La historia del inventor del Monopoly, Charles Darrow, es una metáfora perfecta del que representa el juego. Afectado por la Gran Depresión del 1929, Darrow malvivía sin ningún trabajo fijo hasta que diseñó un juego de mesa, con un azulejo donde aparecían las calles más populares de Atlantic City y en que los jugadores tenían que competir para ver quién se hacía con más propiedades. El 1934 enseñó aquel juego a la empresa de juguetes Parker Brothers, que le compraron los derechos para su fabricación.
Sólo un año después, el juego vendía a un ritmo de 20.000 copias semanales, convirtiendo a Darrow en un empresario multimillonario. Tanto el Monopoly como Darrow reúnen las esencias del capitalismo. También la ambición y la carencia de escrúpulos. En su negociación con Parker Brothers se olvidó de comentar que, en realidad, aquel juego sólo era una versión del The Landlord's Game, creado por el activista Elizabeth Magie 30 años antes.
Tanto el Monopoly como Darrow reúnen las esencias del capitalismo. También la ambición y la carencia de escrúpulos
Magie era una rara avis de la suya era. Nacida el 1866 en Illinois, llegó a los 40 años presumiendo de su soltería y libertad. Mientras sus amigas y conocidas se casaban y producían hijos en serie, ella iniciaba un camino en solitario como escritora, actriz de teatro, ingeniera y activista con dos causas: el feminismo y la lucha contra los efectos perversos de la propiedad. "Las mujeres no somos máquinas, sino que tenemos una mente, deseos, esperanzas y ambiciones", declaraba después de publicar un anuncio en el diario en el cual se vendía al mejor postor como "joven esclava norteamericana". Un truco publicitario revolucionario por la época tanto por las formas como por el mensaje.
Si la lucha por los derechos de la mujer le venían de su espíritu rebelde, las protestas contra la propiedad eran una herencia paterna. James Magie fue un editor de diarios y un político antimonopolista obsesionado con el libro Progreso y pobreza, del economista Henry George. La tesis de este clásico viene a decir que el monopolio de la tierra provocaba que unos pocos se enriquecieran a expensas de construir edificios y empobrecer al resto con alquileres. La solución por George implicaba grabar la tierra, que entendía como un derecho universal, y reinvertir el impuesto en la comunidad.
Siguiendo las ensenyances de su padre, Magie se convirtió en una entusiasta de los ideales de George y quiso universalitzar su visión del capitalismo y la propiedad a través de un juego de mesa. Ella fue la primera a crear juego en forma de circuito por el cual había que avanzar. A cada casilla le dio un nombre de calle y un precio. Hasta aquí, el que conocemos como Monopoly. La diferencia es que aquel The Landlord's Game original vendía con dos libretos de reglas diferentes.
El primero permitía jugar a la opción 'Monopolista', en el que el objetivo es acumular propiedades y cobrar rentas al resto de jugadores hasta arruinarlos. En cambio, en la versión 'Prosperidad' todos los jugadores ganaban cada vez que alguien se hacía con una propiedad, siguiendo los principios de Henry George, y el juego se acababa cuando el participante que había empezado siendo más pobre conseguía doblar su patrimonio.
Así pues, el Monopoly original tenía como objetivo evidenciar las perversiones del sistema de propiedades que imponía el capitalismo y aportar una alternativa. El 1904, Magie patentó el juego y muy pronto se popularizó entre los estudiantes de Economía más progresistas de universidades como Harvard y Columbia. De hecho, en algunas de estas comunidades se hicieron reversiones del juego, que se extendieron por todos los Estados Unidos.
Magie había creado un fenómeno que no supo rentabilizar en el ámbito comercial. A pesar de tener la patente, hasta el 1910 no puso a la venta ninguna versión oficial del juego. En aquel tiempo, la difusión del juego estaba fuera de su control. La otra cara de la moneda la representa Charles Darrow que, en un golpe de suerte, se encontró delante de un juego exitós del cual nadiereclamaba los méritos intelectuales. Él fue el primero a reclamar la autoría del invento y, en el juego del Monopoly, la oportunidad está por encima de la verdad.