El año 1665, un estudiante confucianista chino cambió por siempre jamás la gastronomía del Japón. En un intento de reproducir un plato tradicional de la China por el soberano japonés Mito Komon, preparó una sopa china sobre la cual lanzó unos fideos. Había nacido el ramen japonés, convertido en la actualidad en un fenómeno global que llena los bolsillos de miles de restaurantes especializados de todo el mundo. El culpable de convertir aquel humilde caldo en un emblema de la comida japonesa es el empresario Momofuku Ando, inventor del ramen instantáneo.
Nacido en Taiwán el 1910, Ando se instala en el Japón a 23 años, donde encadena fracasos empresariales, primero como comercial textil, y más adelante vendiendo sal, casas prefabricadas y todo tipo de negocios que le eran propuestos. Cumplidos los 40 años su futuro parece destinado al fracaso, con episodios oscuros, como los dos años que pasa en la prisión entre el 1948 y el 1950 por evasión de impuestos.
Su suerte cambia justo cuando recupera la libertad. Después de la II Guerra Mundial, Japón se encontraba en plena recuperación, con índices de pobreza y hambre impropios de un país que hoy es sinónimo de progreso. En su autobiografía La historia de la invención del ramen instantáneo, el mismo Ando explica el paseo por las calles de Osaka que le cambió la vida. "Pasé por ante un local poco iluminado, de donde salían nubes y dónde desde la puertahabía más de 30 metros de cola con personas temblando de frío mientras esperaban su turno". Aquellas personas hacían cola por un simple bol de ramen.
La clave del éxito del ramen: deshidratado y con pollo, apto para todas las culturas y religiones
El empresario investigó y descubrió que el plato por el cual aquella gente esperaba era un insípido preparado de fideos hervidos en agua, y pensó que, si la gente estaba dispuesta a hacer cola por aquello, tendría el éxito garantizado si conseguía hacer una preparación sabrosa, económica y fácil de preparar.
Dedo y hecho, Ando alquila un local a Osaka donde investiga como hacer realidad el ramen que había imaginado. El 1958 encuentra la solución, al crear unos fideos de pollo que se podían secar, empaquetar y rehidratar en sólo tres minutos con agua caliente. Había inventado los fideos instantáneos, que sacó al mercado bajo el descriptivo nombre de Chicken Ramen y que se convirtieron en un éxito instantáneo.
En pocos meses, la bolsa de fideos de Ando se conoce popularmente en el Japón como magic ramen y tarda muy poco a conquistar el mercado mundial. Para el empresario, la clave de la globalización de su producto fue el hecho de escoger el pollo como sabor de su preparado. "Era la manera de evitar todas las prohibiciones religiosas; los hindúes no comen ternera y los musulmanes evitan el cerdo, pero todo el mundo come pollo".
Mejor en vaso
El ramen instantáneo no será el único producto revolucionario surgido de la imaginación de Ando. Con su empresa Nissin consolidada como un gigante en la alimentación japonesa, el empresario descubre en un viaje de negocios en los Estados Unidos que los supermercados yanquis preparan sus fideos dentro de pequeños vasos llenos de agua caliente. Ando se lleva la idea y, el 1971, presenta los Cupnoodles, los primeros fideos instantáneos que se podían preparar y comer en el mismo vaso en que venían. 40 años después, los Yatekomo reinventarían la rueda por el mercado nacional.
Los Cupnoodles acabaron de convertir el ramen en una comida de alcance mundial, pero la ambición de Ando iba más allá. Obsesionado con mejorar su producto, el empresario se marca como último rete crear un ramen que se pudiera consumir en el espacio. Una visión propia de la ciencia-ficción que se hizo realidad el 2005, sólo dos años antes de morir.
El astronauta Soichi Noguchi se llevó los fideos de Ando en su expedición al Discovery
Después de investigar sobre cómo se podría comer y cocinar su preparado en entornos sin gravedad, Ando crear la Space Ramen, que el astronauta Soichi Noguchi se llevó en su expedición al Discovery.
Con más de 46.300 millones de paquetes vendidos al año y beneficios por encima de los 131 millones de euros, Ando rompió los límites terrestres con su reinvención de un plato tradicional. Sueñan los japoneses en ramen espacial? Uno, al menos, lo hizo. Y pudo ver su sueño cumplido.