómo bajar el precio de la electricidad?
Todo el mundo tiene en su interior un pequeño ministro de energía dispuesto a hacer propuestas para recortar la factura de la luz. Para empezar a bajar el coste de la electricidad, podríamos ver qué IVA e impuestos aplican nuestros vecinos europeos.
España queda hacia la mitad de la tabla, si bien es de los países mediterráneos con un IVA más elevado, mientras lideran el ránking Dinamarca y Alemania, con un impuesto superior al 50%.
El Eurostat también ofrece estadísticas generales que suman el coste de la energía, el IVA y los impuestos. La conclusión: España tiene un mercado eléctrico con un coste elevado, sin ningún tipo de duda, respecto de sus vecinos más cercanos.