La carrera de actriz de Paz Padilla ha sido siempre marcada por un mismo tipo de personaje: de orígenes humildes, fáciles de engañar, con pocos conocimientos y, a veces, marginales. El último ejemplo es la Chusa, la popular drogodependent a quien da vida a La que se avecina. Pero la realidad es que el humorista y presentadora tiene más en común con las celebrities que entrevista a Sálvame cuando coge el relevo de Jorge Javier Vázquez que no con sus alteregos a la ficción. Después de tres décadas de carrera bajo los focos, Padilla despierta la admiración de sus compañeros después de haber acumulado y gestionado un patrimonio a la altura de las grandes estrellas de la pantalla, pero con un salario muchos golpes menor. Buena parte del secreto de su éxito han sido sus inversiones en propiedades rurales.
Paz Padilla se estrenó como humorista a finales de los años 80. A pesar de conseguir ser una cara reconocida a escala estatal en poco tiempo, siguió combinando sus apariciones a la televisión con su trabajo como enfermera. No fue hasta el año 1996 que la presentadora dio el paso que muchos de sus compañeros de profesión hacen luego que salen por pantalla: crear una sociedad para gestionar su patrimonio.
A través de la firma Polboart, Padilla empezó una serie de inversiones de bajo perfil. Nada de poner capital en aventuras tecnológicas ni en sistemas de especulación. La presentadora se centró en la compra de propiedades rurales hasta acumular a día de hoy ocho viviendas que generan un activo de dos millones de euros a la empresa.
La lista de la compra de Padilla empezó con un piset en su Cádiz natal, un bajo a la misma ciudad y una vivienda en Premià de Mar. Poco después pasaría al negocio del turismo rural, con la compra de Can Miquelet , un masía del año 1700 situada al municipio de Vilamarí en el Pla de l'Estany. La propiedad suma cuatro hectáreas y se alquila más 3.000 euros a la semana y 1.000 euros el fin de semana durante los meses de verano.
Un precio alto, pero con servicios equivalentes: piscina interior para el invierno, cama exterior, decoración de lujo y todo tipo de opciones de ocio para tener entretenida los niños.
La casa rural del Pla de l'Estany es la joya de la corona del imperio de Paz Padilla, pero no su única fuente de ingresos. Al alquiler de sus casas repartidas por todo el estado se suman los dos bares que ha abierto en estos años. El último, el pasado mes de abril, a la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón.
Los Tunantes de la Villa es un local de tapas gurmet que promete transportar los clientes al ambiente de los bares andaluces, tanto por el tipo de comer como por la oferta de ocio. Paz Padilla ha participado en su construcción encargándose de todo tipo de tareas: la pintura, el mobiliario y, según explica, incluso la instalación eléctrica. Quizás una de las claves de su éxito también es el ahorro.