Quizás no lo relacionamos con una cara, pero el apellido McAfee es tan conocido como los de Jordan, Messi, Obama. Sí, McAfee es aquel antivirus que vendía por defecto a su ordenador, muchos golpes molesto por la cantidad de revisiones automáticas y avisos que lanzaba, pero altamente efectivo. Seguramente la razón por la que su equipo no ha acabado infectado cada vez que lo encendía. Detrás de este software encontramos el informático John McAfee, el primero gurú de la ciberseguretat que ya a finales de los 80 tenía una compañía con una facturación anual de cinco millones de dólares. Ya a los 90 se convirtió en una de las caras más conocidas de América gracias a su constante presencia en medios. Como un personaje admirado y líder de su sector acaba huyendo de la policía de Belice por presunto homicidio?
Esta es la historia que explica el documental Gringo: The Dangerous Life of John McAfee (disponible a Netflix). Todo empieza en 1994, cuando McAfee se vende la compañía por 100 millones de dólares. Una fortuna que mantendrá, supuestamente, hasta el año 2008, cuando la crisis económica afecta sus finanzas hasta reducirlas a los cuatro millones de dólares. Con sus ahorros menguantes, McAfee lo deja todo para trasladarse en Belice, un territorio ideal para la fundación de nuevas empresas por su nula legislación al respeto y donde el gurú encontró un campo inmejorable para renacer desde un nuevo sector: la medicina.
Según explicaba el mismo McAfee a los periodistas que lo visitaban a su mansión de Belice, el país ofrecía una diversidad biológica dentro de su selva con tres características que abrían un mundo de posibilidades médicas: productos naturales, sin patentar y sin testar.
Animado por su nueva vida como emprendedor médico con la empresa QuorumEx, McAfee encontró la cuadratura del círculo al conocer la investigadora Allison Adonizio, una norteamericana que se había trasladado al país atraída también por la riqueza natural del territorio. Durante dos años, los dos formaron una sociedad que prometía desarrollar alternativas naturales a los antibióticos. Una prometida que, junto con el nombre y la fama de McAfee, atrajo decenas de inversores.
La realidad de QuorumEx, pero, era muy diferente a la que McAfee explicaba a los medios. Acostumbrado a la rapidez del negocio informático, el empresario no llegaba a entender como la doctora Adonizio necesitaba meses y meses de investigación por, quizás, no llegar a ninguna conclusión. Desesperado por la lentitud del proyecto y necesidad de novedades para mantener la atención de los inversores, McAfee obligaba su socia a incluir colorantes líquidos en sus probetas para mostrarlas a los medios e inventarse todo tipo de soluciones milagrosas en fase de pruebas.
Esta actitud hizo saltar las alarmas de Adonizio, pero la cosa todavía iría además. La estancia de McAfee en Belice fue, como mínimo, extravagante. Atemorizado por las amenazas que recibía –a veces reales y a veces fruto de una personalidad paranoica-, el empresario se rodeó de sicarios dispuestos a dar una lección a cualquier que supusiera un mínimo peligro para él. El ambiente se fue enrareciendo hasta el punto que Adonizio decide abandonar el barco con una fuga más pareciendo a la fuga de Alcatraz que a una simple renuncia profesional.
QuorumEx era historia, pero John McAfee seguiría dando noticias desde Belice. Sobre todo desde que la policía lo empezó a perseguir por el presunto asesinato de su vecino, que la noche antes de morir se había quejado de la violencia de los perros del empresario.
Ahogado por la persecución policial, McAfee consiguió huir en Guatemala y devolver en los Estados Unidos, donde ha empezado su camino de redención llegando, incluso, a presentarse a las últimas elecciones presidenciales. Después de años a la oscuridad, McAfee vuelve a ser el apellido de la ciberseguretat.