La disciplina del yoga tiene millones de adeptos en todo el mundo. La práctica, que este miércoles celebra su día internacional, se ha popularizado en los últimos años en casa nuestra y ya es uno de los deportes más populares. Según un estudio del portal especializado Aomm, un 28,9% de la población española practica o ha practicado yoga qualque golpe a su vida –siendo andaluces, catalanes, madrileños y valencianos los más ioguis del Estado-.
Esta es una práctica que tiene sus raíces en la India y que cuenta con más de 3.000 años de historia. Se ha extendido en todo el mundo gracias, en parte, a las celebrities que venden las bondades como secreto de belleza y para curar todos los males de Occidente. Y parece que lo estamos comprando con deleite: según la misma encuesta, a un 52,54% de las personas que nunca han hecho yoga los gustaría practicarlo.
El fenómeno de masas ha acontecido, pues, un gran mercado que mueve aproximadamente 30.000 millones de dólares al mundo. Después del India, los Estados Unidos es uno de los países donde hay más practicantes. En el país se calcula que abren más estudios que Starbucks. Si a los setenta hacer un saludo al solo era una práctica de hippies, hoy en día es de las prácticas más habituales. Según Forbes allá hay 36,7 millones de personas –la mayoría mujeres, en un 72%- que hacen yoga y entre todas se gastan 16.800 millones de dólares en ropa, equipos y clases. Esto significa aproximadamente unos 500 dólares al año por persona.
El yoga mueve aproximadamente 30.000 millones de dólares al mundo
Un éxito previsible
Una expansión que, según Isabel Solana, de la empresa catalana Happy Yoga, era previsible que tendría éxito. Por la profesora, "el yoga se encuentra en un momento dulce", pero no considera que sea un buen negocio para las escuelas porque el margen no es muy grande. Para Solana, el modelo tendría que ser de pequeñas escuelas de barrio que atendieran sus alumnos desde la proximidad, haciendo que el margen fuera más grande: "En mi parecer la cuota tendría que ser de 150 euros al mes". Pero el modelo de los grandes gimnasios ha hecho que el precio baje de manera drástica, "y no compensa a personas que han dedicado su vida a formarse en el yoga", apunta.
"Mi maestro de yoga me dijo que me arruinaría montando una escuela de yoga. Ciertamente, hemos tenido momentos duros, pero hemos sobrevivido incluso a una subida del 21% del IVA", recuerda. Hoy en día, Happy Yoga, fundada en 1998, cuenta con seis centros en Cataluña y siete en Colombia, da clases a centenares de alumnos y también ofrece formación para profesores.
Solana equipara la practica del yoga a una terapia, más que no a una disciplina atlética: "Una hora te terapia cuesta como mínimo 50 euros, pero como los referentes son los centros de fitness que tienen una gran rotación, consiguen bajar el precio", y a añade: "Ir a un gimnasio a hacer yoga es como comprar muebles a Ikea".
Del India en el mundo pasando por los The Beattles
A finales del s.XIX y principios del s.xx, mientras el India era británica y con una gran popularidad de la gimnasia noruega en Europa, los hindúes encontraron una oportunidad en la exportación de su práctica de yoga a occidente. "Es una versión del yoga adaptada porque los europeos que los gustaba la gimnasia hicieran la gimnasia de la India", explica Solana. La expansión vino acompañada, según su opinión, "de un descenso de la credibilidad de la religión que dejó un anhelo de espiritualidad". Era el crimen perfecto: "Quienes eran laicos podían encontrar una espiritualidad laica y, a la vez, trabajar el cuerpo". Los The Beattles hicieron el resto viajando en 1968 a Rishikesh, al norte del país, para asistir a una sesión de entrenamiento avanzado de meditación.
Después del India, los Estados Unidos es uno de los países donde hay más practicantes de yoga
A partir de aquí, la práctica ha invadido los gimnasios. Hay editoriales sólo dedicadas al yoga, webs especializados, clases online... Incluso la rentable bendición del marketing ha hecho que las marcas del lujo se hayan lanzado a diseñar prendas de ropa para acompañarnos en el camino hacia el Samadhi con algo más de estilo. El negocio también abarca retiradas espirituales, viajes en la India para hacer estancias y grandes festivales patrocinados por marcas de té o de productos especializados.
El culto al cuerpo de Occidente ha aceptado con mucha facilidad el yoga: "Está bien que se haya popularizado la práctica, pero se ha banalizado. Sin embargo, no nos haremos mala sangre, la libertad es lo más guapo que hay", río.
Ciertamente, Occidente ha exprimit el yoga como una forma de fitness más que el que en realidad es: una filosofía que se practica, dejando la introspección a banda y centrándose en la práctica física (y en la rentabilidad del negocio).