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Desde Londres: el liderazgo y la fuerza de saber decir "No"

He sido testigo de negociaciones multimillonarias en el sector privado que han acabado sin éxito porque una de las partes supo decir basta

Los catalanes hemos sabido desarrollar una habilidad negociadora que nos ha ayudado a conseguir metas económicas relevantes a lo largo de nuestra historia | iStock
Los catalanes hemos sabido desarrollar una habilidad negociadora que nos ha ayudado a conseguir metas económicas relevantes a lo largo de nuestra historia | iStock
Londres
26 de Noviembre de 2023

Catalunya es, desde hace siglos, un país de comerciantes. Los catalanes hemos sabido desarrollar una habilidad negociadora que nos ha ayudado a conseguir hitos económicos relevantes a lo largo de nuestra historia. Por ejemplo, en los siglos XIII y XIV, este talante nos permitió llevar a cabo una expansión comercial por la Mediterránea sin precedente.

Esta capacidad de llegar a acuerdos también fue clave a la hora de hacer realidad una revolución industrial en una Catalunya con unas carencias energéticas, cómo el carbón, y de materias primeras, cómo el algodón, evidentes en comparación a otros países europeos. Esta práctica pactista también ha permitido ganancias políticas importantes cómo, por ejemplo, la cesión del Reino de Aragón a Ramon Berenguer IV, gracias a los capítulos matrimoniales de Barbastro (1137), o la integración de Sicilia a los dominios catalanes (1282).

Aun así, la historia también nos demuestra que a veces hace falta no negociar, es decir, hay que saber decir "No" y no ceder o, incluso, saber romper pactos para poder obtener ganancias futuras.

A veces hace falta no negociar, es decir, hay que saber decir "No"

Por ejemplo, en 1938, cuando el primer ministro británico Neville Chamberlain firmó el acuerdo de Múnich por el cual el Reino Unido permitía la anexión de los Sudetes por parte de Hitler, Winston Churchill, entonces diputado raso en el Parlamento británico, calificó el acuerdo del líder de su partido conservador de derrotatotal. Dos años después, en 1940, y ya como primer ministro, bajo mucha presión política para salir adelante un pacto con la Alemania nazi, Churchill decidió no ceder y continuar luchando. Seguramente hoy el mundo sería muy diferente si hubiera decidido pactar.

Independientemente de si se está de acuerdo o no con la figura de Churchill, él fue un líder que supo decir que no. Henry Kissinger, en su libro Liderazgo: seis estudios de estrategia mundial (2022), también nos ayuda a entender la lógica de Churchill cuando dice que, en mayo de 1953, un estudiante de intercambio norteamericano preguntó al cabo británico cómo se podría preparar para afrontar los retos del liderazgo. "Estudia la historia. Estudia la historia", fue la respuesta contundente de Churchill, "en la historia hay todos los secretos del oficio de gobierno". Este es un buen consejo que los catalanes, grandes desconocedores de nuestra propia historia, haríamos bien de no olvidar nunca.

El momento político y económico actual tendría que permitir el surgimiento de un liderazgo histórico

El programa de Negociacióny Liderazgo de la Facultad de Derecho de Harvard reconoce que el componente más desafiante de un buen estilo de liderazgo es saber decir que no cuando toca. Y Aaron David Miller, negociador americano durante los procesos de negociación entre árabes e israelíes durante los años noventa y principios del siglo XXI, nos recuerda en su libro The end of greatness (2014) las condiciones que permitirían el surgimiento de un líder histórico para una nación. Y estos requisitos son los que él denomina las tres C, es decir, una crisis que amenaza gravemente la nación y prepara el escenario para el cambio histórico; el carácter de un presidente, que incluye aspectos que impulsan un liderazgo efectivo; y la capacidad para elegir los asesores adecuados, gestionar el parlamento, el partido, la prensa y, sobre todo, ver en una crisis la manera de crear las bases de un cambio transformador.

En Catalunya, el momento político y económico actual tendría que permitir el surgimiento de un liderazgo histórico. Este liderazgo político y económico tendría que saber llevar a cabo los pactos acordados -no olvidamos que las decisiones e indecisiones políticas tienen un impacto directo en la economía-, pero también tendrían que estar preparados para decir basta o, incluso, para saber romper acuerdos y puentes de diálogo si las circunstancias así lo recomiendan. Y siempre hay que entender el decir "basta" cómo un paso adelante que fortalece nuestra posición negociadora de cara a la próxima vuelta, no cómo una oportunidad perdida.

Los catalanes haríamos bien de entender el poder y la fuerza de decir "No"

He sido testigo de negociaciones multimillonarias en el sector privado que han acabado sin éxito porque una de las partes supo decir basta. Con todo, esta negativa derivó en oportunidades posteriores, que permitieron acuerdos que fortalecieron la posición de la parte que dijo basta, incluso por encima de lo que se hubiera conseguido si se hubiera cedido en un primer momento.

La historia es llena de ejemplos de este tipo, de acuerdos que han permitido hacer avanzar países, empresas y sociedades. A la vez, también hay una lista larga de casos donde decir basta fue un acierto. Los catalanes haríamos bien de entender el poder y la fuerza de decir "No", sobre todo si aquello acordado no se cumple.