'Moneyball', la gestión de grupo y de capital empieza desde la soledad

La cinta de Bennet Miller muestra cómo el equipo con menos recursos de las Grandes Ligas de Béisbol consiguió competir con los mejores con un peculiar sistema

El personaje de Brad Pitt, Billy Beane, pasa más tiempo de pantalla sin acompañante que con gente | Columbia Pictures El personaje de Brad Pitt, Billy Beane, pasa más tiempo de pantalla sin acompañante que con gente | Columbia Pictures

El mundo de la empresa y el del deporte siguen trayectorias similares. A menudo, hay quien se equivoca y confunde una con otra. Ocurre en todos los sectores y en cualquier país. También en Moneyball (2011), dirigida por Bennet Miller, donde varios personajes le recuerdan a Billy Beane que en el béisbol las decisiones no se pueden tomar a partir de los datos. Que en el deporte hay que ir un paso más allá y mirar a los intangibles para poder ganar. Pero fue la filosofía de Beane y no la de ellos la que marcó un antes y un después en la Major League Baseball (MLB) de Estados Unidos. La que provocó que se rodara este biopic, que es un homenaje aún vigente a la gestión de grupo y de capital y que, a pesar de ser una película sobre béisbol, es perfectamente aplicable a la empresa.

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En 2002, la MLB no encontró un nuevo talento extraordinario, ni tampoco ninguna táctica revolucionaria. Nadie inventó ninguna posición. La novedad estuvo en los despachos: el general manager de los Oakland Athletics, Billy Beane (Brad Pitt), ideó una fórmula que garantizó que el suyo fuera el equipo más competitivo de la liga por "solo" 42 millones de dólares. Una cifra ridículamente baja si la comparamos con la de los New York Yankees, que ese curso gozaron de una plantilla de 140 millones de dólares. Al final de la liga, ambos equipos consiguieron la misma cantidad de victorias.

Antes, sin embargo, hay que entender lo que sucedió en la pretemporada. A finales de 2001, los grandes equipos de la liga se llevaron a los mejores jugadores del humilde proyecto de los A's. Beane se vio obligado a reconstruir la plantilla, pero estaba harto de no contar con un presupuesto a la altura de su ambición. Él era el único que lo veía así. El resto, desde el propietario del club hasta cualquier miembro de la red de ojeadores, tenía muy claro que eran un equipo pequeño y que sus aspiraciones tenían techo.

En cambio, Beane era un soñador. Extalento frustrado, durante la juventud renunció a su prometedora carrera académica para jugar al béisbol. Un cazatalentos le dijo un día que tenía potencial para ser de los mejores, pero la realidad resultó muy diferente. Beane sólo duró cinco años en la MLB y se retiró porque no era lo suficientemente bueno para jugar en la élite. El deporte le debía una, y el tope financiero no sería un impedimento.

Con el sistema 'Moneyball' de Peter Brand, los A's detectaron jugadores infravalorados en la liga que cubrían una función muy concreta por cada posición

Su vida cambió cuando conoció a Peter Brand (Jonah Hill), un graduado en economía de Yale con ideas radicales sobre la evaluación de los jugadores. El joven tenía un sistema basado en el big data llamado Moneyball, por el que sabía detectar a jugadores sobrevalorados e infravalorados en la liga. Aquello supuso una pequeña luz en la oscuridad de la vida de Beane: ¿y si ese programa podía hacerle ganar el anillo de campeón con el presupuesto más bajo?

De la mano de Brand, contrató a los mejores efectivos relación calidad-precio adaptado a su presupuesto. Es decir, fichó exactamente el perfil que necesitaba para cubrir una función muy concreta. Incluso planteando reconversiones de posiciones. Era una locura, casi un suicidio. Muchos de ellos eran prácticamente jugadores semirretirados o brutalmente devaluados por el resto de equipos. "Un estanque de patitos feos", como decía Brand. Nadie en el club creyó en el proyecto, ni siquiera su entrenador, Art Howe (Philip Seymour Hoffman).

El técnico, factor X del sistema

Art Howe (Philip Seymour Hoffman) dirigint als A's | Columbia Pictures
Art Howe (Philip Seymour Hoffman) dirigiendo a los A's | Columbia Pictures

Aunque los cálculos del ordenador apuntaban a que se encontrarían en las primeras posiciones, los A's habían comenzado la temporada con 10 derrotas, y acumularon unas cuantas más, hasta llegar al punto de que el cargo de Beane ya estaba en riesgo. Además, nadie podía responder por él, ya que se había puesto a todo el club en contra por su "idea suicida". Incluso había despedido a gran parte de su red de captación por fuertes discrepancias.

Desde el punto de vista de Beane y Brand, el problema no era el sistema, sino que Howe no estaba alineando a los jugadores tal y como ellos habían previsto. Éste fue uno de los grandes errores de la temporada del Moneyball: a pesar de representar la fuerza colectiva que pueden crear pequeñas piezas individuales, era necesario que el gestor del grupo (el entrenador, en este caso) también estuviera de acuerdo con el plan. Y Howe no creía. Pero Beane no intentó convencerle. Su ego no podía permitirse tantas negativas. Así pues, traspasó a los jugadores que el técnico estaba alineando y que impedían que se jugara de la forma prevista. Obligado por el contexto, Howe cedió. Y entonces, todo cambió definitivamente.

