Errejón quiere trabajar menos

La medida estrella de Más País hace un año que se debate en el País Valencià. Expertos ven viables las 32 horas semanales porque hoy ya se pierden muchas en cafés, charlas y reuniones improductivas

Errejón, en un mitin con líderes valencianos. | MÁS PAÍS
Errejón, en un mitin con líderes valencianos. | MÁS PAÍS
València
05 de Noviembre de 2019
Act. 06 de Noviembre de 2019

Vuelve al debate público el hecho de trabajar menos el año del centenario del logro de la jornada de 8 horas después de la histórica huelga de La Canadiense en Barcelona. Y lo hace como promesa electoral de Más País, la candidatura de Íñigo Errejón a las elecciones generales del 10 de noviembre. El partido defiende la implantación de las 32 horas semanales con un tres en uno: mejorar la productividad, ayudar a la conciliación y el beneficio medioambiental de reducir los desplazamientos.

Al Reino Unidos, think-tanks como Autonomy o el movimiento social Demand a 4 Day Week ya actúan en esta línea; en la vecina Francia ya se instauró la semana de 35 horas hace 11 años, a pesar de que reformas laborales posteriores han hecho que muchas empresas hayan encontrado la manera de justificar horarios más extensos. Por lo tanto, ¿es posible trabajar cuatro días por semana y cobrar el mismo?

Un debate territorial sobre la extensión y la redistribución del trabajo

En el País Valencià el tema lo puso sobre la mesa el secretario autonómico de Ocupación, Enric Nomdedéu. Encendió la mecha en la Semana de la Economía de Alzira, a comienzos de año, donde propuso caminar hacia un futuro "donde el trabajo sea un medio de vida y no el centro de esta" e instó a replantear el esquema trabajo-productividad: "Ahora trabajamos más horas que nunca, especialmente en el País Valencià, y la relación entre ocupación y productividad es más débil que nunca".

Nomdedéu, al centre, en una de les sessions de Labora
Nomdedéu, en el centro, en una de las sesiones de Labora 

El también director general de Labora -el servicio valenciano de ocupación y formación- recordó que "en los Países Bajos trabajan una media de 5 horas y media menos a la semana que en el Estado español y su productividad por hora efectiva es un 10,1% mayor". "Tal vez ha llegado la hora de debatir abiertamente sobre la extensión y la redistribución del trabajo" porque "un total de 40 horas a la semana se nos presenta como una barrera a la compatibilidad con la vida privada y familiar" y "habría que hacer frente a la desocupación a través de una redistribución del trabajo efectiva".

Por eso propuso poner en marcha medidas como una jornada reducida, incluso a tres días, propias "del puesto-capitalismo y el puesto-trabajo" actual que, además, cree que "son compatibles con las necesidades y retos asociados a la modernidad, como son el cambio climático o la conciliación familiar, pilar central de esta nueva construcción del futuro del trabajo". Todo en la línea del debate que ha llegado a Madrid -no en balde, su partido, Compromís, se presenta el 10N en coalición con Más País.

Dicho y hecho. Labora organizó entre septiembre y octubre tres jornadas, una en cada una de las capitales de provincia del País Valencià -Alicante, Valencia y Castelló-, para tratar temas relacionados bajo el título 'Teletransporte al futuro del trabajo'. Todo con un packaking muy moderno, con discusiones colectivas en formato pop-up, de acceso libre para toda la población, actividades infantiles y conciertos y DJs, y con carteles agitprop con el rostro de Maynard Keyes y clamores cómo: "¡Ha llegado el momento de trabajar 15 horas en la semana!" o "Antes todo esto eran compañeros de trabajo" con la imagen de un oficinista solitario.

Un dels cartells de la campanya de Labora
Uno de los carteles de la campaña de Labora 

Largo: "Si miramos los datos, el Estado español está en la cola de la productividad y es el que más horas trabaja de la UE. Se trata de optimizar el tiempo"

Esta iniciativa pionera en el Estado español se ha llevado a cabo con la colaboración de Autonomy, el think tank británico que promueve el acortamiento de la jornada laboral de acuerdo con cuatro beneficios principales: mejora de la salud mental de los trabajadores, más sostenibilidad medioambiental, aumento de la productividad al trabajo y más tiempo libre. Ángel Largo, vicepresidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios (ARHOE), fue uno de los participantes y nos ayuda a resolver la cuestión inicial: "Es posible trabajar menos horas. Se tienen que repartir de forma que la empresa pueda dar el servicio o gestionar la productividad y ofrecer flexibilidad laboral con mejor uso del tiempo, con horas de trabajo más productivas".

"Si miramos los datos, el Estado español está en la cola de la productividad y es el que más horas trabaja de la UE. Hablamos de 40 horas semanales, pero muchas son improductivas: el café, comentar el partido de fútbol del día de antes, las pausas... Se trata de optimizar el tiempo. En los países británicos a las 3 ó 4 de la tarde ya está todo el mundo en casa. No es ningún mito", sostiene Largo.

