Quizás tendemos a pensar que lo que marcará realmente el futuro profesional es la carrera universitaria que se elege a los 18 años. Sin embargo, el 17,9% de los menores de 25 años no tiene un título de FP o Bachillerato en el Estado español, una cifra que lo coloca en la cola europea, donde sólo presentan peores resultados Rumanía y Malta. El problema, por lo tanto, viene de antes. ¿Y si nos remontamos a la etapa de los 0-6 años? ¿Y si se tiene que cambiar radicalmente la forma de enseñanza? ¿Y si la industria evoluciona mucho más rápidamente que los temarios? ¿Y si no estamos preparando a los niños y niñas para el mundo laboral del futuro?
Estas son algunas de las preguntas, inquietudes y retos que abordó el encuentro para empresas 'El mundo que viene: el futuro de la educación' que organiza el Banco Sabadell y Startup València (hasta hace poco, llamada Asociación Valenciana de Startups) en el Hub Empresa de València el pasado 12 de febrero. El debate estuvo moderado por el CEO de Startup València, Nacho Mas, y contó con la participación de Clara Torrijos, CEO de la startup GoKoan para preparar oposiciones; José Millet, vicerrector de Empleo y Emprendimiento en la Universitat Politècnica de València (UPV); y Mariano Pontón, director y cofundador de Imagine Montessori School.
Pontón (Montessori): "La etapa infantil de 0-6 años es la más importante"
"Con la automatización están desapareciendo puestos de trabajo y al mismo tiempo estamos preparando a los estudiantes para tareas que quizás ya no existirán cuando terminen. ¿Cómo tenemos que motivar al alumnado y a los educadores ante esto? ¿Cómo tenemos que abordar este reto?", preguntó Cortijo para empezar. Pontón, como experto en educación en edades tempranas, observó que es desde los principios de la vida cuando se tienen que trabajar las "aptitudes humanas", que ve "difíciles de sustituir", como sí pasa con los contenidos, que son "fácilmente absorbibles" y en un momento dado se puede acceder a ellos. Se refiere a aptitudes como la empatía, la capacidad de resolución de conflictos, la capacidad de concentración, la innovación o la creación.
Pontón instó a "empezar como antes mejor": "Parece que la etapa infantil no es relevante, pero es lo más importante si queremos transformar la sociedad y el futuro de los niños. A 6-12 años generaremos habilidades que les servirá para el futuro, como empezar a planificarse una semana, verificar que cumplen los objetivos, y si no, que identifiquen qué ha pasado; a los 12-18 años, les proporcionaremos experiencias incluso internacionales, de movimiento, que les transforman y despiertan el espíritu de emprendimiento; aprendemos mucho más por experiencias que si nos lo cuentan, cada vez más avanzamos hacia ese modelo. Así, a los 18 años, se incorporan en la universidad con todas las habilidades".
Torrijos, psicóloga de profesión, explicó que cuando quiere aprender una cosa concreta, acostumbra a hacer un "MOOC de diez horas y es suficiente". "Se trata de ir cogiendo conocimientos y aprendiendo según es necesario. Nunca pararemos de estudiar, porque las habilidades que requerirá tu trabajo serán diferentes en cinco años. Esto no cambiará nunca", afirmó. En esta línea, Millet, de la UPV, concretó que lo esencial será "la capacidad de saber encontrar lo que necesitas y saber aplicarlo, saber interpretarlo en tu campo". Todo esto es muy bonito, pero al público le inquietó la dicotomía entre focalizar la enseñanza al reforzar las aptitudes porque hoy todo lo podemos encontrar en Google o estudiar conocimientos de manual, a la manera antigua. Así lo transmitió uno de los asistentes: "Es importante formar en competencias transversales, pero ¿llevan la mochila de conocimientos adecuados? Pondré un ejemplo muy visual: ¿os imagináis ir a la consulta del médico, muy empático, pero que a la hora de determinar qué tienes se ponga a buscarlo en la Wikipedia?". Millet respondió que "la clave está en el equilibrio", y en todo caso, matizó que se reflexiona mucho sobre estas cuestiones en espacios de debate como el Hub Empresa pero después, en las aulas, "no se aplica tanto". "Esto ya pasaba antes. Yo soy de un pueblo pequeño y nuestro médico siempre sabía de todo. Te decía algo y tú te lo creías. El buen médico, como en el resto de profesiones, es el que está constantemente estudiando qué cambia en su campo", añadió el vicerrector. Un apunte de Pontón: "Justo es decir que hablamos de una pedagogía que cambia el enfoque y que complementa. No quitamos nada de contenidos, que además, están marcados por ley. Ya veremos si en un futuro baja la base de contenidos".