La soledad, el gran subtexto de 'Moneyball'

En este punto de la historia, Beane tenía dudas sobre lo que hacía. A pesar de ser el general manager, nunca estaba cerca de los jugadores. No los saludaba, ni conversaba con ellos. No los conocía, en general. Actuaba de este modo porque consideraba que así sería más fácil prescindir de ellos cuando fuera necesario. El aislamiento de Beane era tan grande que ni siquiera veía los partidos. Cada vez que los A's jugaban, él aprovechaba para entrenar, coger el coche o desconectar en general. Eran pequeñas manías personales que involuntariamente estaban frenando el proyecto.

Billy Beane era un hombre solitario dirigiendo un transatlántico del deporte norteamericano y obsesionado con sus fracasos

La película no sólo trata sobre el Moneyball, sino que habla de la soledad. El personaje de Pitt aparece casi más rato solo en pantalla que con la compañía de alguien. Lo vemos sentado solo en unas gradas, conducir solo, entrenar solo, pensar solo. Incluso vive solo, lejos de su hija, que tenía que coger un vuelo para verlo. Sin embargo, ella era el único vínculo sentimental que le quedaba fuera del trabajo, ya que su expareja tampoco estaba cerca: aunque su relación era buena, ella ya había encontrado a un nuevo compañero sentimental. Billy Beane era, pues, un hombre solitario dirigiendo un transatlántico del deporte estadounidense y obsesionado con sus fracasos.

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El hielo de su soledad empezó a deshacerse una vez se vio contra las cuerdas. Pese a no ser el entrenador, se obligó a acercarse a la plantilla para motivarles, hablar con ellos y construir un ambiente familiar. Una de las metáforas de la película es la famosa máquina de refrescos. A principios de temporada, incluso los jugadores tenían que pagar un dólar para comprar una lata dentro del vestuario. Algo extremadamente inusual y que señalaba la falta de unión y de sentimiento de equipo. Una vez que Beane inició el acercamiento, se dio cuenta de problemáticas aparentemente minúsculas como ésta y las solucionó. Incluso la forma de prescindir de los descartes fue mucho más emotiva. Y por primera vez en años, se planteó ir a mirar a los partidos in situ.

El éxito de los A's: trascender

Con la reconfiguración de la plantilla y la nueva dinámica del vestuario, los A's ganaron 20 partidos consecutivos. Fue la mejor racha de la historia de la liga. Semana tras semana, el equipo escalaba posiciones y se consideraba ya como uno de los grandes favoritos para ganar el título. El estanque de patitos feos se había convertido en un nido de preciosas ocas. Pero ésta no es una ficción de Hollywood, sino un biopic. Y la vida real es mucho más dura y fea que las ficciones. Una vez llegados los playoffs, el equipo fue eliminado y el sueño del título se desvaneció de golpe.

Pese a la derrota, Moneyball nos muestra algo. Posiblemente, lo más complicado del deporte (y de cualquier empresa): trascender. A veces, ganar no es suficiente. Beane no era feliz cuando su equipo se convirtió en el primero de la historia que lograba 20 victorias. Quería el anillo de campeón. Pero vencedores en la historia hay muchos, uno cada año. En cambio, escuadras con más triunfos consecutivos de la historia sólo hay una en todos los tiempos. Los Oakland Athletics de 2002.

Billy Beane (Brad Pitt) i Peter Brand (Jonah Hill) al despatx | Columbia Pictures
Billy Beane (Brad Pitt) y Peter Brand (Jonah Hill) en el despacho | Columbia Pictures

Este concepto se refuerza con una bonita metáfora que le muestra Brand en su despacho: un vídeo de un bateador que hace un homerun y no lo ve porque resbala mientras corre hacia la primera base. Está tan acostumbrado a caerse y ser eliminado que no se da cuenta de que acaba de hacer la jugada de su vida. Un ejemplo perfectamente aplicable a Beane, que ignoraba el peso de las 20 victorias y del sistema que acaba de implantar para siempre por ser eliminado en los playoffs.

Precisamente esta visión es la que le motivó a rechazar la mejor oferta de la historia de la liga: 12,5 millones de dólares por ser el mánager de los Red Sox de Boston. Dijo que no porque lo más difícil ya lo había hecho: trascender en la historia del deporte con el presupuesto más bajo de la liga. Dos años después, con otro manager, los Red Sox ganaron la MLB con el sistema del Moneyball. Lo hicieron sin Beane, pero ese triunfo certificó de nuevo el éxito de su idea. Una década más tarde, el Moneyball empezó a aplicarse en el fútbol europeo, en el Liverpool FC, club propiedad del mismo grupo que los Red Sox: Fenway Sports Group.

'Moneyball' muestra un camino hacia el éxito plagado de sufrimiento y de inseguridades y que no se recompensa con una victoria final

Moneyball es una de las mejores películas que se han hecho nunca sobre el deporte porque muestra un camino hacia el éxito plagado de sufrimiento y de inseguridades, pero que no se recompensa con una victoria final. La cinta de 133 minutos de Miller fue nominada a seis Oscars: mejor película, actor principal (Brad Pitt), actor secundario (Jonah Hill), guion adaptado (Aaron Sorkin, de quien ya hablamos), montaje y sonido. No ganó ninguno, pero tampoco lo necesitaba. Curiosa metáfora de la historia que explica.

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