En noviembre del 2020 Mario Rodríguez anunció que dejaba la dirección de Greenpeace España, la organización que había dirigido desde el 2012 y de la cual había formado parte desde 1992. Avisó con tiempo, quería una transición tranquila, facilitar el traspaso. Y por eso no dejó el cargo hasta siete meses más tarde. Él es de los que cree que "una década es más que suficiente para desarrollar un proyecto". Nos lo explica a VIA Empresa en el marco del Cornellà Creación Fòrum: "En la dirección se tiene que estar el tiempo justo y después saber dar paso".
Después de casi diez años al frente de Greenpeace España, de haber dedicado su vida a abordar la emergencia climática desde el activismo, en el tiempo de descuento se topó por sorpresa con una emergencia sanitaria, social y económica que lo sacudió todo: la covid-19.
¿La covid-19 hizo que nos olvidáramos del medio ambiente?
La covid-19 obligó a dejar la emergencia climática en un segundo plano, pero en el fondo la ha ayudado, o la ayudará. Al vivir una situación de emergencia como la que hemos vivido, que exige medidas rápidas, cambios drásticos e inversiones brutales, nos puede dar pistas como sociedad sobre cómo podemos afrontar la emergencia climática. De estas crisis tan duras, se aprende. De hecho, de los fondos Next Generation europeos, que se generan después de la pandemia, el 40% está destinado a la transición verde. O sea que hay una conexión. Yo creo que la pandemia nos ha conectado con el medio ambiente.
"La gente es más inteligente de lo que a veces se piensan los dirigentes"
Pero muchas de las medidas tomadas a raíz de la pandemia han ido en contra del medio ambiente. Hemos hecho un uso exagerado del plástico.
Es una realidad. El aumento de la fabricación de productos como materiales de protección sanitaria, mascaretes, EPI, toallitas, geles hidroalcohólicos y la tendencia de volver a envolverlo todo en plástico es una realidad. Pero yo creo que la gente es más inteligente de lo que a veces se piensan los dirigentes. La gente es consciente que es una situación totalmente coyuntural. Porque si te fijas, en cuanto a los supermercados o la vida cotidiana, no ha habido un incremento del uso de plásticos.
Con la pandemia, y de hecho también con la invasión rusa de Ucrania, nos hemos dado cuenta que las emergencias pueden hacerse realidad.
La gente ha tomado conciencia que pueden existir emergencias globales. Aunque la emergencia climática es generalmente una emergencia declarada pero no percibida.
"La emergencia climática es generalmente una emergencia declarada pero no percibida"
En España, por ejemplo, se declaró la situación de emergencia climática en el Parlamento en el 2019, pero está siendo como la fábula de la rana en una olla de agua hirviendo. Como el agua se va calentando despacio, la rana no percibe el impacto y acaba escaldada. El cambio climático es lo mismo. Lo estamos viviendo, pero como es de una forma tan sumamente dilatada en el tiempo, no nos damos cuenta.
En cambio, con la pandemia, hemos visto el impacto directo de manera rápida. Hay una sensación de emergencia porque todo es rápido, impactante y urgente. Y además, afecta globalmente, a ricos y pobres. Y si afecta a todos, la probabilidad que se solucione es mayor. Si afectase sólo a los pobres, seguramente tardaría más.
"En el fondo, la guerra de Ucrania facilitará el camino hacia la transición energética"
¿Y la guerra de Ucrania de qué manera se vincula a esta emergencia?
En el fondo, la guerra de Ucrania facilitará el camino hacia la transición energética. Una parte importante del debate en Occidente se ha orientado a la dependencia energética. Ahora se ve muy negro, porque sube la electricidad, la energía, los combustibles... Pero la gente empieza a ver que un cambio de modelo energético no es tan caprichoso como parecía, que afecta las facturas.
Dependencia energética...
En el debate de las energías renovables, donde llevo trabajando 30 años, antes te podían decir que la implantación de las renovables iba en beneficio de las eléctricas de siempre. Si y no. Tú ahora tienes la posibilidad de ponerte una placa solar en tu tejado y tener la opción de conectarte en la red para vender el excedente, que pocas veces pasa, o solicitar el que te falta con la red; o directamente independizarte teniendo acumuladores. Es decir, ha surgido una opción de soberanía energética para aquellos que no quieran pagar a una eléctrica. Y esto antes no existía.
No existía porque una ley lo dificultaba.
Exacto. El impuesto al sol. Y realmente en el momento en el que un gobierno ha dicho "no voy poner a trabas", la gente ha respondido. Antes era difícil que la gente viera que las renovables son más baratas que el gas, la energía nuclear o el carbón. Pero ahora lo han notado en la factura: el precio por el kilovatio por hora es más barato. Además hay ayudas, los instaladores te facilitan toda la burocracia y están surgiendo nuevas fórmulas que lo facilitan, como el autoconsumo colectivo: una comunidad de vecinos puede plantear su propia comunidad energética, su propia comercializadora. Y los números salen.
Gente que hasta ahora no se había planteado ponerse placas, ahora quizás lo hacen por pragmáticos, no por ecologistas. Y esto es un cambio muy importante.
Parece que la transición energética, que forma parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es una de las luchas climáticas que más presente tenemos como sociedad, en el ámbito político y empresarial. ¿Cuáles son los grandes olvidados?
