La historia no siempre es justa con los pioneros. AntesdeSteve Jobs hubo un Jack Frassanito, un Robert Johnson décadas antes del estallido de Jimi Hendrix, el recordadíssim J.R.R. Tolkien que inspira a George R.R. Martin o Matthias Sindelar, que gambejava –y se enfrentaba al fascismo- mucho antes que los Pelé, Maradona o Messi se dedicaran a perforar porterías. The Walt Disney Company cerró el último año fiscal con unos beneficios de 12.598 millones de dólares, generados por los centenares de productos derivados de su mundo de fantasía. Todo un imperio que se sostiene bajo las icónicas orejas de Mickey Mouse, su personaje estrella, creado el 1928, y que todavía hoy es el principal reclamo de la marca. El genial ratón es el estandarte de un gigante, pero no fue la primera creación de Disney. Antes de la aparición de Mickey, el mundo aplaudía las historias de Oswald, el conejo de la suerte.
Walt Disney entró al mundo de la animación en 20 con la producción de la serie Alice Comedies. Estos cortos de 10 minutos, que el ilustrador producía con su socio Ub Iwerks, introducían una actriz dentro de un mundo de dibujos animados. Un formato que la compañía explotó años después con películas como Mary Poppins, pero que entonces todavía andaba a tientas por el escaso desarrollo de la animación gráfica.
Después de 57 capítulos de notable éxito, Disney e Iwerks deciden abandonar el proyecto para centrarse, precisamente, en la animación de dibujos. La oportunidad los surge cuando Universal se pone en contacto con ellos pidiéndolos la creación de un personaje que pudiera convertirse en el icono de la compañía. En aquel momento, el dibujo estrella era Fèlix el Gato, por el que la empresa puso como condición evitar los felins.
Con estas directrices, Disney e Iwerks deciden aprovechar la oportunidad para crear un dibujo totalmente revolucionario. Querían diseñar un personaje que, por primera vez, tuviera una personalidad, un comportamiento y una interacción con su mundo totalmente humana, a diferencia de los dibujos animados existentes hasta entonces, mucho más planos. Así es como crearon un conejo en blanco y negro, que se caracterizaba principalmente para traer pantalones y por sus grandes y curiosas orejas.
Después de un piloto rechazado por la compañía, Oswald debuta el 1927 con el corto Trolley Troubles, en el que el conejo ejerce de maquinista en un tren asediado por todo tipo de inconvenientes. En aquel momento, los cortos de animación eran un simple entretenimiento que precedía a la proyección de las grandes películas, pero el inmediato éxito del personaje lo convirtió en estrella principal.
En pocas semanas, la imagen de Oswald the Lucky Rabbit se imprimía en pinos, material escolar y xocolatines. En paralelo, el equipo de Disney e Iwerks crecía hasta los 20 trabajadores, que, en un solo año, produjeron 26 películas.
Convencido de su poder dentro de la compañía, Disney se reúne con el directivo de Universal, Charles Mintz, para pedir un aumento en la partida destinada a Oswald. La respuesta fue del todo inesperada: Mintz no sólo le negó la subida presupuestaria, sino que le exigió una reducción del 20% en los gastos de sus películas. Podría parecer una jugada suicida, pero el directivo sabía que el contrato entre las dos partes daba la propiedad intelectual del conejo a Universal.
El resultado de la reunión fue la salida de Disney e Iwerks de Universal, renunciando a continuar con las historias de Oswald. Mintz, por su parte, creó su propio estudio, quedándose con los antiguos trabajadores de Disney, y consiguió la licencia de Universal para dar continuidad a las historias del conejo.
El karma castigó Mintz pocos meses después de jugársela a Disney. Universal no estaba conforme con el cambio de rumbo que el productor le quería dar a Oswald y rápidamente le otorgó la licencia a Walter Lantz. El ilustrador creó hasta 140 cortos del conejo entre el 1929 y 1943, desarrollando un personaje cada vez más realista y alejado del original. No es casualidad que el dibujante más destacado del equipo de Lantz fuera Tex Avery, que años después crearía el gran grueso de personajes de los Looney Tunes, entre los cuales destaca Bugs Bunny.
Por su parte, Disney e Iwerks decidieron empezar de nuevo con su propia productora. Para hacerlo, necesitaban su propio personaje y las opciones de gatos y conejos estaban gastadas, así que optaron para crear un simpático ratón. El 30 de diciembre de 1928 se estrena Steamboat Willie, el primer éxito de Mickey Mouse. Un personaje que, de nuevo, destaca para vestir pantalones y por sus carismáticas orejas.
Después de años al olvido, el 2006 The Walt Disney Company recupera los derechos de Oswald e introduce el personaje en los parques de atracción de Tokyo y California. Cómo si volviéramos a los años '20, su éxito fue fulgurante, y el 2013 los fans de la marca votan el conejo como su personaje preferido. Desde entonces, Oswald ha compartido protagonismo con Mickey en toda clase de productos y en la portada del videojuego Epic Mickey. Pionero y sucesor se dan la mano 90 años después.