Hay chiringuitos y chiringuitos. Hay quien diría que muchos. Bueno, quizás en Formentera no haya tantos. Fandango Formentera (Avenida Miramar, 1) abrió puertas el año pasado y tras una primera sonada temporada, se confirma que era un chiringuito necesario.
Argumentaba uno de los últimos lemas turísticos de la isla que apuesta por acercar al turista nacional, que "el verdadero tesoro de los piratas no está en Formentera, el tesoro es Formentera". Así lo entendieron cuatro amigos: Ricardo Arambarri, CEO de la riojana compañía de vinos Vintae, su pareja y directora de marketing, Isabel García Castellanos, Francisco Larrey, socio fundador de la agencia de marketing y comunicación deportiva Talentum Group, y Nacho Díaz, arquitecto y socio en Destudio Arquitectura. Sí, mientras algunos nos lamentábamos por el covid y las reaperturas, otros ponían hilo a la aguja de sus sueños por cumplir. Todos soñaban con un proyecto en esta isla balear donde tantos veranos habían pasado y que enamora a casi medio millón turistas cada año entre los meses de junio y octubre. ¿Y quién no? Pero ellos lo hicieron.
Mientras algunos nos lamentábamos por el covid y las reaperturas, otros ponían hilo a la aguja de sus sueños por cumplir
Un ‘place to be’ con autenticidad en toda regla
Su restaurante es una ventana al mar (en concreto al impagable turquesa de la playa de Es Pujols) desde la que admirar esta isla inigualable. Y está tan pegado a ella y a su cultura que toma el nombre del baile típico de las Baleares. Era el sueño de Aramburri: montar un restaurante con la arena en los pies en esta isla de noqueante belleza. Cuando era joven y estudiaba en Barcelona venía a pasar el fin de semana desde Palma: “Alquilábamos un velerito para siete personas entre nueve amigos. Un año, los tres decidimos en una noche de copas pasar más tiempo juntos en la isla. Nacho tenía una lanchita que iba a vender y nos la quedamos a medias. Y es lo primero que compartimos”, recuerda el joven empresario que comanda desde hace siete años el restaurante Wine Fandango en La Rioja.
Es la lancha con la que hoy llevan las paellas a los barcos que fondean en esta parte de la isla pegada a su paseo marítimo y no pueden acercarse a comer. Con el covid surgió la oportunidad de quedarse con este local y no se lo pensaron. “Lo firmamos en marzo y nos pusimos a reformar con la empresa de arquitectura de Nacho, pero –casualidades de la vida-, la reforma del restaurante que tenemos en La Rioja la había hecho Lázaro Rosa Violan y, al poco de comenzar las obras, nos enteramos por un amigo común que este local fue precisamente el primer trabajo de interiorismo de Rosa Violán”. Al final, todo el restyling se hizo a medias entre él y Destudio Arquitectura.
Ahí está la impronta —un vintage colonial fresco y moderno que mezcla los degradados en turquesa, el blanco, la tierra y el verde con la madera— del célebre decorador oriundo de Tánger, aunque de padres y abuelos catalanes.
Una carta con sello del Basque Culinari Center
Aunque haya arena de por medio y estemos en un local a pie de playa, en lo culinario, los tres socios se dejaron asesorar bien. Para la aventura han contado con el mimo gastronómico de un nombre conocido en el sector: Luis Arrufat, profesor titular del Máster en Cocina, Técnica y Producto del Basque Culinary Centre. “Es un proyecto en el que no estoy solo de paso. Me he implicado desde el principio y estoy al día, más allá de las puestas a punto de carta para cada temporada”, explica el propio Arrufat y detalla: “La cocina no es más que pura percepción sensorial y por eso es posible jugar con ella para obtener resultados diferentes”. La despensa local es importante: “las aromáticas, los quesos, higos, aceites, sobrasadas o butifarras, incluso los productos del mar como el pulpo o el cabracho intentamos que sean lo más locales posibles”, explica.
Arrufat: “La cocina no es más que pura percepción sensorial y por eso es posible jugar con ella para obtener resultados diferentes”
En el caso de Fandango Formentera la esencia está en la brasa y los arroces. En la primera se amansan los pescados servidos enteros. Probamos la excelente lubina cocinada al estilo Getaria. Y especialidades como el pulpo local aderezado con kimchi. El arroz es el ingrediente mimado de Fandango Formentera, estandarte de la propuesta y protagonista de la identidad del restaurante. No lo esconden. Sobresale un arroz con chuletón presentado cortado por encima y servido en el cetro de la mesa para compartir entre varias personas o el seco de carabineros, de un rojo intenso. Otros platos festivos como las cigalas braseadas y abiertas por la mitad, y locales, como son los huevos fritos payeses, servidos con patata y bogavante local frito en una gran paella.
“Creamos un lugar en el que a nosotros nos gustaría estar, con buen vino, buena gastronomía y mucho flow. Bueno, de hecho, estamos aquí porque tenemos casa y prácticamente vivimos aquí cuando está abierto”, ríe la chica Castellanos. “Para el personal también hemos habilitado unos apartamentos porque en Formentera, como en el resto de las Baleares, la estancia de los trabajadores es un problema. Ellos son nuestra familia y queremos que se sientan cuidados”, detalla la pareja. Algunos de estos han venido ‘fichados’ desde otros establecimientos que frecuentaban. “Cuando vemos alguien con espíritu, que adora la gastronomía como nosotros, le queremos en nuestro equipo”, lanza Castellanos, segura de tener un buen equipo para hacer frente a la temporada. De cara al cierre, Wine Fandango podrá absorber parte del servicio, aunque su idea es “mantenerlo abierto el máximo tiempo posible para darles estabilidad”.
Como en cualquier otro chiringuito de calidad, la música es tan importante como la comida y aquí juega un papel fundamental. De sesiones, a cargo del DJ residente, Luca Feller (residente también, entre otros, en el Moët Winter Lounge de Baqueira Beret) a actuaciones especiales de artistas locales y otras actividades en torno a la mesa y al disfrute. Fandango es gastronomía, es fiesta y es música frente al mar. Son atardeceres de risas con el salitre meciendo el cabello. Es verano y es alegría en su máxima esencia.