Hace unas décadas, los libros en catalán estaban relegados a un rincón en las librerías de Mallorca. Fue hasta que tres jóvenes decidieron en febrero de 1982 poner fin a esta situación y abrir una pequeña tienda literaria en el centro de Palma. Casi 40 años después, se mantiene como la librería en catalán por excelencia, un hito que ha conseguido gracias a una clientela fiel y su apuesta por la literatura infantil. Quart Creixent ha sobrevivido a los prejuicios hacia el catalán de parte de la población mallorquina, además del libro electrónico, una crisis económica y, ahora, también, una pandemia. A finales del año pasado, recibió una mención especial en la tercera edición del Premi Llengua Nacional por su tarea en al difusión de "la literatura y la lectura en catalán durante casi cuatro décadas".
"Si queríamos que en Mallorca el catalán estuviera normalizado, tenía que haber una librería en catalán", indica Jaume Corbera, uno de los socios fundadores de Quart Creixent. Por lo tanto, esta fue la premisa desde los inicios: en la tienda, sólo entraban libros en la lengua propia. El proyecto emprendió como una broma entre Antoni Artigues y JaumeCorbera. Son los dos socios fundadores iniciales de Quart Creixent, profesores de formación y dedicación hasta entonces, a los que se les añadió después una tercera socia, Maria Pons.
Grandes nombres de la literatura catalana apoyaron la iniciativa desde el comienzo. La poeta Maria Mercè Marçal asistió a la presentación, y JoanBrossa y JaumeCabré son otros escritores que han pasado por ella. Pero los inicios fueron más duros de lo que esperaban los tres jóvenes cargados de ilusión. Los astros se alinearon y el padre de Artigues, farmacéutico, se jubiló y les cedió el alquiler del local junto a la Plaça Major. "Arrancamos con nuestros ahorros y todo era muy idílico, pero una vez puesto en marcha el negocio, eran muchas cosas de las que nos teníamos que hacer cargo, sobre todo la burocracia", recuerda Corbera.
Las circunstancias tampoco ayudaban: "En el año 82, la mayoría de la población de Mallorca hablaba en catalán, pero no había el hábito de leer en esta lengua". De hecho, sólo hacía tres años que el catalán se había introducido en las escuelas; era un "intruso nuevo". Después de pedir ayuda e incorporar nuevos socios -Arnau Amer y MiquelSerra-, el negocio se estabilizó. "Fue aumentando el público de libros en catalán, cada vez había más gente concienciada, e hicimos una clientela que nos ha mantenido vivos hasta ahora", explica Corbera.
Los niños, los clientes del futuro
Si bien uno de los secretos de esta larga vida es tener un público fiel, lo que Corbera considera que es el rasgo más diferencial es la parte dedicada a la literatura infantil. "No hay ninguna librería de Palma que se haya puesto a nuestro nivel: los libros para niños tienen que ser físicos, y nosotros siempre los hemos puesto en una zona de fácil acceso para los más pequeños", explica el socio. Las mesas donde se encuentran los libros son bajas, para que los puedan ver fácilmente y sean los niños quienes los vayan a comprar y los elijan.
Sobrevivir a los libros electrónicos no ha supuesto ningún dolor de cabeza para Quart Creixent: "Se ha notado, pero no tanto como pensábamos"
Fomentando la lectura -en catalán- desde las primeras etapas de la vida, se aseguran los clientes del futuro. Esta fidelización también se dirige a no perder el público joven. "Los estudiantes sólo leen las lecturas obligatorias de clase...", lamenta el propietario de Quart Creixent. Antes, eran los principales clientes. También se ha reducido mucho el peso de la sección de lengua catalana: "Los diccionarios y libros de normativa sólo los compran los funcionarios que hacen cursos de reciclaje, actualmente".
En cambio, sobrevivir a los libros electrónicos no les ha supuesto ningún dolor de cabeza, de momento. "Se ha notado, pero no tanto como pensábamos", explica Corbera. Por un lado, porque los libros infantiles siguen siendo físicos y, por el otro, porque en el segmento en catalán no hay tanta oferta de ebooks. "Hemos intentado ofrecer libros electrónicos, pero las editoriales no quieren intermediarios; los venden ellas mismas", indica.
Un 2020 sin Sant Jordi
"La covid-19 ha sido una estocada muy fuerte para el sector; lo hemos notado mucho en los ingresos, pero también hemos recibido ayudas, así que no nos podemos quejar", hace balance del año Jaume Corbera. También ha contribuido a esta relativa tranquilidad de los actuales socios de Quart Creixent el hecho de que hace unos años compraron el local donde tienen la librería. A pesar de que antes pagaban un alquiler antiguo, que también les ha sido de ayuda para mantenerse casi cuatro décadas, ahora no se tienen que preocupar de este gasto mensual.
Un Sant Jordi descafeinado y una Fira del Llibre y una Setmana del Llibre en Català reducidas a pocos días han dejado al sector sin las principales citas literarias por la covid-19
Si una cosa buena ha dejado este año pasado ha sido un impulso al comercio electrónico que pequeños establecimientos como Quart Creixent han aprovechado para subsistir. En concreto, la tienda se adhirió a la iniciativa Llibreries Obertes durante el confinamiento, que mantuvo un cierto nivel de ingresos pese al cierre. "Antes, era un servicio residual y ahora hacemos envíos cada semana, sobre todo a los pueblos y también a la Península", relata Corbera. Las dos empleadas -una a jornada completa y la otra a media jornada- que trabajan en la librería se han encargado de gestionar este servicio.
Las principales citas literarias de este 2020 han sido muy diferentes debido a la pandemia. Ha sido un año sin Sant Jordi –"el Sant Jordi de verano no ha sido ni la mitad de provechoso que otros años"- y con una Fira del Llibre y una Setmana del Llibre en Català reducidas a pocos días. "Al final, todo se ha concentrado justo antes de Navidad y Reyes, que ya suele ser una época buena, así que no hemos podido aprovechar estos acontecimientos", según Corbera. 2021 ha empezado con limitaciones para el comercio, pero la esperanza del sector está puesta en un Sant Jordi mínimamente normal. Quart Creixent también cruza los dedos por un año con más libros en catalán.