Fin del estado de alarma

Crónica de 100 días de historias y aprendizajes

Una persona al balcó durante el confinamiento por el coronavirus. | ACN
Una persona al balcó durante el confinamiento por el coronavirus. | ACN
València
23 de Junio de 2020
Act. 25 de Junio de 2020

Cuando el 17 de marzo publiqué aquí el primer artículo de mi diario de una autónoma en cuarentena, ni yo ni nadie pensábamos que íbamos a llegar tan lejos. Ni en la pesadilla más distópica soñamos que íbamos a estar 100 días en una situación a la que se le pueden poner tantos calificativos como personas ha habido confinadas.

 

Han sido 100 días eternos, donde hemos pasado por todos los estados posibles, dejando a la montaña rusa más alta del mundo, la Kingda Ka, en Estados unidos, a la altura del betún.

Miedo, estrés, incertidumbre, depresión, ansiedad, impotencia… Y también agradecimiento, solidaridad, empatía, generosidad… Hemos vivido 100 días que nunca olvidaremos.

 

Uno de mis retos, que asumí sin mucha reflexión de por medio, fue acompañaros durante la cuarentena con mi visión de autónoma. ¿Cómo lo iba a vivir yo? ¿Qué historias me llamarían la atención? ¿Qué mirada tendría una freelance a la que en cuestión de días le desapareció la mitad de su facturación prevista para 2020? Y es que 2020 iba a ser uno de mis grandes años. Hasta que llego la pandemia y lo cambió todo.

"Miedo, estrés, incertidumbre, depresión, ansiedad, impotencia… Y también agradecimiento, solidaridad, empatía, generosidad… Hemos vivido 100 días que nunca olvidaremos"

Los viajes, las conferencias, las formaciones por toda España, mi primera vez como speaker en Latinoamérica, todas esas oportunidades se disiparon. Aunque llegaron otras.

Escribir cada día en VIA Empresa me ha permitido conocer y contar la historia de Rafa Girbes y su peluquería en el centro de Valencia, o la de Jose Jaime Linares y su visión de dónde quedaba el cine y la cultura de la que todos nos hemos olvidado durante el confinamiento. Obviamente, la cultura que se consume fuera de casa.

He hablado con personas que trabajan en banca, que han visto como los proyectos que llevaban atascados 10 años ha salido en 10 días. He conocido el día a día de quiénes trabajan como reponedores en grandes superficies, como Juan Carlos, que desde que se decretó el estado de alarma, ha trabajado de sol a sol. Y todos me han acompañado en la aventura del folio en blanco que supone escribir cada día en este diario.

Como consultora de estrategia digital he asesorado durante la pandemia a un buen número de empresas que se vieron, de un día para otro, inmersas en el mayor experimento de teletrabajo de la historia y, obviamente, no sabían cómo hacerlo. Pero no solo las empresas, los colegios e institutos y las escuelas de danza, como a la que acude mi hija Julia, se dieron cuenta de golpe y porrazo que todos somos inmigrantes digitales. Tanto los que han nacido en la era Google y posteriores y llevan el sambenito de “nativo digital”, como todos los que han tenido que aprender, de manera ultrasónica, que en 20 minutos de reunión online eficaz se pueden conseguir tantos o más acuerdos como las reuniones interminables de 3 horas.

Aunque suene a barbaridad, bendita pandemia que ha provocado cambios organizacionales y culturales en empresas que, de otra manera, jamás hubieran dejado a sus empleados trabajar desde casa. Bendita pandemia que ha permitido a muchas personas demostrar que se puede trabajar desde casa, por objetivos, sin calentar la silla y con resultados extraordinarios en muchos casos. Bendita pandemia que ha visibilizado la enorme brecha social de un buen número de familias que no tenían dispositivos para acceder a las clases online lanzadas por colegios e institutos. De hecho, el Pleno del Consell Valenciano ha aprobado recientemente la contratación de emergencia del suministro de 15.000 tabletas con conectividad para alumnado con menos recursos económicos, 1.500 ordenadores portátiles para empleadas y empleados públicos y 600 monitores para realizar videoconferencias, así como el servicio de mantenimiento de la infraestructura hardware de la Generalitat. Casi nada!

"No es bendita esta pandemia, es una pesadilla. Porque tan buena ha sido para empujar cambios culturales como desastrosa para el comercio, la hostelería o el turismo y la cultura"

No es bendita esta pandemia, es una pesadilla. Está claro y sé que los lectores entienden el juego de palabras. Porque tan buena ha sido para empujar cambios culturales como desastrosa para el comercio, la hostelería o el turismo y la cultura.

Así me lo han explicado los expertos con los que he desayunado desde casa en un canal de televisión improvisado y que ha tenido a Instagram como vehículo mediático. Xavier Marcet, Genís Roca, Xavier Verdaguer, Joan Clotet, Javi Creus, Monste Guardia y muchos más han compartido generosamente su conocimiento, visión y reflexiones conmigo y yo, con vosotros. Otra de las grandes aportaciones que, para mí, ha tenido la cuarentena.

Ahora nos queda remontar, olvidar la pésima comunicación del gobierno central, apoyar a los comercios, mantener las medidas de seguridad y respetar la distancia. Interiorizar los aprendizajes de estos 100 días, escribirlos a fuego en la memoria y empujar para que 2020 se parezca, un poco, al año que iba a ser.