Según datos de la Asociación de Empresas Productoras de Teatro (ADETCA), la temporada 2022-2023 ha sido la segunda mejor de la historia del teatro catalán, gracias a la asistencia de 2.789.751 espectadores, con una recaudación récord de 84,89 millones de euros, un total de 1.072 espectáculos y 12.503 funciones, una ocupación aproximada del 60% y un 66% de producciones catalanas. En cuanto a los idiomas, el 43% han sido en catalán, el 30% en castellano y el 27% en otras lenguas.
Estas cifras rozan de cerca la marca de 2.890.713 espectadores registrada en la temporada 2011-2012, que sigue siendo la primera del ranking. Nada es imposible del Mago Pop; Improshow, Grease, el musical; Pretty Woman y La Trena encabezan la lista de éxitos.
Por su parte, el Grup Focus integra 17 empresas con sede en Barcelona y Madrid, siendo la empresa líder del sector teatral en todo el estado. Cerró el ejercicio 2022 con una facturación de 52 millones y un EBITDA de 3,4 millones de euros. El Grupo, fundado hace casi 40 años por Daniel Martínez, Jordi González, Amparo Martínez y Ángel Torrecillas, trabaja en cinco grandes áreas de negocio: teatro, audiovisual, servicios técnicos, eventos y marketing, y ha internacionalizado sus productos teatrales y audiovisuales.
La temporada 2022-2023 ha sido la segunda mejor de la historia del teatro catalán, gracias a la asistencia de 2,78 millones de espectadores
Isabel Vidal es directora general de Focus, presidenta de ADETCA y vicepresidenta de la patronal española FAETEDA, y destaca que estos resultados han sido posibles gracias a un trabajo coordinado entre el sector público, el sector privado y los medios de comunicación, que han terminado creando un modelo de éxito digno de reconocimiento y estudio.
En palabras de Focus, "llevamos grabada en nuestro ADN la vocación de excelencia y de retorno a la sociedad", específicamente a la sociedad barcelonesa. "Todo esto lo hemos hecho desde Barcelona y para Barcelona", subraya, "la ciudad que nos ha permitido crecer como empresa y a la cual queremos devolver trabajo, espíritu crítico, desarrollo y reputación
Cuando la belleza mueve el mundo
Apasionada del baloncesto y plenamente convencida de los efectos beneficiosos de la cultura en los ámbitos económico, social y cultural, Vidal nació en el barrio barcelonés de Gràcia, en el seno de una familia trabajadora con inquietudes culturales, donde fue especialmente su madre quien le enseñó a amar el arte y la literatura.
Angelina, peluquera de oficio, es una apasionada del teatro, la fotografía, el cine y la música, que en su juventud llenaba el piso de libros comprados a plazos en el famoso Círculo de Lectores: Flaubert, Dostoievski, Cela, Cervantes, Terenci Moix, Tolstoi, Bronte y otros, que leía de noche mientras escuchaba a David Bowie bajito para no despertar al padre madrugador que se levantaba temprano para ir a trabajar.
Vivían en un cuarto piso sin ascensor, pequeño pero lleno de belleza. "La belleza mueve el mundo y crea riqueza, no solo espiritual sino también material", explica. "Un país sin cultura es un país sin alma, sin capacidad de crear comunidad, sin futuro". "A mí siempre me ha movido la excelencia, tanto la cultural como la empresarial, porque ambas son necesarias y probablemente una no existiría sin la otra".
Isabel Vidal: "Un país sin cultura es un país sin alma, sin capacidad de crear comunidad, sin futuro"
Y para ilustrar su idea sobre el país que sueña, abre El mundo de ayer de Stefan Zweig y lee: "El primer ministro, el magnate más rico, podía pasear por las calles de Viena sin que nadie se volviera para mirarlo. En cambio, cualquier dependienta o cochero reconocía a un actor de la corte o a una cantante de la ópera (...).
"Los padres no pudieron elegir, pero yo, llegado el momento, pude ir a la Universidad a estudiar la carrera que quería". Estudió Derecho, como lo hizo su tío, porque "quería ser juez y impartir justicia". Una salida que muchos estudiantes de letras elegían como la mejor opción, cuando las carreras de humanidades parecían ofrecer un futuro económico bastante más incierto. "Pensaba que de esa manera podría ayudar a mejorar la economía familiar".
