Cuando a tu currículumfiguran varias películas nominadas a los Oscars y los historiadores del cine te sitúan a la altura de mitos como Greta Garbo, Rita Hayworth o Ava Gardner, resulta difícil pasar a la historia para nada más. A Hedy Lamarr se la recuerda por clásicos de los '40, como Algiers o Samson y Delilah, pero el documental Bombshell: The Hedy Lamarr Story, del 2017, recuperó su perfil más olvidado. Además de una actriz de culto, Lamarr destacó en su vertiente de inventora, con descubrimientos tan fundamentales como el wifi.
A principios de los '40, en llena II Guerra Mundial, Lamarr se alió con el respetado pianista y compositor musical George Antheil para patentar un sistema de codificación de transmisiones, que permitía establecer conexiones seguras para las comunicaciones a través de un sistema basado en el salto constante de frecuencias. Un modelo que se inspiraba en las 88 teclas de un piano. Aquel invento se probó por el envío de torpedos indetectables por los radares de los nazis, pero no llegó a utilizarse en el conflicto. La aplicación masiva de la tecnología llegó a partir de los años '60, con el xifratge militar, los sistemas de posicionamiento y navegación GPS y, claro, las redes wifi.
La carrera de inventora de Lamarr empezaba luego que abandonaba los platós
Pero, como una actriz de renombre se convierte en una de las inventoras más relevantes del siglo XX? Lamarr nació al imperio austro-húngaro y, justo antes de la II Guerra Mundial, huyó de los maltratas de su marido para hacer carrera en los Estados Unidos. Cuando cogió el barco que lo tenía que traer desde Londres hasta Nueva York, la futura estrella de Hollywood no tenía muy claro cómo sería su vida en América. De hecho, actuar no formaba parte de sus planes. Pero en aquel mismo barco se encontró a Louis Mayer, el director de la gran productora MGM, que se fijó en Lamarr y se la llevó en California.
Muy pronto, Lamarr empezó a moverse por los círculos más influyentes de la sociedad americana, con actores, políticos de renombre y empresarios. Una de sus amistades más cercanas fue el aviador e ingeniero Howard Hugues, que la introdujo en el mundo científico. Así fue como inició su carrera como inventora doméstica, que empezaba luego que abandonaba los platós. "No tengo dificultad para crear nuevos inventos, las ideas me llegan de forma natural", explicaba en varias entrevistas.
Medios como The New York Times se hicieron eco del sistema de comunicaciones patentado por Lamarr, pero la realidad es que la actriz nunca recibió el reconocimiento merecido por su trabajo científico, y la historia sitúa a Louis Mayer, su propio mentor, como el grande culpable.
El invento de Lamarr ha generado miles de millones de dólares, pero la inventora novio ni un centavo
Varios testigos relatan como Mayer veía las mujeres como seductoras o como personas a ser admiradas, y quiso evitar, de todas las formas posibles, que Lamarr fuera venerada como ninguna otra cosa que una actriz de culto en los grandes años de Hollywood.
La industria cinematográfica limitó la vida de Lamarr al glamour de los focos. Mientras tanto, su invento ha generado miles de millones de dólares, de los cuales la inventora novio ni un centavo.