"En casa éramos carniceros, no veníamos del mundo del vino y la viña. Pero nos cruzamos por azar con una persona muy mayor que tenía unas viñas en Mollet de Peralada y estaba cansada de ver que no tenía continuidad y futuro en su trabajo. Le compramos con la condición previa de que nos ayudara a seguirlas trabajando", recuerda Josep Serra propietario, junto con su mujer, Marta Pedra, de la bodega La Vinyeta. De aquel germen de cuatro hectáreas que compraron estos dos ingenieros agrónomos ha brotado una de las bodegas más interesantes de la DO Empordà, un proyecto que incluso Jancis Robinson, la Master of Wine del Financial Times, ha querido visitar en persona este verano.
Ahora, La Vinyeta es una bodega con una producción anual de 200.000 botellas, una explotación ecológica que combina el cultivo de la viña y el olivo con el ganado bajo un modelo ecosostenible: "Nuestra producción nos sitúa entre las bodegas pequeñas que son grandes, pero todavía en una franja donde nos sentimos cómodos y que, sobre todo, nos permite no dejar de ser un proyecto personal. Disfrutamos cada día como el primero que abrimos", reflexiona Serra. Su forma de trabajar, respetuosa con el entorno y ecológica, les ha valido el Premi Nacional d'Enoturisme como mejor bodega de Catalunya en 2017 y el Premi de Millor Celler 2018 por la Associació Catalana de Sommeliers.
Explotación eco y economía circular
Fue hacia el año 2006 cuando el negocio viró a hacerse 100% ecológico: "Como ambientólogo (además de ingeniero), este espíritu ya lo tenía desde el primer día, pero éramos conscientes de que la falta de experiencia podía haber hecho que las cosas fueran un desastre. Entonces, empezamos a certificar en producción integrada, que permite trabajar ecológicamente, en condiciones normales, y hacer uso de fitosanitarios si las condicionas son tan adversas que no se garantiza la cosecha. Después de acumular la experiencia necesaria dimos el paso a la producción ecológica en una pequeña superficie y, una vez dominado, al resto de la explotación", señala el empresario. Ahora mismo, toda la producción de La Vinyeta es ecológica, tanto en viñas —90 hectáreas— como en una pequeña plantación de olivos adyacentes que incorporaron en paralelo a la viña a la propiedad. "Estaban abandonadas y empezamos a recuperarlas. Se da la casualidad de que son Argudell, que es una variedad local muy apreciada".
La última incorporación al ecosistema son las tan necesarias abejas: "No era tanto por una necesidad de polinizar, sino que pensamos que serían un buen indicador de la biodiversidad de la zona"
La propiedad hace un esfuerzo constante de ir hacia la sostenibilidad, integrando productos y subproductos que den equilibrio al medio; por ejemplo, la cría de gallinas y la recuperación de la trashumancia de ovejas. "Vimos que quedaba un subproducto, que eran las semillas y pieles que echábamos al campo y que los pájaros se comían. Pensamos que quizás podía gustar a las gallinas. Ahora, tenemos 500 y producimos huevos que vendemos en la bodega directamente. También, como no utilizamos herbicidas, tenemos que controlar la hierba mecánicamente, lo que significa más horas de tractor y emisiones de CO2. De forma que pensamos que incorporando la brigada de ovejas podíamos, al menos una parte del año, ahorrarnos esto. Después, vino la idea de ordeñarlas. Y hace dos años que tenemos la quesería montada. De momento, compramos la leche porque tenemos un rebaño de 300 ovejas y solo algunas dan leche, pero esperamos que próximamente nos produzcan una parte de la leche que necesitamos". De momento, tienen cinco quesos consolidados y están ultimando el packaging para poderlos distribuir. La última incorporación al ecosistema son las tan necesarias abejas. "En este caso, no era tanto por una necesidad de pol·linitzar, sino que pensamos que serían un buen indicador de la biodiversidad y salubridad de la zona donde trabajamos. Nos han permitido tener una pequeña producción de miel que se hace en la bodega y que también vendemos".
Sin dejar fuera al visitante
La propuesta de la bodega La Vinyeta incluye visitas, degustación y alojamiento. "Cuando empezamos la bodega, pensamos enseguida que era interesante abrir las puertas a todo el mundo, enseñar cuál es nuestra filosofía de vida y aquí ya empezamos a hacer visitas, catas y almuerzos", explica Serra. Aprovechando que en casa tenían carne, idearon El picnic entre viñas, una de las muchas actividades que tienen en su web, donde aprovisionan de una cesta con embutidos caseros y quesos artesanos para disfrutar en su propiedad.
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Los vinos de La Vinyeta explican aquella parte más rural y salvaje del Empordà y son herederos del territorio. El interés creciente por los vinos sin conservantes y sin sulfitos los sitúa en una muy buena posición. "Es una línea en crecimiento que estamos potenciando. Es el caso del Heusss (sin sulfitos), para dar un paso más hacia la agricultura con la mínima intervención", explica Serra. Su portfolio se completa con el blanco y el negro del Llavors, un vino elaborado con viñas viejas que cambia cada año de etiqueta para incorporar la palabra llavors en un relato periodístico o literario; el Puntiapart, el vino de guarda de la bodega, elaborado con las viñas más antiguas; y los microvinos, "pequeñas elaboraciones con las viñas más bonitas y más viejas, especialmente locales, como son la cariñena blanca o la garnacha roja".
Y es que, para diferenciarse en un mercado cada vez más globalizado y recuperar el nivel de ventas de antes de la pandemia, la DO Empordà apuesta claramente por las variedades locales y por las viñas viejas —una tercera parte de las viñas ampurdanesas tiene más de 30 años y, según un estudio del Consell Regulador, un 3% de las cepas tienen más de 100 años—. La Vinyeta es una clara referencia en una y otra tendencia.