Y como muchas otras jóvenes comprometidas con su futuro, Isabel buscó trabajo para ayudar a sus padres a pagarle los estudios. Fue providencial: una de sus primeras tareas fue en una agencia de azafatas, que en lugar de enviarla a cubrir alguno de los salones de Fira Barcelona, como era habitual, la envió a vender entradas de teatro en un stand de la Plaza Catalunya.
Vendió tantas entradas, vio tantas obras de teatro de forma gratuita, que llamó la atención del entonces tesorero de ADETCA y director de teatros de la empresa Focus, Javier Urbasos, quien la fichó en 1996 para formar parte de su equipo. En 2016, veinte años después, Isabel Vidal ya era directora general.
Antes de llegar a su cargo actual, la joven ejecutiva ya había realizado un largo aprendizaje como jefa de personal de Focus, desde donde conoció todo tipo de personajes característicos de la escena. Un mundo intenso, fascinante, pero complicado, donde los golpes de suerte no suelen ser permanentes, los recursos económicos nunca son suficientes y la gestión de los egos puede llegar a ser todo un arte.
El poder terapéutico de la cultura
Quizás esa intensidad fue el motivo de una cierta crisis personal básicamente causada por la relación que mantenía con los artistas, con quienes tenía que negociar constantemente. "Estaba perdiendo la perspectiva", confiesa ella misma.
La reconexión llegó de la mano de la literatura y el cine, gracias tanto a la lectura de Stefan Zweig, recomendada por sus jefes, "grandes lectores", como a la historia del doctor McKee ("The Doctor") interpretado por William Hurt en una película basada en el libro A Taste of My Own Medicine de Ed Rosenbaum, que también le tocó la fibra sensible.
El doctor McKee era un médico insensible a las angustias de sus pacientes que cambia radicalmente de actitud cuando él mismo se enferma. "Afortunadamente, en casa me habían enseñado a valorar la belleza". Esa crisis le sirvió para entender que "los artistas son justamente los principales transmisores de la belleza y que solo por eso ya merecen toda la paciencia y la consideración del mundo, en especial de los poderes públicos, el sector privado y toda la sociedad".
Un bien muy frágil que hay que proteger, "no solo porque ayuda a socializar y genera felicidad y comunidad, sino también por sus efectos terapéuticos". En este sentido, Isabel Vidal confiesa que es una perfeccionista que, cuando llega a una sala, la escanea toda de arriba abajo, desde la iluminación hasta la limpieza del suelo, "porque todo eso también forma parte de la imagen que damos al público más allá de la calidad de la representación, que ya ha pasado una calificación previa".
Cuando accedió a la presidencia de ADETCA se propuso incrementar la asistencia de público a las salas, impulsar un gran pacto político y social para posicionar el teatro en el centro de las políticas culturales del país y desarrollar el sector animando la participación de las nuevas generaciones de actores, actrices y agentes teatrales en el proyecto.
Su junta directiva, formada por Maria José Balañá, del Grup Balañá, como vicepresidenta de Teatros, Marina Marcos, de El Maldà, como vicepresidenta de Salas de Proximidad, Toni Albaladejo (Anexa), como vicepresidente de Productores, Marta Montalbán, como secretaria, Joan Negrié (Sala Trono) como tesorero y Jofre Blesa (Sala Versus), Òscar Balcells (teatro de Igualada) y Ferran Murillo (teatro Tantarantana), como vocales, participan en estos objetivos.
Cultura, identidad y metrópoli
Pero toda propuesta social necesita dos cosas: un público receptor y un espacio físico concreto donde proyectarse. En este tema, Isabel Vidal no tiene ninguna duda. Tal como explicó en una conferencia organizada por Rethink BCN, en Foment del Treball, la oferta debe ser, como mínimo, de ámbito metropolitano. "No hay ninguna definición del concepto de metrópoli, ni histórica ni actual, que no incluya la cultura como elemento consustancial", sostiene.
El concepto material de metrópoli se ha construido a fuerza de encontrar solución a problemas tan significativos como la movilidad, el urbanismo, las comunicaciones y el transporte. Pero, ¿es suficiente con esto para construir una identidad metropolitana?, se pregunta.
