Si tuviese que seleccionar el top 5 de conversaciones de mi vida, probablemente una de ellas se dio en el Mystic Hotel de San Francisco la noche del primero de septiembre de 2018. Me citaron ahí el amigo Carlos Serrano y su novia (desconocida para mí en ese momento) Paola Santana, que según Forbes era una de las 50 mujeres con más poder en América Central y una de las 10 personas más relevantes del sector tecnológico menor de 35 años según los rankings de Linkedin.
La ciudad del Golden Gate es probablemente una de las urbes en las que hacer turismo a pie requiere pasar pruebas de esfuerzo previas, y probablemente yo no estaba preparado para esa experiencia que tuve durante el día engañado por mis anfitriones Yuri y Claudia, así que llegué a mi cita con Carlos y Paola literalmente exhausto. Por suerte, nada que uno o dos Negronis no consiguieran remontar. Y como Sabina, nos dieron las diez y las once, hasta llegar a las 4 de la madrugada degustando un Kebab en un antro donde la persona que nos sirvió (procedente de Pakistán si mal no recuerdo) me chapurreó en catalán, me profesó su amor al Barça a pesar de no haber pisado en su vida el Camp Nou ni siquiera Catalunya e incluso me tarareó una canción de Manel. Juro que no bebí más de 3 cócteles en toda la noche.
Esa noche con Carlos, Paola y más colegas que se sumaron posteriormente al encuentro estuvimos hablando de cómo la disrupción de Silicon Valley estaba marcando nuestros esquemas vitales y cómo eso iba a transformar todo el concepto de la humanidad, economía y gobierno. Paola, natural de República Dominicana después de graduarse en Derecho obtuvo un empleo en el gobierno de su país natal. Llegó, vio y venció. Venció autoconvenciéndose de que ella podía tener el poder de ayudar a los gobiernos a ser más eficientes y decidió dar el salto a los Estados Unidos a vivir su sueño americano.
Paola triunfó con su primera startup, Matternet. Una compañía de transporte logística mediante drones, y tenía el propósito de adentrarse en su segundo proyecto, diseñar la disrupción para los sistemas de compra publica por parte del gobierno. Aquel verano en que la conocí estaba en la fase preliminar de sentar las bases de Social Glass y en concreto de su producto “Micro” o lo que vendría a ser el “Amazon de la compra pública”.
Nada más visionario que en tiempos de coronavirus poder ofreceros esta entrevista. Una mujer que gracias a su ingenio está ayudando a transportar material sanitario mediante drones programados a zonas de difícil acceso y ayudando a los gobiernos federales de EEUU a comprar desde su Marketplace, material sanitario sin chapuceros de primer orden intermediando con EPIS, test o mascarillas.
Disfruten como muestra de cómo podrían ser los gobiernos del futuro.