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Barcelona está llena de restaurantes italianos. También buenos. Otros, fugaces, acaban viendo su ocaso antes de poder asentarse en el tejido culinario de la ciudad. Hay quienes dicen que ya sobran tantos restaurantes italianos en Barcelona. Pero es que, adorar la cocina de nuestros vecinos mediterráneos se han puesto pesados en la repetitiva de platos e Italia –¡Oh, mamma!– es mucho más. El caso que nos ocupa –Restaurante Mina (Casanova, 262, por encima de la Diagonal)– es particularmente interesante. Un restaurante italiano que huye, precisamente y a conciencia, de los lugares comunes del país de la bota. Encontraréis poca pasta, nada de pizzas y mucha inventiva inspirada en la cocina local.
No es que prediquen la muerte al restaurante italiano clásico que todos conocemos y hemos visitado, pero la apuesta de los empresarios Oliviero Causa, Jacopo Serena Monghini y Riccardo Pattaros pretende desdibujar esta foto en la que todos reconocemos un restaurante italiano al uso. “La idea es hacer platos que no son tan vistos en Barcelona, traer a la ciudad sabores y elaboraciones que Jacopo, Riccardo y yo conocemos desde niños y siempre hemos comido en casa”, explica Causa.
Restaurante Mina, la cocina italiana menos conocida
![Mejillones en escabeche de calabacín y menta | Cedida Mejillones en escabeche de calabacín y menta | Cedida](/uploads/s1/27/10/60/22/mejillones-en-escabeche-de-calabaci-n-y-menta_54_696x392.jpeg)
Y entonces entramos en materia. ¿Conocéis el bollito italiano? ¿Quizás el canederli? Sería como aquel turista que reconoce la cocina española por la paella y la tortilla de patatas, pero no por las tortillitas de gambas y las patatas guisadas con carne. Así mismo, pero trasladado a la península itálica. Oliviero lleva a la mesa un ejemplar de La cucina nelle Dolomiti, un libro publicado por primera vez en 1984, que fue el primer libro de cocina ilustrado dedicado a la cocina de las Dolomitas. “Parte de mi familia es del Alto Adigio, así que tener los canederli en carta –es la imagen que ilustra su portada– me parecía un bonito homenaje a mi casa”, detalla el empresario.
Y es que en la carta del nuevo Restaurante Mina encontramos una carta variada con representaciones poco vistas, sobre todo del norte del país, y el acompañamiento de vinos naturales, tan de moda ya en Barcelona. Estos van a cargo de Riccardo Pattaros que también pasó por Monvínic.
Oliviero: “Parte de mi familia es del Alto Adigio, así que tener los canederli en carta me parecía un bonito homenaje a mi casa”
Comenzamos por probar las anunciadas croquetas de bollitomisto que se asemejan a las croquetas de cocido españolas. El cocinero detrás del proyecto, Federico, no es italiano, pero eso no resta credibilidad a la apuesta del local. En su currículum, destaca su paso por la partida de pastelería del Celler de Can Roca, por el restaurante milanés Contrast (1 Estrella Michelin) y por el sueco Ekstedt (1* Estrella Michelin).
La siguiente parada son los mejillones en escabeche con calabacín y menta (no muy presente). Y es que no solo en España se comen escabeches. Un aperitivo muy popular en la cocina veneciana son las sarde in saor, unas sardinas en escabeche riquísimas con un punto agridulce y una potencia ácida muy suave. En carta encontramos el pavo en saor que probaremos en otra ocasión. En este caso el mejillón gallego, adoptando una receta más napolitana con vinagre, enebro, pimienta negra, calabacín y menta, nos parece espectacular.
Llegan a la mesa unas almejas de peregrino con calabaza, un caldo de mar y montaña que son también una buena idea si visitáis este restaurante que sorprende que solo lleve abierto 5 meses. “Nos costó bastante encontrar el local y visitamos más de 40”, detalla Oliviero. La elección es perfecta porque la planta, que es como de semisótano, tiene una atmósfera clandestina atractiva (ayuda una decoración parca, de toque fabril, con botellas de vino por doquier, algunas reconvertidas en candelabros). La combinación yodada y dulce de las almejas de peregrino es sabrosa. Sin duda, uno de los mejores platos de la carta.
Los puerros confitados con pistachos, scamorza affumicata y rúcula son otra de las sugerencias. En este caso no se trata de un plato italiano, sino de esa flexibilidad y sensibilidad por la despensa que tanto se agradece en las cartas de los restaurantes tematizados. Curioso, aunque anunciado, es el hecho de que en carta solo se haya pensado en un plato de pasta. En este caso, un excelente ravioli hecho a mano y relleno de crema de setas con una salsa que tiene un toque de café.
Para acabar el menú faltan los anunciados canederli. Es el típico trentino, ideal para el invierno, que habíamos visto en la portada del libro al inicio de esta cena. Se trata de un plato campesino de aprovechamiento, unos ñoquis de pan especialidad de la región de Trentino-Alto Adige, al noreste de Italia y forman parte de esta herencia culinaria del imperio austrohúngaro presente aún en esta zona de majestuosos paisajes alpinos. En este caso, toman forma más bien de albóndigas con base de pan –“usamos el mismo pan de masa madre que servimos a la clientela, así que nunca lo tiramos”, detalla. Se sirven con jamón speck de pato, rábano rallado y un consomé de cebolla muy suave (mucho mejor servirlo más caliente).
Entre los postres, podéis decantaros por probar la crostata de ricotta e visciole o el flan de almíbar de leche con nueces y stracciatella, uno de los platos donde Tiseyra demuestra su destreza y barre para casa.
Restaurante Mina
Dirección: Calle de Casanova, 262, Sarrià-Sant Gervasi, 08021 Barcelona
Tel.: 933 154 351
Precio medio: 50 euros