Las bravas de LaEsquinica (Paseo Fabra i Puig, 296, Barcelona) tienen fama. También, su jamón y las morcillas de Teruel. Son del pueblo de PacoMarco, que lleva viviendo en Catalunya desde hace más de 40 años, todos ellos -desde 1982- trabajando en este bar de Nou Barris que un día abrió su cuñado, José María Utrillas. Como buen turolense, defiende a capa y espada la despensa de su tierra y anima a quienes se sientan a la mesa de esta taberna en la zona de Horta Vilapicina a probar todos los hits de la casa. Y es que La Esquinica puede presumir de haber rebasado los 50 años muy en forma: sirviendo tapas ricas y muy bien de precio en un barrio que aún se resiste al turismo.
El jamón y las morcillas de La Esquinica son de Teruel, del pueblo de Paco Marco
Tapeo bueno como en los 80
La estética no engaña y entrar por la puerta de ese bar es hacer un viaje rápido en el tiempo. El bullicio del ambiente, las mesas y sillas de madera, la tímida cola cerca de la barra, el desorden de servilletas y vasos de cortado propio de un bar con mucha vida... Nos toma la vez y, ya sentados, vemos la vida pasar por la ventana y la gente en la terraza feliz con su Estrella Galicia en la mano. Los parroquianos disfrutan de sus tapas y conversan animadamente, otros revisan la carta y preguntan qué pedir.
El secreto de bares como La Esquinica es, justamente, que su tapeo nunca pasa de moda. ¿A quién no le gustan unas croquetas?, ¿y unas buenas rabas? Las tapas se amontonan en la barra de cocina. Cada una en un plato de distinto tamaño sobre el mostrador frío de acero inox. En él están expuestos los productos del día: las ostras, las almejas, las setas de cardo, los pimientos de padrón, tortilla de patatas, bombas, gambas, boquerones... Todo limpio y bien dispuesto como si de una parada de mercado se tratase; a la vista del cliente, sin trampa ni cartón.
Sobre nuestras cabezas, en una esquina, cuelgan hermosos jamones de Teruel esperando ser cortados. Un vistazo rápido a la carta anuncia que aquí todo es “ico”: chipironicos, gambicas y navajicas a la plancha, orejica, morrico frito, pulpico gallego… Y así. Cuesta mucho decidirse, así que es una buena idea dejarse aconsejar por el camarero.
El secreto de bares como La Esquinica es, justamente, que sus tapas nunca pasan de moda
La Esquinica es ese tipo de bares que abrieron en las barriadas de Barcelona y las zonas del Baix Llobregat en los años 70 y 80. Zonas dormitorio pobladas con la oleada de emigrantes de Andalucía, Extremadura y el interior de España. Aquellos nuevos catalanes podían aquí encontrar un trato amigable, la comida que echaban de menos y productos de su tierra que, entonces, era muy difícil encontrar fuera de casa. Los viajes al pueblo se relegaban a agosto y el año era muy largo, así que había que buscar lugares donde sentirse como en casa.
El menú hace un guiño a todos aquellos orígenes, con unas decenas de tapas de lo más variado de toda la orografía española –de las rabas, al pulpo gallego o los torreznos-. Eso sí, no esperéis encontrar aquí ni tatakis ni steaktartar.
Teruel, por bandera
La simbología de La Esquinica es clara, empezando por el mural que preside el bar y que les hicieron especialmente y a medida: Teruel asoma por cada rincón. También en la carta: las ya mencionadas morcillas del pueblo de origen de Marco (Villarquemado), la longaniza, el jamón de Teruel, la panceta...
La clientela es un mix transgeneracional con parejas de 20 años, familias de unos 40, con niños pequeños, y también gente del barrio que rebasa los 70 y come sola. “Los jubilados son la clientela de la mañana que viene a almorzar fuerte -asegura el empresario-. La verdad que tenemos muy pocos turistas”. Alguno despistado se asoma de vez en cuando a la puerta buscando reservar mesa. Pero en La Esquinica no hacen reservas. Con un poco de paciencia, se puede esperar en la entrada para mirar de coger sitio.
Entre las mejores bravas de Barcelona
Las patatas bravas del bar son otro de sus reclamos. Paco las trajo durante mucho tiempo de fuera, pero con la sequía y desde hace algunos años, cada vez es más difícil encontrar una patata de calidad. Sus bravas son magia y corren por todas las mesas a manos de los camareros con ágil servicio. Es una patata de corte irregular, bien frita, poco aceitosa, con un exterior prieto y el interior cremoso. “Actualmente, las traigo de Holanda, siempre busco la calidad y que sea fresca y no quede terrosa. Con la sequía se ha complicado mucho”, detalla el empresario. El alioli que las acompaña es otro de sus secretos: “Lo hacemos nosotros personalizado, con salsa y un picante especial. Es que, realmente, cocinamos como lo haríamos para comerlo en casa”, asiente.
Las patatas bravas del bar son otro de sus reclamos
Como las bravas, todas las tapas son de calidad y están hechas al momento. A destacar las croquetas de cocido, las gambas (en una ración generosa), y las tostas de sardina ahumada suavemente en casa o las anchoas, también caseras. “Tengo pasión por el producto fresco. Y si podemos trabajarlo en casa, es la mejor manera de mantener calidad a lo largo del tiempo y ser muy regulares en lo que ofrecemos”, explica.
Otra de las pasiones de este empresario amante del oficio es viajar por el mundo con sus hijos y con ellos ha visitado ya varios países. En esta ocasión, y a las puertas de poquitos días que cerraran en agosto, el destino escogido será Tailandia. “Trabajamos mucho durante el año, así que las vacaciones siempre intento que sean fuera para ver otras cosas y desconectar mucho”. En septiembre ya tendrán ocasión de compartir anécdotas con sus clientes y de volverles a transmitir cariño con sus tapas, hechas con todo el mimo de casa.
La Esquinica
Dirección: Pg. de Fabra i Puig, 296, 08031 Barcelona
Tel.: 933 58 25 19
Precio medio: 20 euros