Hoy, como previa a la despedida, no les hablaré de ningún libro. Como mucho y para justificar el título de la sección, les recomendaría a todos los de Dilbert. Un personaje creado por Scott Adams, que parte del Principio de Dilbert, una observación satírica en la que afirma que los más incompetentes son las personas que suelen ascender a cargos directivos en una empresa. Por un motivo: "limitar al máximo la cantidad de daño que son capaces de provocar en una organización".
Según esta teoría, un diseñador de software ineficiente sería elevado a puestos directivos en un proyecto de tecnología para dejar a otros empleados más competentes trabajar de forma más tranquila. Sus funciones se limitarían a asistir a reuniones poco trascendentes para el desarrollo de la actividad empresarial, mientras que el resto de trabajadores podría seguir trabajando en paz, creando un beneficio real para la compañía.
Pues cualquiera de los libros de Dilbet son recomendables.
Ahora ya no podrán decir que no he hablado de libros de empresa. Ahora bien, si esto de los libros les motiva les puedo recomendar, ahí ustedes si me hacen caso (yo les aseguro que no me haría, acaso):El toque de Midas, Donald Trump; El millonario de la Puerta de al lado; Elon Musk: el empresario que anticipó el futuro; El método Warren Buffett; Los secretos de la mente millonaria; Piense y Hágase rico; De indigente a multimillonario; The McKinsey way; Hábitos para ser millonario, y así hasta el infinito. Si al terminar de leer esto deben ingresarlo o su empresa se va a hacer puñetas yo no quiero saber nada. Lo he avisado antes. También puede contratar a McKinsey. Así irá más rápido.
¿Nos dejamos de “tonterías” y hacemos algo positivo? Pongo “tonterías” entre comillas por si la Directora/Editora me lo deja pasar.
Destapamos una buena botella de vino blanco, bien fresquito; cogemos una copa y, para joder a determinadas personas, le añadimos un cubito de hielo. Todo bien fresco lo ponemos en una bandeja y nos trasladamos a la terraza, balcón, patio o jardín, en función de lo que tengamos. Sin embargo, con poco nos apañamos. Si el vino es bueno y la compañía también, no hace falta mucho más.
Pues estamos instalados. Todo perfecto. ¿Todo? No del todo. Si este es el cuarto artículo significa que las vacaciones han terminado o están listas. ¿Y ahora qué? Buena pregunta.
Hagamos como los niños: ¿hemos hecho todos los deberes que nos habíamos puesto? Seguro que no. Y esto es buena señal.
Lo importante que hemos aprendido durante estos días son cosas muy elementales, pero que a menudo olvidamos (eso parece una canción de Raimon). ¿Las repasamos y nos preparamos para pasado mañana o pasado?
- El miedo. Nosotros somos más fuertes/fuertes y ella no debe impedirnos avanzar y dar lo mejor de nosotros.
- La siesta de 30 minutos para recargar el cerebro.
- Ganarnos el liderazgo y no imponerlo. Si intentamos imponerlo nos lo darán por la cabeza.
- Concentrarse en lo más importante y no perder el tiempo en collonadas.
- Recordar y grabarlo a fuego: sin equipo no hay proyecto ni empresa.
- Rodearse de los mejores. Todo el mundo sale ganando: el proyecto y la cabeza misma. Si son mejores que él/ella ya tiene mucho trabajo hecho
Si hemos repensado todo esto ya tenemos muy ganado. Recuerden, pero, que las desconexiones son importantes.
Y para terminar, cinco modelos de jefas:
- El jefe “asesino” que siempre va con la sonrisa en boca.
- El jefe que delega y confía en su equipo.
- El jefe que nunca tiene suficiente.
- El que viene de fuera a realizar un trabajo que el de casa no puede hacer.
- El que quiere el cargo para lucirlo pero no por ejercerlo.
Lo dejamos aquí. Que cada uno ponga cara y nombre a los cinco modelos. Hay muchos más. He escogido estos cinco porque me parecen los más representativos.
Y para terminar dos recomendaciones de libros de periodismo:
- Nido de piratas, la fascinante historia del diario Pueblo, de Jesús Fernández Úbeda
- Diari AVUI, 1976-2009. Entre el somni i l’agonia, de Maria Favà
Perdón, una más: muy buenos los tres vídeos que eligió la semana pasada la directora, como epílogo. El del Steve Jobs, cuanto más veces lo ves, más cosas encuentras.
