Terraza Martínez: 10 años de la mejor terraza en la falda de Montjuic

A la Terraza Martínez, encaramada en la falda de la montaña de Montjuic, no se accede con facilidad. El jardín de la entrada es un sueño. Las kentias y strelitzias acicalan el espacio. También dentro donde la vida renace en esta ciudad entregada al calor de julio.

“La gente no viene por casualidad. Hay que hacerlo ex profeso. Así que es un gozo que siempre estemos llenos”. Juanba Agreda esboza una sonrisa al verbalizar la frase porque sabe lo difícil que es eso en hostelería y porque está de celebración: el chiringuito más famoso de esta parte de Barcelona sopla las velas de sus 10 años de vida.

Juanba Agreda: “La gente no viene por casualidad. Hay que hacerlo ex profeso. Así que es un gozo que siempre estemos llenos”

Las mejores vistas desde Montjuic

Una década con vigorosa salud que aplauden con un menú (75 euros, 90, con champán) que rescata los platos insignia de su ADN culinario en una nueva puesta en escena: sin manteles y estrenando mobiliario. Maderas, rafias, mármol y cristal en un entorno de exuberante tropicalidad, aunque es la cristalera que enmarca el skyline al puerto y Ciutat Vella (del dedo de Colón, hasta la lejanía multicolor de mar de contenedores) la vista que aprisiona la mirada. Las mesas pegadas a esa lejanía sobrevolada por gaviotas son las más codiciadas. Es una panóptica difícil de obviar que, salpicada por lucecitas de noche, aún reclama más ser mirada. 

Cuesta imaginar que esto empezara siendo un chiringuito, ¿verdad? Ahora, vestido de ese hedonismo informal que solo tienen los grandes sitios, el servicio de la Terraza Martínez (el intangible del que adolecen tantos restaurantes) mejora la experiencia. Lo sabe Agreda, chef ejecutivo, y Mar Martín, directora general de Los Reyes del Mango (la empresa que gestiona el espacio). Ella vivió la inauguración y ahora, la celebración de esta primera década: “Martínez es una fiesta. Parece que te hayas ido de la ciudad porque estás en la montaña, pero sigues aquí”.

La bodega del restaurante ofrece 150 cuidadas referencias | Cedida

Buenos arroces, brasa y la brisa marina

¿Buscando uno de los mejores arroces de Barcelona? Estáis en el sitio. Agreda, que ha trabajado con grandes de la gastronomía como Dani García, Quique Dacosta o Paco Roncero, y su mano derecha, la directora ejecutiva, Ani Pignatta, se esmeran en una cuidada selección local y estacional de producto que asienta la propuesta. El verano incandescente acaricia el cristal y el antídoto en la Riedel es una simpática garnacha madura de Wineissocial. La bodega ofrece 150 cuidadas referencias donde, se intuye, ha hecho mella el vino natural y biodinámico. Entre los entrantes para compartir destaca su ya mítica ensaladilla con ventresca y piparras, la sabrosísima croqueta de jamón ibérico y pollo o unos boquerones a la malagueña –con un escabeche muy ligero-, con salvia con un punto justo de fritura y breve rebozado- los tres forman parte del anunciado menú de aniversario-.

La Terraza Martínez es conocida, sin embargo, por sus nueve tipos distintos de arroces (entre ellos, el negro con chipirones y ajo tierno, su senyoret o el caldoso de bogavante) y por la parrilla (carne selecta como el buey de El Capricho o pescado salvaje). Todo, con poca alteración, pero sí con mucho mimo. En la apuesta del menú ofrecen el clásico Martínez (pollo y conejo). Homenaje de soslayo a la tradición arrocera valenciana con todo el respeto y distancia.

La justa evolución

“Lo nuestro es ofrecer buen producto sin dejar de evolucionar, con una evidente cocina clásica, pero dándole una vuelta, -resume Agreda-, un lugar en el que uno viene a ser feliz”. El Pa de Coca de Cal Mossèncon tomate de colgar (rallado) y el suave Tartar de atún rojo Balfegó con shiso y ajo blanco serían el efectivo contrapunto a ese ayer y hoy. La carta se completa con sugerencias diarias según oferta (ese día probamos unas gambitas cristal estupendas).

Entre esos platos más demandados durante esta década (en este caso, postres) también figuran la refrescante Piña con helado de coco y daditos de jengibre y el Mini brazo Martínez, relleno de cremoso de chocolate blanco. Un dulce final que puede acompañarse con un coctel (también sin alcohol) mientras el calor cae sobre el horizonte y la brisa empieza a refrescar por aquí arriba.