Conozco muchas personas para las que 2020 iba a ser “el” año. Un año de consolidación, de prosperidad, de crecimiento exponencial. Quizás sea un poco pronto para decirlo, además de que mi fuerte no es –ni de lejos- el análisis económico, pero no hay que ser muy lista para aventurar que 2020 no será un gran año. También puedo aportar para apoyar mi argumento los datos del Fondo Monetario Internacional, publicados esta semana, que auguran para España la mayor caída en su producción de riqueza en más de ochenta años.
Qué lejos queda ahora el 28 de enero, cuando el COVID-19 ya campaba a sus anchas por Wuhan y yo acudía a la inauguración del nuevo espacio de coworking de Wayco, en el valenciano barrio de Ruzafa. Un lugar en el que ya había estado años atrás, cuando eran los cines Goya primero, y la librería Crisol, después. Un espacio singular rehabilitado para continuar albergando colectivos de personas muy diversas. Como en una librería o en un cine.
Invitada por el equipo de comunicación, charlé con muchas personas del ecosistema emprendedor y tecnológico valenciano, hablamos de futuros viajes a Boston, de conferencias en Medellín, de todos los planes que teníamos a la vista para el que se presentaba como un gran año. Para mí, también.
Entre cervezas y música en directo, me contaban que estaban ya casi al 100% de ocupación, con empresas de todos los tamaños, más de 300 profesionales de 20 nacionalidades diferentes, las salas de eventos muy demandadas y a punto de abrir lista de espera. Mientras las obras de un tercer espacio en Valencia, en pleno barrio de Ciutat Vella, seguían su curso para situar a Wayco como el mayor player de coworking de Valencia.
Una industria, la de los espacios de trabajo flexibles, que auguraba para 2020, 800.000 metros cuadrados con la entrada de grandes operadores en el negocio. Con 1.500 espacios registrados en España y un impacto económico de 150 millones de euros al año es un sector en pleno despegue que tenía prevista la novena edición de su Coworking Conference Spain, el encuentro nacional de operadores de espacios colaborativos, para junio de este año en Valencia. Y que como un gran número de eventos, se ha cancelado y será en 2021.
“Estábamos en la cresta de la ola y hemos sufrido un fuerte sacudida económica”, me cuenta Nacho Cambralla, director de Wayco Ruzafa, cuando le llamo después de comer. “A finales de febrero, con las cancelaciones de eventos y formaciones, ya vimos que esa línea de negocio se iba a resentir. Luego, con el Real Decreto de marzo, ya nos quedamos a un 20% de nuestros ingresos de febrero en la línea de coworking”. Pese a que las cifras no son buenas y la mitad de la plantilla está en un ERTE al 100% y la otra mitad, al 50%, Cambralla se muestra optimista. “Este modelo de negocio funciona y está en auge. Obviamente las expectativas de crecimiento se van a frenar pero si como todo parece indicar, en mayo se empieza a volver a la normalidad, podremos aguantar bien. Aunque en el momento en el que estamos, pensamos a corto plazo, y eso ahora, son dos semanas, osea, según lo que va marcando el gobierno”.
Los valores que ofrece un espacio de coworking están vinculados al dinamismo, a la sociabilidad y sobre todo, a la flexibilidad. “Si somos flexibles para que los profesionales y empresas se incorporen a Wayco, ¿cómo no vamos a serlo para que se vayan?”. Y así ha sido, muchos han dejado por completo el espacio, pero otros han mantenido su cuota con las medidas flexibles que les han ofrecido desde el espacio de coworking.
Cambralla: "“A finales de febrero, con las cancelaciones de eventos y formaciones, ya vimos que esa línea de negocio se iba a resentir"
¿Qué habéis aprendido en estas semanas, Nacho? “Que hay que tener un plan de contingencia. El año pasado lo cerramos en superhábit porque este es un negocio rentable y sostenible. Pero esta sacudida nos da donde más nos duele, en los muchos costes fijos que tenemos y que con una caída de ingresos tan fuerte nos ha hecho caer en déficit. Hemos tenido que reducir de todas partes: energía, renegociar el alquiler, financiar ciertos gastos para poder seguir”.
Quién nos iba a decir hace dos meses, con una cerveza en la mano, que a un coworking con lista de espera le iba a hacer falta un plan de contingencia. Que a un sector en auge le iba a hacer faltar repensar su modelo de negocio, un modelo casi tan nuevo como el virus que lo ha puesto en jaque.
Quién nos iba a decir a finales de enero que 2020 no iba a ser nuestro año.