Hay que celebrar el reciente anuncio del Govern de la Generalitat de Catalunya de homologar las escuelas catalanas de Londres y Berlín. A partir de ahora, estos centros permitirán que los alumnos obtengan los certificados de los niveles lingüísticos B2 y C1, con el reconocimiento del departamento de Educación del Govern. En mi artículo del mes de abril, donde hablo de la diáspora catalana, ya mencioné la necesidad de estrechar vínculos con las escuelas catalanas en el exterior. Ahora también haría falta un segundo paso para conseguir que las instituciones británicas, y las de otros países, reconozcan estas titulaciones en el proceso de admisión de alumnos catalanes en sus universidades, incluyendo las universidades de Oxford, Cambridge, Saint Andrews y la London School of Economics (LSE).
Esta buena noticia me hace pensar en la importancia que tienen los idiomas en el mundo económico y cómo el hecho que dos territorios compartan una lengua siempre facilita la actividad económica mutua. Tener un idioma en común aumenta la probabilidad que existan interacciones económicas más fluidas, tanto en el comercio cómo en la inversión o la cooperación empresarial, y favorece el intercambio de ideas y de tecnología. Si, además, hay proximidad geográfica entre los dos territorios, entonces la relación todavía tiene más posibilidades de éxito y aumentar.
Por ejemplo, hace pocas semanas leía un informe del Parlamento británico sobre las relaciones económicas entre el Reino Unido e Irlanda. Estos dos estados, que comparten lengua y frontera, tienen una relación comercial de alrededor de 100.000 millones de euros anuales (85.000 millones de libras).
La megaregión catalano-occitana, ya en el año 2000, generaba económicamente más de 600.000 millones de dólares
En Catalunya, a lo largo de nuestra historia, también hemos tejido relaciones tan provechosas cómo la que hay entre los británicos y los irlandeses. Así, en un libro catalán del 1628, del abogado e historiador Andreu Bosch, ya se nos dice que la lengua catalana, que "era la ques parlava en la Provença, y tota Guiana, y la França, Gotica", era la "mes estimada" y "mes usada en la cort del Rey de França". Esta lengua, cómo detalla Bosch, era "la mateixa que entrà en Cathalunya, y de aqui a Valencia, y a les Illes de Mallorca, Menorca, Ivyça, y Cerdenya". Pues bien, gracias a este fuerte parentesco entre el catalán y la lengua de Occitania, que viene de lejos en el tiempo, se establecieron fuertes vínculos comerciales y económicos entre los dos territorios. Estas hablas nuestras, que los expertos consideran variantes de la misma lengua, o lenguas gemelas, han sido siempre un puente de prosperidad.
En este sentido, ahora hace unos años, el profesor norteamericano Richard Florida, de la Universidad de Toronto (Canadá) elaboró un mapa de las megaregiones económicas del mundo e identificó unas 40 con un movimiento económico superior a los 100.000 millones de dólares. Para hacernos una idea de la importancia de estas megaregiones, solo hay que decir que representan el 66% de la economía mundial y el 85% de la innovación que tiene lugar en el planeta. Pues bien, un detalle del cual no se ha hablado bastante es que en el mapa del profesor Florida, la undécima megaregión más potente del mundo es la que él denomina "Barcelona-Lyon" y que alcanza Catalunya, País Valencià y Occitania. Según su estudio, la megaregión catalano-occitana, ya en el año 2000, generaba económicamente más de 600.000 millones de dólares, en lo que el profesor Florida denomina Light Regional Product (LRP).
Ahora que se han acabado las elecciones, el sector público haría bien de priorizar acciones económicas, de infraestructuras y de conocimientos lingüísticos y culturales entre Catalunya y Occitania
Esto es realmente sorpresivo si tenemos en cuenta que, lamentablemente, desde la batalla de Muret, en el siglo XIII, Catalunya no ha vuelto a priorizar Occitania en sus relaciones internacionales. Hace siglos que Catalunya, por un lado, y la Catalunya del norte y Occitania, por la otra, quedaron separadas por una frontera estatal y, desde entonces, ni Madrid ni París han tenido ningún tipo de interés a potenciar la dinámica económica preexistente desde hace siglos, que siempre ha aportado prosperidad a ambas economías. Bien al contrario.
Aun así, pese a los impedimentos históricos y políticos, la relación económica catalano-occitana ha perdurado en el ámbito de la economía hasta convertirse en una de las más importantes del mundo. Por ahora, es el sector privado quien ha hecho posible que esta relación económica, ejemplar y próspera, no haya menguado y perdure a lo largo de los siglos. Ahora que se han acabado las elecciones, el sector público haría bien de priorizar acciones económicas, de infraestructuras y de conocimientos lingüísticos y culturales entre Catalunya y Occitania con el objetivo de mejorar esta relación tan beneficiosa para todos.
Finalmente, y como recomendación, el estudio del profesor Florida también nos indica el número de patentes registradas en cada megaregión del mundo. Esta es hoy una cifra esencial. En este sentido, hay que destacar que Occitania acoge cerca del 13% de los proyectos de I+D de Francia. También vale la pena recordar el nuevo proyecto europeo de armonización de patentes apoyado por 17 estados miembros, que incluye Francia, pero, en cambio, no España, que se ha mostrado dolida por el hecho que el castellano no será lengua oficial. Es evidente que los catalanes tenemos que ignorar estas frustraciones y limitaciones y focalizarnos en nuestro ámbito natural, a ambos lados de los Pirineos. Hace falta, pues, priorizar la importancia estratégica de potenciar nuestra megaregión catalano-occitana, una de las más dinámicas del mundo.