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Baby Jalebi, sabores del Punjab en la Gran Via

Con seis locales montados en cinco años, los hermanos Alam son referentes del empresariado de la comunidad paquistaní en Barcelona y han aprovechado la pandemia para bajar los costes fijos en personal

Los hermanos Alam y Bilal Khan, responsables del restaurante Baby Jalebi, situado a la Gran Vía de Barcelona
Los hermanos Alam y Bilal Khan, responsables del restaurante Baby Jalebi, situado a la Gran Vía de Barcelona
Lourdes López | VIA Empresa
Periodista experta en gastronomía
Barcelona
16 de Octubre de 2020

Magid y ManiAlam, junto con su cuñado, Bilal Khan, abrieron en marzo de 2019 el Baby Jalebi, un pequeño local de street foodpaquistaní en medio de la Gran Via de Barcelona. Los hermanos son amos del vecino The Fish & Chips Shop, abierto en 2015 en la calle Rocafort, un lugar donde encarar una buena dosis de la comida que más gusta a los londinenses. A punto ya de cumplir el año de vida, el Baby Jalebi es aquello que dicen un must entre la comunidad paquistaní de Barcelona, aunque también se ha convertido en un lugar de interés para muchos barceloneses que quieren ir algo más allá del kebab.

 

La comunidad paquistaní es la tercera más grande en la capital catalana (19.285 miembros según el último padrón municipal) y la primera en Ciutat Vella (el 20%). "Es justamente donde nos criamos. Mucha gente nos conoce por las tiendas que hemos abierto en toda la ciudad, pero también por los restaurantes que normalmente se recogen bajo el apelativo hindú, porque da más prestigio y es más fácil de vender. Era nuestro reto identificarnos como paquistaníes y hacer cocina paquistaní, tal cual", explican. En su familia, originaria del Punjab, son emprendedores. Desde el padre, que vino en 1988 y volvió en 1992 de la mano del llamamiento de Barcelona 92 y las nuevas oportunidades; hasta traer a la familia en 1995. De hecho, sus tíos habían sido de los primeros paquistaníes en establecerse en la ciudad todavía un poco antes: en 1970.

El ADN dice que un paquistaní a los seis meses ya ha montado una tienda, que son gente sin miedo al emprendimiento, que son trabajadores y que se ayudan entre ellos. Alam añade: "En general, todo esto es verdad. Nos va bien porque no somos nada ostentosos, miramos que los números cuadren. Somos partidarios de hacer el negocio y después reinvertir si hace falta". Y esta ha sido su indudable fórmula de éxito: en seis años, cinco locales de The Fish & Chips Shop, el Baby Jalebi y un local de incipiente apertura con 1.000 metros cuadrados en La Maquinista que se llamará La Citi, juntanmente con Downton Collective como socios.

 

"En total, incluyendo la actualización de la cocina, invertimos 30.000 euros; soy de montar negocios que me den una rentabilidad rápida", explica el responsable de Baby Jalebi

Es el reto de los hermanos Alam y de Khan: ser referentes empresariales en su barrio —de hecho, ya lo son—. "De nuestra promoción guardamos contacto con 10 personas que venían a dar charlas a nuestra exescuela, en el Raval, donde crecimos desde que nuestros padres se establecieron definitivamente en Barcelona, porque muchos somos empresarios. Todos hemos pasado por la hostelería, en el restaurante de la calle Pintor Fortuny con Doctor Grau de mis tíos; era donde hacíamos las horas extra para ganarnos unas pesetas. A los estudiantes se les tiene que hacer ver que hay más opciones que montar tiendas o abrir restaurantes. Tener referentes es interesante", anotan.

