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Huir de la superioridad moral: el feminismo no es exclusivo de Occidente

La BWAW abre un debate sobre la mujer y el feminismo más allá de Occidente

Mientras Catalunya ni España no han tenido ninguna presidenta a lo largo de toda su historia, Etiopía tuvo la primera en 2018, Sahlework Zewde | Pixabay
Mientras Catalunya ni España no han tenido ninguna presidenta a lo largo de toda su historia, Etiopía tuvo la primera en 2018, Sahlework Zewde | Pixabay
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Directora de VIA Empresa
Barcelona
09 de Marzo de 2022
Act. 09 de Marzo de 2022

¿Hay feminismo más allá de Occidente? Puede resultar difícil salir del tópico de la mujer en los países árabes y explorar las múltiples realidades que conviven en los diferentes territorios y culturas más allá de Occidente. Si bien es cierto que la desigualdad de género es mayor en el sur del Mediterráneo que en el norte, también lo es que tanto el machismo como el feminismo están presentes en ambos polos. O dicho de otro modo: "el feminismo no es exclusivo de Occidente," ni mucho menos de Europa. Así lo ha expresado Lurdes Vidal, directora del Departamento del Mundo Árabe e Islámico en IEMED, en la última conferencia que ha acogido la Barcelona Woman Acceleration Week en su primera jornada. Bajo el título La mujer más allá de Occidente, Vidal y tres voces expertas nacionales e internacionales han abierto un debate que ha intentado huir de la superioridad moral, pero que no ha querido hacer la vista gorda en cuanto a vulneraciones de los derechos humanos.

 

La mesa redonda, retransmitida exclusivamente en formato digital, se ha enmarcado dentro de la segunda edición de la BWAW, organizada por el Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB) y la Fundación Incyde de las Cámaras de comercio españolas. Ha acontecido apenas después de dos mesas redondas: la primera centrada en el análisis de la edad como un obstáculo del desarrollo de la mujer en el mundo laboral y la segunda en proyectos educativos en igualdad de género. El mundo laboral y el académico han servido de precedente para tratar el feminismo desde una perspectiva global, porque "el reto de la igualdad y la internacionalización son retos globales", apuntaba Imma Riera, directora general de la Cambra de Comercio de España y la Fundación Incyde. Y así lo demuestran los datos: de los más de 190 países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) solo 20 naciones tienen a una mujer al frente del Gobierno. De hecho, ni Catalunya ni España cuentan con ninguna mujer presidenta a lo largo de toda su historia. Y Etiopía, por ejemplo, sí, con Sahlework Zewde, quién se convirtió en el 2018 en la primera presidenta del continente africano.

La ONG Unwoman apunta más datos que reflejan el carácter global de esta desigualdad: únicamente el 25% de los escaños parlamentarios nacionales del mundo están ocupados por mujeres y s´plo hay cuatro países en el mundo que cuentan con el 50% de representación de mujeres en las cámaras bajas o en los parlamentos. Son Ruanda, Cuba, Bolivia y los Emiratos Árabes. Ninguno europeo.

 

¿El velo es un símbolo de sumisión o de emancipación?

Dejar de juzgar para poder escuchar. Es el camino que aconseja seguir Vidal. "No se trata de dar lecciones, sino de ofrecer a las mujeres soluciones para que puedan decidir por ellas mismas, desde el respeto y la solidaridad". En este sentido, apunta que es un error asociar el velo con sumisión: "hay casos que el velo significa emancipación". La lectura de Oriente, por lo tanto, no se puede hacer rápidamente y tiene que ir cargada de respeto. "Lo importante es que ellas decidan cómo quieren vestirse y hacer lo que ellas consideren más apropiado", ha señalado Vidal.

Mas: "¿Es legítimo que desde Occidente nos dediquemos a decir cómo se tienen que vestir o comportar las mujeres del resto del mundo?"

