Estar al frente de los rankings suele ser un motivo de orgullo nacional que al sur de Europa se disfruta con menos frecuencia de la deseada, pero siempre hay excepciones. Según los datos de Statista, España es el país líder en consumo per cápita de ginebra. Cada español consume 1,07 libras de este espirituoso al año. Un dato que trae a otro liderazgo: a diferencia otras latitudes, donde la ginebra se toma sola, aquí la mezclamos con tónicas, el que hace que el Estado también lidere la liga de los países que más gaseosas consumen. Una buena noticia especialmente para Schweppes, que acapara el 70% del mercado, y que ha convertido el que nació como un remedio farmacéutico en un imprescindible del ocio.
El origen de las bebidas gaseosas se remonta al 1783, a la ciudad suiza de Ginebra –como no-, donde el relojero Johann Jacob Schweppe supera el sopor que le produce su oficio experimentando con la ciencia, que era su afición. Con el tiempo encontrará el método para introducir burbujas de dióxido de carbono en agua y embotellarlas, creando así la primera tónica de la historia, que tendrá cierto éxito comercial en Suiza como remedio contra las malas digestiones.
La primera tónica de la historia tendrá cierto éxito comercial en Suiza como remedio contra las malas digestiones
Animado por el modesto éxito del invento, Schweppe va a Londres el 1790, con la intención de industrializar la fabricación de la bebida y multiplicar el esfuerzo comercial en la gran capital europea del momento. A pesar del buen recibimiento que obtuvo la tónica a Ginebra, los londinenses no acogen la propuesta de Schweppe con el mismo entusiasmo y la empresa vive al filo de la navaja hasta que consigue el apadrinamiento de un médico de referencia de la ciudad.
Será Erasmus Darwin, el abuelo de Charles Darwin, quien empezará a recetar la tónica a sus pacientes como bebida diaria para prevenir los dolores de tripa y enfermedades como el paludismo. Según los diarios del médico, él mismo se tomaba una diariamente con su mujer, culminando siempre el refresco con una rodaja de limón.
La empresa pudo sobrevivir con unos resultados estables, pero discretos. De hecho, Schweppe muere el 1821, sin llegar a ver el estallido comercial de su invento, que se produce 15 años después, cuando el rey Guillermo IV concede el sello real a la marca. El mismo monarca era un consumidor asiduo de la bebida, más todavía desde el 1831, cuando Schweppe lanza al mercado el primer refresco de limón.
A mediados del siglo XIX Schweppe ya es una marca reconocida y consumida cada día por miles de europeos por sus valores medicinales. Pero su estallido definitivo como marca global llega el 1870, gracias a los militares británicos destinados a la India. La malaria se extiende por el gigante asiático y los médicos que acompañaban a las tropas recomiendan a las expediciones tomar tónica por la presencia de la quinina en el refresco, un elemento preventivo contra la enfermedad.
Los militares ingleses en la India mezclaban tónica con ginebra para mejorar el sabor del remedio contra la malaria, porque contenía quinina
La leyenda explica como los militares empiezan a mezclar la tónica con el alcohol que tenían más a mano en sus expediciones, que era la ginebra, para mejorar el sabor de aquello que veían como poco más que un jarabe. El éxito de la mezcla es tal que los oficiales británicos empiezan a celebrar sus victorias en la India con el combinado, propiciando las primeras resacas de gintonic de la historia.
A finales del siglo XIX, la bebida salta de las farmacias a las casas, convirtiéndose en un producto imprescindible en el ocio del momento y en la cultura popular. Con los años, la compañía sacaría variantes de naranja, vainilla, cola y todo tipo de nuevos sabores, multiplicando las ventas y propiciando nuevos productos basados en su misma fórmula. Decía Charles Darwin que las especies más fuertes son las que son capaces de adaptarse al cambio, y Schweppes es el mejor ejemplo.