Entramos en la fase 1, una fase que necesito como autónoma pero que temo como ciudadana. Esa es mi realidad. No confío en la capacidad de los valencianos –en mi caso- para seguir las normas y mantener las distancias en la desescalada. Sé que no es muy popular que diga esto, pero así me siento. Por mucho que sepa que hemos de ponernos en marcha, reactivar la economía, comprar en los comercios locales, ayudar a que la restauración remonte, acudir a los cines y teatros con las nuevas normas de aforo, por muy claro que lo tenga, temo que no sepamos contenernos.
El dato de que solo el 5% de la población tiene anticuerpos no ayuda mucho, aunque junto con los datos de fallecidos, contagiados y altas, han sido los pocos números claros que han aportado algo de luz en esta pandemia. Y poner luz y muerte en la misma frase es algo temerario. Lo sé.
La comunicación del Gobierno ha sido tan caótica como desastrosa y siendo admiradora del trabajo periodista Miguel Ángel Oliver desde años, ahora secretario de Comunicación del Gobierno de Pedro Sánchez, esto me duele aun más. Pero si cualquier infografía hecha por un blogger o pequeño organismo aclara más los pasos a seguir en la desescalada que las diarias, eternas y continuas ruedas de prensa del gobierno, es que algo no están haciendo bien.
"La comunicación del Gobierno ha sido tan caótica como desastrosa"
Por no hablar del las mascarillas, con las que llevamos a vueltas desde marzo. Reto a cualquier lector a que me explique la diferencia entre la FFP2, la FFP3 y la quirúrgica y cuándo y cómo hay que usar cada una de ellas. Ni el mismo Fernando Simón se aclara en sus comparecencias y eso que a veces hace gala de un “esta tarde me lo estudio y le respondo”, cuando no sabe contestar alguna de las preguntas que le lanzan en las ruedas de prensa.
¿Una comunicación gubernamental más eficaz y clarificadora facilitaría que se cumplieran las medidas propuestas para cada fase de la desescalada? Absolutamente, sí. O al menos, contribuiría a que quien infrinja una norma, lo haga conscientemente. Sin embargo, este despropósito en la comunicación ayuda a que “como no lo tengo claro, pues hago de mi capa un sayo e interpreto la norma como quiero”.
En València hoy es fase 1 y podemos ir a una terraza a tomar algo, ir a ver a nuestro familiares con nuestra pareja a la hora que queramos y sin distancia pero si quieres pasear con tus hijos o tu pareja, volvemos a las normas de la fase 0. Es solo un ejemplo de incongruencia aunque, quizás lo he entendido mal.
Y si has enfermado por Covid-19 pero no lo suficiente, entras dentro de una categoría de damnificados por esta pandemia que es difícil de calificar porque obtener información sobre la atención médica necesaria o la gestión de ayudas y bajas, puede ser una auténtica pesadilla.
Anna ha estado 60 días encerrada en su casa. 60 días con fiebre, con síntomas de Covid 19 y sin una prueba que confirmara o descartara sus síntomas. Anna es una consultora de éxito, fundadora de su propia empresa y reconocida internacionalmente por su trabajo en el mundo del neuromarketing y el neurocoaching. Obviamente, sus ingresos han caído en picado pero ha pagado sus cuotas de autónomos aunque no ha recibido más que una parte de la baja por enfermedad común del mes de marzo. Algo más de 200€.
La desatención, abandono y frustración que ha sentido Anna, acostumbrada a trabajar para grandes consultoras donde la solvencia y el flujo de información son habituales, ha sido una constante en estos dos meses.
“Me he sentido secuestrada en casa -por un supuesto Covid-19- con fiebre cada día, encontrándome realmente mal y sin conseguir que me atendieran más que por teléfono. He ido al centro de salud, al hospital, explicando mi historial médico previo y complicado y ni aun así, y teniendo todos los síntomas, me hicieron una PCR”, me explica Anna en su primer paseo por la calle el pasado sábado.
Anna, con la ayuda de su asesora, ha tenido que pelear para poder solicitar ayudas y cobrar la baja por Covid. Y no está siendo nada fácil porque la desinformación, una vez más, ha sido la respuesta a casi todas sus preguntas.
"La desinformación, una vez más, ha sido la respuesta a casi todas sus preguntas de Anna, autónoma como yo"
“Entre Salud Pública y el Centro de Atención Primaria que me corresponde no han sido capaces de aclararse durante semanas y cuando por fin se aclaró mi caso, resulta que el Instituto Nacional de la Seguridad Social no había recibido los 4 partes necesarios para que como autónoma pueda cobrar la baja”.
El resultado es que estamos a mediados de mayo y no ha cobrado más que una parte de la baja por enfermedad común de marzo. Y claro, tampoco puede solicitar ninguna ayuda porque está de baja. Ni darse de baja de autónomos. Anna seguirá reclamando por lo que le corresponde, y lo que le queda. “Es muy frustrante llamar docenas de veces a Salud Pública, al centro de salud, adónde se supone que me tienen que ayudar, y la respuesta que encuentro es que llame yo al INSS y que le explique yo al funcionario lo que tiene que hacer. Con fiebre, hecha polvo, sola, angustiada y desesperada”, me explica Anna.
Mientras caminamos por el barranco le pregunto por sus viajes programados a Colombia, México, Ibiza, Miami, donde sus conferencias y formaciones son muy cotizadas. “Ahora lo tengo todo parado porque lo que quiero es ponerme bien y ni lo pienso”.
Anna es una mujer fuerte, resiliente y con recursos. Pero ¿cuántos autónomos se habrán visto en la misma situación, desatendidos, desinformados y desamparados? ¿Cómo van a salir de esta situación?
Todo son preguntas, todo son dudas, todo es incierto. Y mal comunicado.
Y entramos en fase 1. Ay.