En esta línea, Xavier Mas, moderador del debate y corresponsal diplomático de La Vanguardia, ha lanzado una cuestión: "¿es legítimo que desde Occidente nos dedicamos a decir cómo se tienen que vestir o comportar las mujeres del resto del mundo?" La respuesta combina el sí y el no y representa la lucha entre el ying y el yang: el intervencionismo internacional y el respecto a la diversidad, que no "relativismo cultural", un gran peligro que puede suponer una grieta por donde se cuelan las peores tradiciones y dinámicas machistas.

No caer en el relativismo

María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y del Ambiente en la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha mostrado tajante en este sentido: "Se tiene que separar aquello esencial de aquello superficial y saber identificar las situaciones en las que se están vulnerando los derechos fundamentales". Toda persona, sea hombre o mujer, tiene que tener acceso a la educación, a la salud y a no ser violentado ni forzado. Neira asegura que ha presenciado partos con niñas que tenían los genitales mutilados y que, en una ocasión una persona le llegó a defender la actuación: "se tienen que entender la cultura y las tradiciones del país".

Riera cree que ante estas situaciones tenemos que ser extremadamente intolerantes: "No podemos admitir la excusa de la tradición o la multiculturalidad"

Pero Neira lo tiene claro, "esto no es cultura, es precisamente falta de cultura. No es tradición, es una mala práctica". Ante estas vulneraciones de los derechos fundamentales, "como los casamientos forzosos con niñas de 13 años y hombres grandes", Riera cree que debemos ser extremadamente intolerantes. "No podemos admitir la excusa de la tradición o la multiculturalidad".

En el camino hacia la independencia de la mujer, tanto en Oriente como Occidente, Neira señala como necesarias la formación y el conocimiento. "Para decidir por ti misma, tienes que saber que tienes este derecho. Y muchas mujeres en África desconocen que tengan estos accesos, hecho que limita su derecho a pensar o decidir".

La pandemia es machista

Una de las recomendaciones de la pandemia como freno de la propagación del virus fue lavarse las manos a menudo. Pero "para lavarte las manos, necesitas manos y agua", apunta Neira, hecho que provocó en muchos poblados con falta de agua "que ejércitos de niñas se despertaran muy temprano por la mañana para ir a buscar el agua al pozo o al río. Y esto significan muchas horas al día que no están dedicando a estudiar". La covid-19 también ha eclipsado otros problemas arraigados en la sociedad oriental y no ha permitido intensificar la lucha para pararlos o reducirlos, como las bodas forzosas o las mutilaciones genitales. Ambas prácticas se han multiplicado en tiempos de pandemia, asegura Neira.

Primera actuación: nuestra perspectiva

Nasara Cabrera, directora general de Asuntos Económicos con África del Gobierno de Canarias, no ha querido dar voz a la mujer de Oriente y tratarla como un sujeto pasivo. Ha preferido orientar su aportación a aquello que está en nuestras manos. Las condiciones en las que llegan muchas mujeres en pateras desde África hasta Canarias son lamentables. Algunas llegan embarazadas, otros han perdido sus hijos en el trayecto o han sufrido abusos sexuales.

Cabrera: "En Occidente pecamos muchas veces de hablar en nombre otras mujeres"

"En Occidente pecamos muchas veces de hablar en nombre otras mujeres"; denuncia Cabrera. "Y nosotros lo que tenemos que hacer desde la administración pública es dotarlas de capacidades para que sean ellas mismas las protagonistas de sus cambios sociales": Cabrera también ha señalado otra línea de actuación que recae en nuestra población: "la sociedad de acogida tiene que adoptar mecanismos de integración". Lo dice por los casos en que niñas son víctimas de bullying para tener prácticas culturales diferentes o llevar vestimentas concretas. Un acoso que, a veces, se ha dado en ocasiones a las mismas instituciones y escuelas en casos en que la niña ha llevado velo.

El papel de Occidente, por lo tanto, es apoyar sin olvidar que las protagonistas son ellas. Es lo que apunta Cabrera y Neira, de hecho, comparte: "tendríamos que darles la oportunidad de ser ellas y, sobre todo, no instrumentalizarlas". La línea para hacerlo, pero, está marcada por dos principales cimientos: garantizar los derechos fundamentales y, a la vez, respetar la multiculturalidad.