¿Titulaciones generalistas o especializadas?
Ya en la universidad, Millet ha destacado que el debate abierto es si se tiene que apostar por titulaciones generalistas o especializadas: "Si sabes de todo, pero nada en profundidad, en el trabajo necesitas un periodo de especialización; el especialista no lo necesita, pero quizás se ha especializado en una materia que ya no aporta valor o se ha desfasado y tendrá muchos más problemas para reciclarse". La solución, difícil, es para el vicerrector "el mestizaje". "Hay alumnos que siempre sacaban un 9 o un 10 porque se les daba muy bien hacer exámenes, pero en el mundo real, se hundía. Otros, con peores notas, habían sido delegados y se habían involucrado en actividades complementarias, y después se mueven mejor en el mundo laboral", observó.
Con un índice de fracaso escolar del 17,9%, alto abandono de las carreras universitarias y bajo porcentaje en titulados, a los empresarios los preocupa la dificultad de encontrar perfiles técnicos en el País Valencià. "Lo que más se prima es el autoaprendizaje, es lo que buscan las startups. Además de la captación y la retención, que los buenos se queden, y los que se han ido, que vuelvan. Incluso traer a gente de fuera porque aquí faltan perfiles técnicos", aseguró Nacho Mas. Por su parte, Millet afirma que les "preocupa" el fracaso porque muchos abandonan la universidad "a los dos o tres meses", cosa que ve relacionada con la falta de "resiliencia" y pega un toque de atención a los docentes: "Los tiempos han cambiado, no tenemos que seguir utilizando las formas de antes. Tenemos que intentar ayudarles para que continúen".
El fracaso escolar y la responsabilidad del sistema educativo
¿De quién es la culpa del fracaso escolar? Torrijos puso el dedo en la llaga: "No es un problema del alumno, sino del sistema educativo". "Nos tenemos que preguntar primero qué es el fracaso escolar. Tengo un compañero doctorado en Programación que es un crack y repitió dos cursos. Me da la sensación de que la medición por la que se decide qué es fracaso escolar y qué no lo es está un poco desajustado en la actualidad", apuntó, y añadió otra anécdota personal: "Mi hijo toca la batería como los ángeles pero no le iba muy bien en la escuela. Ahora lo enseñan matemáticas a través de la música y ha cambiado todo totalmente". Como profesional de la psicología, Torrijos denunció también un "abuso de falsos diagnósticos de dificultad en el aprendizaje en los colegios cuando los profesionales no tienen todo el conocimiento sobre los niños", una "etiqueta" que cree que si se pone ya a los "cuatro años", "lo encaminas hacia el fracaso escolar".
Por eso será determinando el papel del docente en el futuro y tendrá responsabilidades que, según Torrijos, "un robot nunca podrá conseguir", como es "la capacidad de inspirar o incentivar" al alumnado y enseñar a "aprender a aprender". La CEO de GoKoan es optimista y dice que, siendo de la generación del aula donde todos estaban en fila y los aprendices eran pasivos ante la clase magistral, ahora "desearía volver al cole": "Mis hijos han aprendido a cocinar comida china, a hacer té, saben qué es el coronavirus... la enseñanza ha cambiado una barbaridad. Creo que donde más cuesta es en la universidad, seguramente más por comodidad del alumno, que prefiere un test a final de curso y no hacer un costoso proyecto de investigación". Millet lo confirmó: "La primera pregunta que nos hacen es si las diapositivas estarán colgadas en algún lugar. Miran y no escuchan qué se dice. Si al profesor le decimos que cambie la forma de impartir su asignatura, le costará, pero a los alumnos también. Hoy la labor del docente tiene que andar hacia la figura del mentor".
El público, lleno de empresarios, se quejó de que "la industria tiene una velocidad de mil por hora" mientras "la educación avanza muy lentamente, va muy por detrás". "¡Nos estrellaremos!", espetó un asistente. Ante esto, Millet aprovechó para hacer un llamamiento a los políticos y asumió que los tempos de las empresas y de las aulas son muy dispares. "La educación necesita un pacto de Estado, como se ha hecho en otros países. Las reformas necesitan un tiempo para ver los resultados. Los cambios en la educación son lentos", resolvió.