El epílogo de la directora
Creo que se empieza a notar que la sección de verano de Libros de Empresa, o no está llegando a su fin. Y como en todo final, vienen los repasos y también las mejores intenciones, las reflexiones más bonitas. ¿Es este el artículo más constructivo del mayor de los Gallagher? Sin ningún tipo de duda. Veamos, pero, el siguiente. Que todavía queda uno. O no. Quizás le hemos cogido lo gustillo y esto no muere como lo hacen muchos amores de verano, sino que deriva en nuevas secciones.
Líderes, lideresas y personas normales; que, de hecho, los primeros y segundos tendrían que ser lo mismo. Así lo ha titulado el mayor de los Gallagher, quien no puede esconder bajo su anonimato que ha liderado equipos en su vida. Yo me he encontrado en esta circunstancia, en la esfera personal y profesional, desde no hace mucho y, por eso, quiero lanzarme al terreno personal para compartir aquellas reflexiones que hace quién, como quien dice, acaba de empezar. Como en todo en la vida, no ve lo mismo quien ya ha dado muchas vueltas al sol y habla con la voz de la experiencia, que quien puede contar estas vueltas con los dedos de la mano y, por lo tanto, lo vive y lo ve desde la novedad. Ojo, que no estoy diciendo que el de los Gallagher haya dado demasiadas vueltas al sol, aunque por su fotografía lo podríamos pensar.
La mayoría de mis reflexiones, aviso, son robadas y aprendidas de referentes que tengo alrededor y después comprobadas en mi propia piel. ¿La primera de todas? Obviamente: el equipo, nuestra melé. Como dice el Gallagher, "sin equipo no hay proyecto ni empresa". El equipo va por delante de todo y el jefe tiene que estar a su servicio. Hace unos meses, cuando Ivan Vaqué era nombrado consejero delegado de Forcadell -asumiendo el relevo de la empresa familiar- hizo esta reflexión ante todo el equipo de trabajadores y amigos de la casa: "La oportunidad de dirigir no es un privilegio de poder, sino un privilegio de servir". Liderar es servir: al equipo, a la empresa y a la red de personas que la rodean. Y es un privilegio.
"La oportunidad de dirigir no es un privilegio de poder, sino un privilegio de servir"
Es también hacer equipo. Rehuyendo de los individualismos -de uno mismo y de los miembros del equipo-, pero atendiendo las necesidades individuales de cada uno de ellos, necesidades que muchas veces no son profesionales, sino personales. Por supuesto, es mucho más fácil hacer equipo si tienes la suerte de escoger a tus compañeros, y a la hora de hacerlo (vuelvo a robarle una reflexión al Gallagher) es imprescindible "rodearse de los mejores. Todo el mundo sale ganando: el proyecto y el jefe mismo". Nunca en la vida querré ser la persona que sabe más de un equipo: espero poderme rodear siempre de personas que me enriquezcan, que me aporten diferentes puntos de vista y que me orienten a la hora de tomar decisiones.
También es confiar: en un mismo y en el equipo. Gestionar el miedo: preguntar mucho y escuchar opiniones de todos los colores, pero asumir la responsabilidad de decidir y la posibilidad de errar. Que de los errores también se aprende.
Y quizás esta no sea muy inspiradora, pero a mí me ha ayudado bastante en el último tiempo: en la gestión de equipos -y en la vida- de vez en cuando no está de más relativizar. Y esto no quiere decir banalizar o no darle importancia a las cosas, pero quizás sacarle hierro o añadir perspectiva nos ayuda a no perder energías innecesarias por el camino y a dormir más tranquilos a las noches.
La última; y ya paro. De la familia se pueden extraer y aplicar muchas reflexiones para la empresa y la gestión del liderazgo. ¿Cómo son los liderazgos a mi familia? ¿Qué es lo que mantiene vivo el vínculo entre los miembros de la familia? ¿Cómo he gestionado y comunicado en mi vida mis necesidades dentro del núcleo familiar? Y si la propia familia no sirve como fuente de análisis -para bien o para mal- se pueden coger externas, y en esta sección el Gallagher ha nombrado algunas: la familia Roy, de la serie Succession, y evidentemente la familia Gallagher, de Shameless.