• Afterwork
  • La filosofía del error… entre bambalinas

La filosofía del error… entre bambalinas

Nos cuesta mucho aceptar los errores, y aún más afrontarlos cuando ya han ocurrido. Hacer algo con ellos. Transformarlos o enmendarlos

Hay mucha filosofía barata en torno a nuestra capacidad de equivocarnos | iStock
Hay mucha filosofía barata en torno a nuestra capacidad de equivocarnos | iStock
Arianda Romans | VIA Empresa
Politóloga y filósofa
Barcelona
22 de Febrero de 2025

La historia humana está llena de errores de cálculo, por no decir que la mayoría de decisiones que se han tomado han surgido, de una forma u otra, de una equivocación. Hay mucha filosofía barata en torno a nuestra capacidad de equivocarnos: que si en todo error hay una oportunidad, que si sin fracasar nunca sabrás qué es ganar, que si cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Pero es momento de dejar de montar circos alrededor de nuestro miedo a meter la pata y aceptar la verdad: nos asusta ser falibles.

 

— No pasa nada, froggy. No eres perfecta. Solo una persona en el mundo lo es, y soy yo. El resto tenéis que hacer lo que podáis. 

Entre bromas, cuando le explicaba mis frustraciones, me repetía esta frase. No era, ni de lejos, una persona perfecta. A veces confundimos perfección con cariño, y eso puede llevarnos a cometer errores de cálculo. Hablando de errores, él cometió muchos. Muchísimos. Pero ninguno de ellos lo alejó de ser mi padre y una de las personas que más quiero en el mundo. Una vez más, la vida se demuestra en forma de contradicciones.

 

Nos equivocamos. Mucho más de lo que nos gustaría. Mucho menos de lo que creemos. Es parte de la vida, pero nos hace sentir vulnerables, y eso no nos gusta

Nos cuesta mucho aceptar los errores, y aún más afrontarlos cuando ya han ocurrido. Hacer algo con ellos. Transformarlos o enmendarlos. Siempre parece que quedan perdidos en una carpeta sin archivar, persiguiéndonos de madrugada, cuando la culpa se mezcla con el insomnio. Creo que quizás la causa de todo esto es que somos poco razonables con la magnitud de nuestros errores: cuando nos equivocamos, sentimos que estamos traicionando a toda nuestra persona y todo lo que hemos conseguido hasta el momento. Sin embargo, cuando acertamos, solo sentimos una continuidad con lo que ya habíamos defendido. Y esto, claro, refuerza nuestro miedo original al fracaso.

Nos equivocamos. Mucho más de lo que nos gustaría. Mucho menos de lo que creemos. Es parte de la vida, pero nos hace sentir vulnerables, y eso no nos gusta. Desde tiempos ancestrales hemos huido de los errores, evitándolos a toda costa y atribuyendo sus malas consecuencias a otros o a cosas que no podemos controlar, como la fortuna o el destino. Sin embargo, ¿qué pasaría si los abrazáramos? ¿Si los reivindicáramos como propios?

Si, en lugar de evitar los errores, los aceptamos como necesarios e inevitables, quizás comprendamos mejor su verdadero valor en nuestros procesos de aprendizaje

Hace unos meses, aburrida y con insomnio a altas horas de la noche, vi uno de esos vídeos cutres de autoayuda. El vídeo, con música instrumental de fondo y una voz en off horrible, contaba la historia de un hombre que llega a un pueblo y necesita un médico. Visita la calle donde están todos los profesionales del sector y ve que en la entrada de cada consulta aparece el número de errores que el médico ha cometido a lo largo de su carrera, así como el número de personas a las que no ha podido salvar. Asustado por las cifras más altas, el hombre decide ir a la consulta del médico que afirma no haber cometido ningún error ni haber perdido a ningún paciente. Para su sorpresa, cuando llega al lugar que ha elegido, se encuentra con un médico joven y sin experiencia.

—Lo siento, aún no he tenido tiempo de equivocarme —le dice el joven profesional.

Consciente de su propio error al evitar errores, el visitante decide entonces volver a la consulta donde había más pacientes, con el médico más experimentado de toda la calle. Si, en lugar de evitar los errores, los aceptamos como necesarios e inevitables, quizás comprendamos mejor su verdadero valor en nuestros procesos de aprendizaje.