Magid explica que estudió fotografía y su hermano, diseño gráfico, y que algunos compañeros de su promoción han montado sus propias empresas, que han viajado y han conocido mundo. Y fue, precisamente, de sus estancias en Australia y Londres que trajo la primera idea de negocio con el exitoso The Fish & Chips Shop: 29 metros cuadrados muy bien aprovechados para servir el pescado frito que adoran los ingleses y que en Barcelona tanto cuesta encontrar. En pocos meses lo replicaron por diferentes barrios de la ciudad (uno de ellos sin gluten, para celiacos, en Casanova con avenida Roma).

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El Baby Jalebi es un local muy discreto, con una entrada que hace ver que siempre ha estado allí si no fuera por la estética de letreros de color naranja que recitan aquí y allá frases muy simpáticas. No les costó encontrarlo. Lo vieron a unos 20 metros girando la esquina del primer negocio: "Un lugar pequeño de 30 metros cuadrados, un chino que perseguía a mi cuñado arriba y abajo hasta que nos lo dieron sin traspaso al jubilarse. Fue un año y medio de persecución —se ríe— . Del interiorismo me ocupé personalmente, buscando una estética de street food, una fachada gastada, el suelo original... y sólo ocho luces vintage de MBM Arquitectos que fui a buscar en València. En total, incluyendo la actualización de la cocina, invertimos 30.000 euros. Soy de montar negocios que me den una rentabilidad rápida", desvela. Y sigue: "La Coma Studio hizo el resto del diseño gráfico, de la carta al techo. Puedes gastarte miles de euros, si eres un hortera, será hortera el establecimiento....".

Bilal está en el día a día (de hecho, su cara, todavía sin mascarilla, claro, decora el mantel individual). Una cuarentena de personas pueden sentarse dentro y nueve, en la concurrida terraza, en medio del paseo de peatones. La cocina paquistaní e india es del todo presente, menos en el caso del bunny chao, que es un plato típico de la región sudafricana de Durban (a medio camino entre nuestra clotxa tarraconense y el bocadillo que se come en la calle con un relleno de curry que sobrepasa su límite físico). El kima masala bikini es distintivo y sólo lo comeréis aquí porque es como el bocadillo que les preparaba su madre para la escuela (un poco diferente, este con queso cheedar, aquel con paneer). Todo es una fiesta de colores, sabores y especias: gol gappes, las samosas, el shami kebab burger, y el chicken tikka masala, que es el plato estrella de la casa (venden 250 cada semana) seguro que os dejarán satisfechos.

La pandemia les ha hecho recortar personal y han reducido el coste de la plantilla de 50.000 euros a 25.000

La pandemia les ha servido para redimensionar el personal, para hacer números y para acortar el gasto al máximo: "Hemos reducido el personal y ahora es más eficiente y, si tienen que hacer horas extra, se las complementamos a parte. Con seis locales nos íbamos de costes fijos en personal y seguridad social a los 48.000 o 50.000 euros y ahora lo hemos reducido a 25.000. Tenemos más beneficios", detalla el empresario.

El jalebi que da nombre al restaurante son unos postres, pastel o churro, que se pueden comer en cualquier hora del día porque en cada esquina en Pakistán hay un puesto de jalebis. Su dulzura lo impregna todo. Entre los postres más típicos de la gastronomía indio-pakistaní (mango lassi incluido) el jalebi está en carta, en este caso, acompañado de un helado de vainilla de Natas Heladas. Una pista: el nombre hace referencia a la madre de Magid y Mani, Kishwar Naz. Un apodo cariñoso con el que sus padres y hermanos todavía la conocen hoy en día por su adicción confiesa a este dulce tradicional. Los de Laser Barcelona le han hecho una camiseta con foto incluida, en urdú y en castellano, para hacer branding del restaurante o ponérsela de recuerdo. Total, que todo queda en familia y venid al Baby Jalebi, pedid jalebis de postres y no juguéis con el nombre de la suegra.

Baby Jalebi

Dirección: Gran Via de les Corts Catalanes, 452, Barcelona

Teléfono: 931 38 25 99

Precio medio: 20€