
Tradicionalmente, los suplementos dietéticos se refieren a los productos constituidos por uno o más nutrientes esenciales, tales como vitaminas, minerales y proteínas. Pero la Ley de Salud y Educación (DSHEA) amplió la definición para incluir, con algunas excepciones, cualquier producto destinado a la ingestión de un suplemento a la dieta. Esto incluye vitaminas, minerales, hierbas, productos botánicos y otras sustancias de origen vegetal, los aminoácidos (sustancias que forman las proteínas) y sus concentrados, metabolitos, componentes y extractos de dichas sustancias.
Los suplementos dietéticos no son medicamentos, por lo tanto, no están destinados a curar enfermedades o afecciones de salud, sino más bien, su función es mejorar la salud. Aun así, aunque pueden ser beneficiosos para el organismo, también pueden implicar riesgos para la salud.
Hoy en día encontramos una gran variedad de suplementos en el mercado y nos preguntamos: ¿todos ellos sirven para todos y todos son saludables? La respuesta es no.
Los suplementos dietéticos no son medicamentos, por lo tanto, no están destinados a curar enfermedades sino a mejorar la salud
Dentro de las variedades de suplementos, podemos encontrar varias formas químicas de uno mismo. Por ejemplo:
- Magnesio: bisglicinato de magnesio, citrato de magnesio, cloruro de magnesio o sulfato de magnesio
- Ácido fólico: metilfolato, folato o ácido fólico sintético
- Vitamina B12: metil B12, hidroxicobalamina o cianocobalamina
- Omegas: Omega 3, Omega 6 u Omega 9
La naturaleza es sabia y los nutrientes de los alimentos suelen estar en la forma química que requiere nuestro organismo, pero por el contrario, no se puede decir lo mismo de la suplementación.
En función del metabolismo de cada persona, que está genéticamente determinado, algunos suplementos pueden resultar perjudiciales o por lo menos no efectivos. Por ejemplo, los omegas que son de uso tan habitual. Hay personas que si exceden su consumo pueden correr riesgos de presentar un sangramiento excesivo: ya sea por encía, hematomas o, aun peor, un ictus. Y esto en concreto, está en función de un factor genético que interviene en el mantenimiento de la coagulación sanguínea (científicamente conocido como Factor 13 de la coagulación, hemofilias y el factor Von Willebrand). Por otro lado, en personas que porten la variante negativa en un gen que interviene en el metabolismo de las grasas (APOE-4), si toman dentro de los Omega 3 el de tipo EPA, corren mayor riesgo de desarrollar daño en las paredes de sus vasos sanguíneos (científicamente conocido como infiltración endotelial de las partículas de la VLDL).
De ahí la importancia de hacerse un estudio genético como parte indispensable de la nueva medicina preventiva, que es la medicina personalizada de precisión. De esta manera ganamos en especificidad (tipo y dosis de suplementos), y no menos importante, seguridad (evitar efectos adversos).
En este artículo se pretende remarcar la importancia de tener muy presente que no todo vale para todos por muy natural que sea la etiqueta con que se nos presente.