La grande damnificada es la biodiversidad. Nos hemos olvidado de una cosa fundamental: el hogar en el que vivimos. Si las soluciones que tenemos que tomar para combatir el cambio climático producen un incremento de la crisis de biodiversidad, entonces estamos haciendo las cosas mal. Las renovables son necesarias, pero no se pueden conseguir de forma que degraden la biodiversidad.
Los océanos son los otros grandes olvidados. Y eso que tienen un papel crucial en la lucha contra el cambio climático porque son el gran sumidero de CO2. Tenemos un problema con las aguas internacionales, que no pertenecen en ningún gobierno, y representan unas 200 o 300 millas.
También el tráfico de residuos. Hace poco veíamos cómo llegaban los residuos peligrosos de Montenegro al vertedero de Nerva, en Andalucía; o los residuos plásticos españoles a Malasia. Los hay en todas las direcciones.
También, en parte, la contaminación. Se habla de la contaminación del tráfico, pero no de la derivada del mundo rural. La intensificación y la industrialización agraria y ganadera tienen mucho impacto en la contaminación y en la biodiversidad.
"La industria alimentaria está haciendo mucho, pero el modelo hacia el que vamos no es sostenible"
¿Pero la industria alimentaria se está poniendo las pilas, no?
La industria alimentaria está haciendo mucho, pero el modelo hacia el que vamos no es sostenible. Es evidente que aquello macro casa mal en el territorio. Cuando haces concentraciones de producción ganadera o agraria, el impacto en la contaminación o la destrucción del hábitat es muy grande.
Te pongo un ejemplo: las concentraciones de granjas porcinas en Catalunya y Aragón. O los regadíos en Almería y Múrcia. El territorio no soporta tanta tensión. Yo no digo que no se tengan que producir estos alimentos para consumo exterior, pero no podemos exprimir así la tierra para conseguir cinco cosechas al año, o que la concentración de cerdos produzca una contaminación de amoníaco inaceptable. De hecho, España incumple todos los límites de contaminación de amoníaco.
Y usted, ¿qué causas no se ha permitido olvidar y se han convertido en hitos de su trayectoria en Greenpeace?
Me voy con tres cosas. Una fue el anuncio del plan de cierre de las centrales de energía nuclear, en el 2019, después de haber luchado durante mucho tiempo, y de haber vivido muchos años antes el cierre de la central de Garoña (2012), en Burgos, y la de Zorita (2006). Otra fue el anuncio del cierre de las centrales térmicas de carbón, que además fue un proceso bastante muy bien y justo, con pactos con los mineros. Y hay otra muy importante, más de visión, y es que socialmente está asumido que se tiene que hacer una transición ecológica y que ésta tiene que ser justa. Pensar que un cambio de modelo estaría en la agenda europea hace cinco años era impensable.
Ya están asentadas las bases. Ahora ya es cuestión de cómo se hace o con cuánto dinero.
"La utopía es buena si te sirve de norte, pero se convierte en un problema si significa que rechazarás cualquier pequeño avance"
En esta lucha por unos ideales, se habrá llevado decepciones.
Sí, y por eso procuro combinar el idealismo con el pragmatismo. Proponer cosas aparentemente factibles es fácil, pero implementarlas en un mundo complejo y desigual es más difícil. La lucha ecológica se mueve dentro de la imperfección.
La utopía es buena si te sirve de norte, pero se convierte en un problema si significa que rechazarás cualquier pequeño avance.
Póngame un ejemplo de esta imperfección.
Yo ahora mismo tengo un coche de gasolina y he decidido que hasta que no lo exprima al máximo no compraré uno eléctrico. Priorizo el ciclo de vida útil del producto, que para hacerlo se han utilizado materias primas y se ha consumido energía.
Puede ser ejemplar que alguien se compre un coche eléctrico y también que alguien acabe de agotar el suyo. Me he movido en los grises, y es correcto.
¿Alguna decisión más que nos traslade a su activismo cotidiano?
He decidido ejercer de consumidor activo. Procuro comprar en las tiendas de comercio local, aunque no siempre puedo. Y cuando tengo que ir a comprar a una gran superficie, me deshago de todo el embalaje extra que hay en los productos. Como manzanas envueltas en plástico. Y les digo: "disculpe, sin acritud, esto es suyo, yo no lo quiero". Con esto quiero lanzar un mensaje, que no es confrontativo ni ofensivo, pero que a la larga y si somos muchos, sensibiliza y llega. Creo que muchos pequeños actos cotidianos pueden llegar a producir un gran cambio.
"Los blancos y negros son necesarios. Justamente para presionar los grises a moverse. Y yo ya he estado durante años en el blanco y negro"
El activismo profesional, pero, no lo ha abandonado. Ahora es director asociado de transición justa y alianzas globales en ECODES, una ONG que trabaja para el desarrollo sostenible ubicada en Zaragoza. Un gran cambio.
Estoy en un momento en el que me interesa moverme en los grises, en las imperfecciones. Estoy aprendiendo a valorar cosas que antes no valoraba: los pasos que hacen empresas no perfectas. Los blancos y negros son necesarios. Justamente para presionar los grises a moverse. Y yo ya he estado durante años en el blanco y negro. ECODES es para mí salir del área de confort.
¿Las transiciones son de imperfectos?
Lo son. Y un gran reto.