La Revolución Industrial, el Renacimiento y el Modernismo transformaron Catalunya económicamente, culturalmente e identitariamente, potenciando nuestra economía y revalorizando la lengua y la cultura catalana después de haber sufrido un periodo de decadencia. Si tenemos en cuenta el momento que vivimos hoy, tanto a escala económica, cómo cultural o identitaria, nos daremos cuenta de que también estamos en un proceso claro de decadencia. Rápidamente, me vienen a la cabeza tres ejemplos que lo confirman.
Primero, la crisis de la enseñanza en Catalunya, tanto en el ámbito escolar cómo en el universitario, que están lejos de poder preparar la generación de catalanes de futuro que conviene al país. No nos engañamos, en materia de enseñanza, no jugamos en primera división.
Segundo, el uso de la lengua se encuentra en plena fase de sustitución. Este es un caso grave y hace falta ponerle remedio. Además, el catalán es sustituido por el castellano, una lengua que, a pesar de tener muchos hablantes, no es una lengua de negocios internacional. Curiosamente, a la vez, los catalanes continuamos resistiéndonos a adquirir los niveles competenciales de inglés, la actual lengua franca, que nos harían falta para relacionarnos con el resto de mundo con normalidad.
Si tenemos en cuenta el momento que vivimos hoy, tanto a escala económica, cómo cultural o identitaria, nos daremos cuenta de que también estamos en un proceso claro de decadencia
Y, en tercer lugar, en Catalunya todavía arrastramos carencias estratégicas que nos dificultan tener un modelo económico que permita hacer funcionar el país de acuerdo con nuestro potencial. Hablo de carencias de infraestructuras esenciales (el Corredor Mediterráneo o infraestructuras energéticas, entre otras), así como de la carencia de un modelo económico que priorice la economía productiva local. En artículos anteriores, ya profundizamos en este tema, sobre todo desde la perspectiva de nuestras pequeñas y medianas empresas, así como de la necesidad de priorizar los sectores productivos. Así, a pesar de que encontrar una solución en todos estos retos es difícil, hay que reconocerlo, aun así, podemos aprender del pasado para intentar crear las herramientas que nos permitan trabajar un futuro mejor.
Una lección importante que podemos aprender de la Revolución Industrial, del Renacimiento y del Modernismo es que los tres fueron movimientos surgidos y liderados desde el sector privado catalán. La iniciativa privada del país demostró que puede transformar el Principado de una manera que difícilmente lo hubiera conseguido bajo el liderazgo de ninguna administración pública. No todas las naciones pueden decir lo mismo. Así pues, si aprendemos de las lecciones de nuestro pasado, tendríamos que entender que un futuro mejor pasa, inevitablemente, también por potenciar las iniciativas y el liderazgo privado y, muy necesariamente, para garantizar una financiación privada que permita implementar soluciones a los retos que nos proponemos como país, como cultura y como economía.
Si nos centramos en la financiación, hay que preguntarse, antes que nada, cómo se pueden pagar todos estos proyectos. Y para responder la cuestión, es necesario, ante todo, observar qué han hecho los otros países. Durante mis años en la Bolsa de Londres, tuve la oportunidad de conectar con el Norges Bank Investment Management, que es el responsable de gestionar el Norwegian Government Pension Fund Global, a menudo conocido cómo el fondo noruego del petróleo. Este es uno de los dos fondos que el gobierno noruego estableció para preservar los beneficios de la explotación del petróleo del Mar del Norte, con previsión de cuando este se agote. Con el tiempo, este fondo soberano se ha ido convirtiendo en el más grande del mundo. Su valor actual es, aproximadamente, de 1,3 billones de dólares (trillones anglosajones). Para entendernos, se podría decir que este fondo noruego equivale a casi el 1,5% de todas las empresas listadas del mundo. No está nada mal, y más si tenemos en cuenta que Noruega es un país con una población inferior en número a la catalana.
En Catalunya hay dinero para invertir
Obviamente, los noruegos han podido hacer esto por dos razones: antes que nada, porque encontraron petróleo en cantidades enormes, de la otra, tienen un estado propio detrás con visión de futuro. Muchos países, incluyendo Catalunya, sufren una realidad muy diferente, pero esto no nos tendría que limitar en nuestras expectativas. No hay que tener petróleo para establecer un fondo. Lo que hace falta es surplus económico, y Catalunya lo tiene. Solo hay que ver las balanzas fiscales entre las autonomías del Estado para entender que Catalunya es un motor económico, también a escala europea. En Catalunya hay dinero para invertir. Y fijémonos que utilizo la palabra invertir. Porque estos fondos tienen como objetivo hacer dinero para poderlos usar cuando y en aquello que sus propietarios consideren oportuno. No es esta, por lo tanto, una donación a fondo perdido. Por otro lado, y respecto al hecho de tener que tener un estado detrás, hay que constatar que es cierto que los fondos soberanos actuales, todos ellos, son propiedad de los gobiernos. Y hoy en día parece imposible poder hacer nada a escala de país sin disponer del apoyo de las administraciones públicas. Aun así, en el siglo XIX, los catalanes pudimos financiar toda una Revolución Industrial y cultural solo con la ayuda del liderazgo privado. ¿Por lo tanto, qué nos lo impide hoy?
Un país puede crear una dotación independiente o un fondo fiduciario gestionado por un consejo de administración o expertos externos
Establecer un fondo sin intervención ni control del gobierno puede ser un reto, dado que los fondos de esta magnitud a menudo requieren marcos legales, regulaciones y supervisión para garantizar la transparencia, la rendición de cuentas y la estabilidad. Sin embargo, hoy en día, y dentro del marco europeo e internacional, existen fondo de inversión privados que tienen objetivos sociales. Y es posible, para los ciudadanos de cualquier país, establecer un fondo sin control directo de su gobierno, mediante la utilización de estructuras alternativas. Un ejemplo de esto que estamos diciendo sería la "dotación independiente" (Independent Endowment). Un país puede crear una dotación independiente o un fondo fiduciario gestionado por un consejo de administración o expertos externos. Este consejo es responsable de tomar decisiones de inversión y de gestionar las operaciones del fondo. Dentro de esta estructura, además, existen varias modalidades. Un ejemplo son los Fondos de Dotación de Desarrollo Comunitario (Community Development Endowment Funds). Estos fondos se establecen para apoyar en iniciativas de desarrollo comunitario, como por ejemplo proyectos de desarrollo económico, proyectos de creación de ocupación, proyectos de mejora de infraestructuras o proyectos de mejora de programas sociales. Y los ingresos generados se destinan a invertir en otros proyectos que benefician a la comunidad y favorecen su bienestar.
Los catalanes y las catalanas tendríamos que considerar la posibilidad de aplicar estos modelos, sobre todo de los fondos que permiten invertir en una cartera diversificada de activos, como por ejemplo acciones, bonos, propiedades y otros instrumentos que generan ingresos, con un enfoque orientado a preservar la estabilidad y la sostenibilidad a largo plazo del fondo. La última vez que nos pusimos manos a la obra, pudimos cambiar el destino del país. Hoy también es un buen momento para hacer cambios y dar un buen empujón privado a Catalunya que nos vuelva a potenciar económicamente, culturalmente y nacionalmente.