La crisis del COVID-19 ha evidenciado la carencia de un sistema productivo fuerte en el Estado español a consecuencia de la deslocalización de buena parte de la industria a terceros países atraídos por la reducción de los costes. Y, a la vez, ha hecho patente la dependencia del exterior. La relocalización de las empresas es un debate que estará encima de la mesa en los próximos meses y del que se hablará mucho. En este contexto, hay que destacar que algunas compañías, contra viento y marea y por convicción, decidieron en su día mantener sus plantas en el territorio donde nacieron y hoy están ayudando a producir parte del tan necesario material sanitario. Una de ellas es Marie Claire, en Vilafranca, en la comarca del Alt Maestrat de Castellón.
Marie Claire tiene una larga historia. La fundó la familia Aznar en 1907 como empresa dedicada a la confección y comercialización de medias, sector en el que se ha convertido en todo un referente estatal. Los más veteranos recordarán, sin duda, la canción del anuncio televisivo de los setenta: "Marie Claire, Marie Claire, un panty para cada mujer". La diversificación llegó en 1975, cuando empezó a fabricar calcetines; hoy también produce pijamas, ropa deportiva, vestidos y toda clase de ropa interior para mujer, hombre y niños.
Después de desavenencias internas, la empresa familiar pasó a manos extranjeras hasta que el cuadro directivo -conformado por el actual gerente, Alberto Planell, junto con Silvestre González y Vicente Tejedo- asumió el 67% de las acciones de la firma. Hoy factura unos 30 millones de euros anuales y da trabajo a 550 personas en la fábrica de Vilafranca y en el centro logístico de Borriol.
La crisis de 2008 y la dura competencia de las marcas de bajo coste
El gerente, Alberto Planell, destaca que entre las grandes fortalezas de Marie Claire figura "el equilibrio entre haber sabido desarrollar un alto grado de automatización y alto know how del producto para poder competir" y "ofrecer una calidad y un servicio prácticamente inmediato que productores de terceros países no pueden hacer". Cuenta que el centro logístico de Borriol, que se inauguró en 2004, fue una inversión en tecnología e innovación: fue el primero en utilizar la visión artificial para la preparación de pedidos, basada en una tecnología de cámaras con la cual se hace la identificación del código de barras para pasar a su posterior clasificación.
Sin embargo, Planell admite que les ha perjudicado mucho la concatenación de vicisitudes que ha vivido el téxtil en las últimas décadas: el boom de la competencia de bajo coste, la crisis financiera de 2008 y ahora, la del coronavirus. "La apertura de las fronteras nos tocó la fibra sensible, no podemos competir contra otros países por muchos motivos: por las diferencias de las materias primas, por las bonificaciones que tienen en la exportación países como Turquía o por las autoexigencias que nos hacemos. Nosotros, prácticamente una vez al mes, pasamos una auditoría de calidad, social o de prevención de riesgos laborales. Hoy quedan muy pocas empresas en el Estado español de nuestra medida", expone el gerente de Marie Claire. Tienen claro donde está su diferenciación: en un producto I+D, "lanzar productos innovadores y con valor añadido" y "huir del producto básico que viene de China".
Ante la deslocalización, apuesta firme para ser "el motor de la economía" de la comarca
Cómo decíamos, frente a las decisiones que tomaron otras industrias de deslocalitzar, Marie Claire fue firme y decidió mantener sus raíces, con todos sus inconvenientes. Justo es decir que Vilafranca, donde se encuentra su fábrica, es un pequeño pueblo del interior de Castellón de 2.200 habitantes. Es una zona montañosa "donde las comunicaciones no son realmente extraordinarias", como apunta Planell.
A pesar de esto, defiende el compromiso para mantener la empresa "donde se fundó" porque "es el motor de la economía de la comarca": "Cuando todo el mundo decidió deslocalizar en los países asiáticos en medio del furor por la bajada de los costes de producción, nosotros decidimos, por una cuestión de responsabilidad social, mantener la industria en Vilafranca, donde ocupa a unas 400 personas de la zona".
"Aunque hemos sufrido bastante por eso, desde nuestro punto de vista fue una decisión acertada", afirma, y lanza una pulla a quien no lo hizo así: "Hoy estamos pagando las consecuencias de la desindustrialización que se hizo en su día. Prácticamente desapareció el tejido industrial en España".
Capacidad para producir 25.000 mascarillas y 15.000 batas diarias
Ahora vemos esas consecuencias en las dificultades para producir de manera rápida el material sanitario necesario para la crisis del COVID-19 y la excesiva dependencia de los envíos del exterior. Precisamente, Marie Claire es una de las empresas que están fabricándolo; señalan que tienen una capacidad de producir entre 20.000 y 25.000 mascarillas y entre 10.000 y 15.000 batas al día.
Planell explica que inicialmente la idea era colaborar solidariamente "como lo estaban haciendo asociaciones de vecinos y otras entidades. No nos podíamos quedar parados e intentamos ayudar". Pero no encontraron materia prima, por lo cual ofrecieron a la Generalitat Valenciana sus instalaciones, maquinaria y trabajadores.
El gerente ve este pedido como una cuestión "puntual", aunque ha permitido aliviar el ERTE que había planteado la empresa por la crisis del coronavirus. Afectaba a toda la plantilla, pero la fabricación de material sanitario ha reavivado la producción y salvará a unas 150 trabajadoras, las cuales volverán a incorporarse al trabajo, gradualmente, estos días.
Alberto Planell: "Esperamos una bajada importante del consumo, pero no sabemos calibrar si será del 15%, del 20% o mayor"
Si tiene que comparar la crisis de 2008 con la actual, el gerente de Marie Claire tiene claro que la del COVID-19 "es peor": "La crisis financiera nos afectó muchísimo. Bajó el consumo de nuestro producto por la entrada de muchas distribuidoras con marcas desconocidas de bajo coste, perdimos una parte importante del mercado. Tuvimos que reducir nuestra estructura y adaptarnos a un escenario donde optamos por la investigación y los nuevos productos".
Sobre la crisis actual, Planell comenta: "Ahora no sabemos que nos deparará el futuro. Existe una sensibilidad y concienciación hacia el producto y la industria de proximidad, pero no sabemos si se mantendrá cuando pase el problema del coronavirus o si aumentará el paro, la gente perderá poder adquisitivo y seguirá apostando por productos más baratos hechos en otros países. Es un gran interrogante". Sin embargo, se reafirma en su voluntad de apostar por la proximidad, como figura en el ADN de Marie Claire: "Para nosotros seguirá siendo una prioridad mantener la ocupación en la comarca. Es una zona con un nivel de despoblamiento altísimo, y si desaparece la industria, desaparece la vida".
Hacer planes de futuro, ahora, es complicado. Marie Claire, "en un momento de incertidumbre", depende de "cuál será nuestra reacción como ciudadanos". La empresa estará al quite de cómo se comportan sus compradores, los establecimientos: "El futuro dependerá de la estrategia de cada uno de nuestros clientes". Da por perdida la campaña de verano y lamenta que todo lo que se tenía previsto para esta época "se quedará en los almacenes"; la incógnita es "como afrontarán los clientes la campaña de invierno": "Esperamos una bajada importante del consumo, pero no sabemos calibrar si será del 15%, del 20% o mayor".