Recuerdo una Navidad en la que mi pareja de aquel entonces me hizo lo que después llamamos "el mejor regalo del mundo". Estaba nervioso, sonreía mucho y me repetía que si no me gustaba podía cambiarlo, que había pensado que tal vez me gustaría y que un amigo nuestro había comprado lo mismo para su pareja. Yo no entendía de dónde venía tanto misterio; después de todo, él siempre había sido bueno con los regalos. Curiosa, abrí la caja y apareció algo que, aunque no esperaba, me hizo mucha ilusión: mi primer satisfyer.
En Catalunya, el mes del amor es abril, por SantJordi, pero para la mayoría de países del mundo, el mes del amor es el mes de febrero. Y como uno de los temas de los que menos se ha hablado (abiertamente) históricamente cuando hablamos de amor es el placer femenino, no había mejor manera de celebrar el mes más rosa que hablando del objeto que más lo caracteriza: el juguete sexual. Actualmente, el vibrador o el succionador de clítoris son los juguetes sexuales femeninos más populares en todo el mundo, y han revolucionado la concepción del placer femenino no solo socialmente como un hecho del que hay que hablar y conversar, sino también de cara hacia dentro, de cara a mujeres que, por tabúes, estereotipos u otras razones, nunca se habrían atrevido a comprarse uno.
En Catalunya, el mes del amor es abril, por Sant Jordi, pero para la mayoría de países del mundo, el mes del amor es el mes de febrero
Aunque su origen está discutido por diferentes teorías, los juguetes sexuales han estado siempre en nuestro entorno, fuésemos conscientes o no. Desde siempre todas las personas han encontrado maneras de excitarse más allá del contacto humano, de formas más o menos creativas y según las necesidades. Sin embargo, hasta hace unas pocas décadas no ha podido ser un tema compartido de manera pública, ni un tema de conversación que pudieras compartir con tu madre y su mejor amiga en una sala de espera, como aquél que lee las revistas para hacer tiempo. Los juguetes sexuales pueden ser buenos para disfrutar en pareja, para disfrutar del sexo en edades avanzadas, para masturbarse y mejorar el autoconocimiento o por otras muchas razones. Hablar sobre placer femenino va mucho más allá de hablar de sexo puro y duro o de hablar de relaciones de pareja; también representa una liberación de la mujer como agente pasivo en cualquier tipo de relación sexoafectiva o para permitir a las mujeres explorar su sexualidad más allá de los límites socialmente impuestos. Por eso, aunque el término sea "succionador de clítoris", me gusta llamarlo satysfier, porque creo que, en la misma palabra se esconde su verdadera realidad: la satisfacción.
Pero cuidado, al contrario de las polémicas que hemos visto en las redes sociales en las últimas semanas, satisfacción no significa obligatoriedad, y el hecho de que exista la posibilidad no significa que deba hacerse necesariamente realidad. Como dijo una gran feminista, el feminismo va de tener opciones. Por eso, cuando hablamos de placer femenino es importante que lo entendamos como una ventana que se abre, como un abanico de posibilidades cuyo éxito dependerá de su uso responsable y de las voluntades de cada una. Como un recurso que tenemos siempre a mano en la mesilla de noche, junto a los libros, el desodorante y la caja de recuerdos, que espera pacientemente a ser necesitado para satisfacer y aportar placer cuando se desee. Porque al final del día, lo más importante de todo, es que estemos satisfechas.