Isabel Vidal: "A pesar de la buena imagen internacional que tenemos en creación literaria, musical, audiovisual, museística y teatral, no siempre sabemos explicarnos lo suficiente".
En respuesta a la pregunta del periodista sobre la supuesta decadencia de Barcelona como ciudad cultural, Isabel Vidal responde negativamente: "Barcelona es una ciudad culturalmente potente, de nivel muy superior al de otras ciudades culturales de España, de Europa y del mundo", a pesar del debate constante sobre su supuesta decadencia y pérdida de liderazgo.
El periodista plantea la pregunta de dónde está el problema, y Vidal señala que, a pesar de la buena imagen internacional en la creación literaria, musical, audiovisual, museística y teatral, a veces no saben explicarse lo suficiente. Sugiere que esto podría estar relacionado con la constatación de la gran cantidad de potencial desaprovechado.
El periodista insiste en la idea de que tal vez algunas personas confunden su propia decadencia con una decadencia colectiva, a lo que Vidal responde que no hablaría de decadencia, sino quizás de desorientación a la hora de recuperar el lugar que cada agente debe ocupar.
Probablemente también haya cierta confusión conceptual de base, señala Vidal: "No debemos confundir acceso a la cultura con gratuidad de la cultura, que es un negocio tan legítimo como cualquier otro, que produce riqueza y empleo y construye ciudad". Destaca como ciertas inversiones en infraestructuras culturales han regenerado barrios enteros y cómo el uso cultural del espacio público es una buena herramienta para sentirse ciudadanos.
En este sentido, Vidal cree que el desafío actual de Barcelona radica en forjar una nueva conciencia cultural que trascienda los límites de la ciudad, que debería ser como un corazón que bombea y recibe vitalidad con la red de ciudades de su entorno. "Pero para que este sistema funcione, se necesita la participación de ciudades tan culturalmente activas como L'Hospitalet de Llobregat, Badalona, Viladecans o Sant Adrià de Besòs, por ejemplo".
Isabel Vidal: "No debemos confundir acceso a la cultura con gratuidad de la cultura, que es un negocio tan legítimo como cualquier otro".
Para lograrlo, sería necesario crear infraestructuras que permitan conectar estas ciudades con la oferta privada. "Si hubiera inversión pública en equipamientos en todo este territorio, el empresariado cultural de Barcelona respondería sin duda hacia estos municipios".
El modelo público-privado de Barcelona
"Si abres un teatro, una biblioteca, un cine o una sala para aprender a pintar, en cualquier lugar del mundo, tienes un activo mucho superior a cualquier inversión en piedra que te plantees", explica.
Vidal sostiene que es la cultura la que proporciona el mayor retorno material e inmaterial a la hora de construir un imaginario de sociedad vertebrada. "Más allá de las comunicaciones, no hay nada que construya mejor una sociedad que la cultura", asegura. "Solo con carreteras no es suficiente".
Afortunadamente, explica, Barcelona ha incubado desde hace muchos años un sistema de equilibrios entre la administración pública y la empresa privada, "que ha superado históricamente al antiguo mecenazgo personal para pasar a ser de carácter empresarial, que ha entendido tanto la importancia de la cultura como agente tractor de influencia, trabajo, responsabilidad social y económica, como la necesidad de crear un sistema organizado y coordinado con el sector público, capaz de atraer talento y construir nuevos mercados en entornos de belleza y, por lo tanto, de felicidad y riqueza".
"Barcelona ha incubado desde hace muchos años un sistema de equilibrios entre la administración pública y la empresa privada, que ha superado históricamente al antiguo mecenazgo personal"
Pero la ejecutiva considera que para mejorar este entendimiento, es necesario que el sector público comprenda que la cultura y más específicamente, el teatro, debe cuidar los márgenes y los beneficios como lo hace cualquier empresa, sea del sector que sea. "Sin esto, no puede haber mantenimiento ni inversiones en nuevas estructuras ni búsqueda de nuevos mercados", afirma. Una tarea que desborda las capacidades de las administraciones y debe ir acompañada por las empresas privadas.
"Simplemente con que las administraciones lucharan un poco más contra la violencia burocrática que dificulta nuestras producciones, ya estaríamos un poco más contentos", concluye. Es decir, la misma plaga de excesiva burocracia que ralentiza el progreso de tantas otras empresas, culturales o de cualquier otro sector.