Este 20 de marzo no es como lo imaginábamos, pero en la desolación del paisaje tal vez se encuentran las coincidencias. En la ciudad de València, el 20 de marzo es un día de resaca, de bares cerrados porque han hecho el agosto durante una semana entera, de tiendas a medio gas porque la gente se queda en casa a descansar, de trabajadores que van al trabajo enfadados si son falleros porque el día 20, todo el mundo lo sabe en València, es un día para descansar. Por lo tanto, nos lo tenemos que tomar de igual manera.
Entre las cosas que se aprenden encerrados en casa hay un listado interminable de intangibles. Querer a los tuyos, aprender a ver cómo son de otro modo, avanzarte a las necesidades y a las demandas... De los niños y de los grandes, todos acabamos siendo muy predecibles. También hay un montón de concreciones que antes no se apreciaban y que quién teletrabaja ya tiene asumidas: ordenar con ojo clínico, poner lavadoras en la pausa del café, preparar la comida... ah! Y quemar las lentejas, es un clásico en esta rutina.
De esta lucha diaria saben mucho dos periodistas a quienes os recomiendo seguir desde este momento: Adrián Cordellat (@acordellat) y Diana Oliver (@Diana_Oliver). Son padres, periodistas y autónomos y las tres cosas las hacen muy bien, con sus sufrimientos incluidos. Escriben sobre literatura infantil, maternidad, ciencia, educación... no, no hacen temas de empresa ni de economía pero de producción, conciliación y remuneración saben mucho. Pensaba en ellos estos días cuando el teletrabajo se ha puesto encima de la mesa y los e-mails que recibimos en la redacción (virtual) se inundan de la palabra 'teletrabajo': consejos, píldoras y recetas mágicas, notas de prensa en las que se afirma que las grandes empresas y las patronales promueven el teletrabajo y la implementación de la evaluación del trabajador e incluso el Ayuntamiento de València ha establecido un plan urgente de implantación del teletrabajo para garantizar el funcionamiento de la administración municipal.
De teletrabajo sabe mucho el periodista David Blay, a quien ya entrevistamos la semana pasada antes del confinamiento y a quien también os recomiendo que empecis a seguir inmediatamente. En su libro ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?, que hemos reseñado y sorteado entre los lectores de VIA Empresa, Blay da muchos consejos pero revisando estos días me ha llegado al corazón este: "Obviamente, cuanto más pequeños sean más problemas y malabarismos tendremos que realizar para poder ser productivos, pero es aquí precisamente donde todo lo aprendido hasta aquí nos servirá para darnos cuenta de una nueva situación: podemos aprovechar al máximo nuestro tiempo. Tenemos que ser capaces de establecernos objetivos realizables. Más que nunca, hay que mirar el trabajo en función de las cosas que hacer y no de las horas. Y, sobre todo, tenemos que asumir que las horas habituales para ponernos ante el ordenador o al teléfono no serán tales. Aun así, es factible hacer un buen trabajo en estas circunstancias".
David Blay, en su libro, afirma que "tenemos que ser capaces de establecernos objetivos realizables"
Es una cosa así como "sí, sabemos que cuesta, que es un sacrificio, pero al final lo que hagas, también lo harás bien. Simplemente de otro modo". Cómo lo que dicen que será nuestra sociedad después del virus y como nos tenemos que tomar este 20 de marzo de confinamiento. Sacrificado, diferente, pero al fin y al cabo, siendo otro viernes para descansar. (¡Quién pueda!).