El marketing de la sal más cara

Unos 100 gramos de sal rosa del Himalaya puede llegar a costar veinte veces más que la sal de mesa corriente, ¿por qué es tan cara?

Ciento gramos de sal rosa de la Himalaia puede llegar a costar veinte golpes más que la sal de tabla corriendo | iStock
Ciento gramos de sal rosa de la Himalaia puede llegar a costar veinte golpes más que la sal de tabla corriendo | iStock
Aiats Agustí
Periodista
Barcelona
29 de Agosto de 2020
Act. 25 de Marzo de 2022

Cómo de sencilla era la vida cuando sólo teníamos que escoger entre sal de mesa o sal yodada. Ahora los lineales de los supermercados se llenan de opciones que hay que contemplar: sal rosa del Himalaya, sal marina, kosher, Maldon... Cada una con sus características concretas y con precios a tono. La sal rosa del Himalaya puede parecer una exuberancia curiosa, pero lo cierto es que una pizca de este mineral puede llegar a costar un ojo de la cara. 100 gramos de sal rosa del Himalaya puede llegar a valer 20 cveces más que la sal de mesa corriente.

 

La sal rosa del Himalaya ha reunido en su alrededor un culto de seguidores. Sus partidarios afirman que es capaz de ayudar en todo, desde la pérdida de peso, atrasar el envejecimiento e incluso regular el sueño o incrementar la líbido, luchar el asma, la osteoporosis, varices, arrítmia, diabetes o insomnio. Y mientras la sal rosa puede llegar a costar casi 10 euros, los productos que lo incluyen probablemente sean infinitamente más caros.

Sus ingredientes provienen, según dicen los entendidos de un "antiguo mar interior que se evaporó hace más de 500 millones de años dejando posos del que ahora denominamos sal rosa del Himalaya". Una sal enterrada durante milenios bajo las montañas del mismo nombre ahora disponible para todo el mundo quien esté dispuesto a pagarla.

 

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Lámparas de sal | iStock

Para entender su precio, primero se tiene que explicar como se obtienen los diversos tipos de sal del mercado. La sal de mesa se obtiene perforando en fondos marinos subterráneos, bombeando el agua salada y después refinando el producto en plantas de purificación. Los minerales naturales como el magnesio o el potasio son eliminados en este proceso. La sal marina se obtiene evaporando el agua de mar empleando el sol o grandes calderas sin químicos añadidos y manteniendo los minerales propios intactos.

La sal de roca es diferente. En ciertas regiones del mundo, a centenares de metros bajo tierra, hay los restos de mares evaporados. Este mineral, la halita, es un mineral formado por cristales de cloruro de sodio, y se obtiene perforando la superficie de la roca, triturando la sal y rompiéndola a trozos. La sal rosa se puede encontrar en muy pocos lugares, desde el río Mirray en Australia a Maras, en el Perú y el suministro es muy limitado. La mayoría de minas de sal rosa están en Pakistán, en la base del Himalaya. En concreto la mina de Khewra produce 350.000 toneladas al año.

Pero, ¿cómo llegó esta sal a nuestras mesas? El nombre fue creado por Peter Ferreira únicamente por razones comerciales para la venta en Alemania durante la década de los 90. Ferreira, quien se autodenomina "biofísico" publicó el libro titulado Wasser & Salz (Agua y sal), sobre la conexión "biofísica" de estos dos productos. Un buscavidas.

¿Más saludable?

Se estima que esta sal cuenta con unos 84 minerales diferentes que le otorguen su color rosado. Litio, plata, calcio, potasi, magnesio... son algunos de los minerales que encontramos. Pero estos minerales sólo representan un 2% del total de la sal, un porcentaje tan pequeño que no aportan un beneficio diferente de cualquier otra sal.

De hecho, en 2003 un estudio realizado por la Bayerisches Landesamt für Gesundheit und Lebensmittelsicherheit (Agencia de protección del consumidor de Babiera) analizó 15 marcas de sal del Himalaya vendidas en Alemania y detectaron unos 10 minerales más, aparte de cloruro de sodio (98%).

El consumidor de sal del Himalaya en realidad está consumiendo sal común a un precio 20 veces más grande del que cuestan el resto de sales del supermercado

El marketing e Instagram han hecho el resto del trabajo al hacernos creer que la sal rosa tiene más beneficios. Se calcula que el consumo de esta sal supondrá este año un negocio de más de 14.000 millones de euros.

En definitiva: el consumidor de sal del Himalaia en realidad está consumiendo sal común (NaCl) a un precio 20 veces más alto del que cuesta el resto de sales que puede adquirir en un supermercado.

Lo único que diferencia esta sal del resto son las impurezas, que la dotan de este color rosado que tanto atrae el incauto consumidor de medicinas alternativas y productos naturales.

Tipos de sal

Además de la sal de mesa, en el supermercado podemos encontrar sal yodada, un componente que se añade a la sal para prevenir el bocio, además de incluir un antiaglomerante entre sus ingredientes. Esta es la sal preferida de los judíos, más gruesa y que absorbe la sangre cuando cubre la carne.

La flor de sal también es marina, pero se obtiene en salinas naturales donde se dejan secar charcos de agua de mar. Entonces se buscan cristales que se forman en la superficie a medida que el agua se evapora. Los cristales se van recogiendo y se dejan secar. Esta es la sal que tiene menos cloruro sódico, contiene más impurezas y yodo. No tiene nada de especial, sólo la forma y es crujiente al paladar.

La sal Maldon es un tipo de flor de sal. Son cristales de sal proveniente de agua de mar filtrada y hervida, eliminando así impurezas. Después se calienta y se cristalitza.