Un buen conocedor de la gestión del tiempo y el trabajo es el periodista valenciano David Blay, autor del libro ¿Miedo qué no nos dejan trabajar desde casa? Él lo hace desde 2007 y asegura que esto le permite trabajar cuando lo necesita sin una "linealidad horaria": "El planteamiento de base es muy problemático cuando hablamos de horas, porque igual que todos hemos tenido un compañero o compañera que se estudiaba en una hora lo que nosotros tardábamos tres, hay quién hace el trabajo bien en menos tiempo". En todo caso, generalizando, coincide con Ángel Largo en que hay "muchísimas horas muertas durante la jornada laboral" y cita "cosas de la vida personal que arreglamos en el trabajo" hasta "la hora del almuerzo, el café, las reuniones improductivas o las paradas para charlar o para fumar". "Si las restamos a las 40 horas, en realidad estaríamos trabajando por debajo de esas 32 horas que se proponen", observa.

Blay defiende que "cuando se establecen unos objetivos, se cumplen"; por eso, invita a las empresas a marcarlos para cuatro días semanales, que serían similares a los de los cinco días actuales. "Hoy todo es medible y muchos trabajos se pueden hacer con un ordenador y con un teléfono móvil. Hay una generación por debajo de la mía que no quiere estar porque sí en una oficina y esto está lastrando el talento; algunos pasan de trabajar en multinacionales, que era el sueño de nuestros padres, a empresas más pequeñas porque ofrecen mejores condiciones. Trabajar menos no tendría que ser problemático si tú has cumplido los objetivos marcados y has hecho todo lo posible para que la empresa sea rentable", afirma el periodista.

Blay: "Hay una generación por debajo de la mía que no quiere estar porque sí en una oficina y esto está lastrando el talento"

Por otro lado, Blay cita la incongruencia de "trabajar las mismas horas que nuestros padres" cuando tenemos al alcance "una tecnología superior": "Cuando empecé en el periodismo, necesitaba dos minutos por medio de comunicación para enviar la nota de prensa. Ahora en un segundo la puedes enviar a 3.000 medios. El trabajo está mejor hecho y en menos tiempo, pero parece que como lo has hecho rápidamente, tienes que seguir trabajando".

Marcar objetivos puede ir acompañado de un win-win: una mejora de la productividad (para la empresa) y reducir la jornada laboral (para el trabajador). Por lo tanto, ¿quién no quiere esto? ¿Qué resistencias se encuentran este tipo de propuestas? Tanto Largo como Blay lo ven claro: es una cuestión generacional. Y ligan la redistribución de las horas al teletrabajo. "El empresario tradicional quiere ver físicamente a los trabajadores porque cree que así ejerce un control sobre sus funciones. Pero se tiene que hacer entender al empresariado -sobre todo al de las pymes, que son las que forman el tejido empresarial mayoritario- que un trabajador a quien se le da flexibilidad horaria, aumenta la conciliación, está mucho más comprometido y fidelizado, es más feliz... y, por lo tanto, es más productivo", explica el vicepresidente del ARHOE.

"Venimos de una generación entera que te ha enseñado que quien más trabaja es quien antes llega al trabajo y quien más tarde se va. Tenemos la sensación que si no vigilas a los trabajadores, no hacen bien su trabajo; pero no es cierto, porque la gente quiere mantener sus trabajos. Es una cultura generacional que se tiene que erradicar entre los directivos que toman las decisiones", subraya Blay. Por no hablar de la actitud con la cual se mira al trabajo: "En la mayoría de las empresas, la gente no disfruta. Te dicen: 'Ya estoy aquí cumpliendo condena otro día' o 'Ya me queda menos para que llegue el viernes'. Son expresiones aparentemente inocentes, pero no lo son. Hay una percepción, sobre todo de directivos próximos a la jubilación, de que al trabajo no se va a disfrutar, se va a trabajar. Y no puede ser que una cosa a la cual dedicas gran parte de tu vida no la estés disfrutando, porque llegará un momento en que querrás irte".

Ángel Largo defiende que, además de reducir la jornada laboral, se tiene que avanzar en temas como el teletrabajo. Habla de aprovechar la tecnología para "evitar largos desplazamientos" y dar la libertad a cada cual de organizarse de acuerdo con unos objetivos profesionales y necesidades personales. "La jornada laboral presentista es lo que hace que seamos tan improductivos", afirma. Por lo tanto, hace un llamamiento tanto a empresarios como gobernantes para legislar en este punto. Hoy por hoy, es sólo una propuesta electoral y una obstinación de la conselleria valenciana que todavía tiene que calar, y mucho, en el mundo empresarial más tradicional.