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Turismo en la Costa Blanca (I): Benidorm, el pueblo que quería ser Manhattan

Hace 60 años era un municipio marinero de 2.000 habitantes que abrió su mentalidad viajando por los principales puertos del mundo y ahora los nativos regentan el 90% de los hoteles de la ciudad mediterránea de los rascacielos

Castillo square in Benidorm, with the viewpoint in frente | iStock
Castillo square in Benidorm, with the viewpoint in frente | iStock
Alicante
21 de Agosto de 2020
Act. 27 de Agosto de 2020

Es un secreto confesable que, cuando un alicantino viaja al Reino Unido y le preguntan de dónde es, la conversación acostumbra a desarrollarse en la mayoría de los casos de la siguiente manera: "Spain. Alicante?". "I don't know...". "Benidorm?". "Yes!!! Y have been there many times!". Los escaparates de las agencias de viajes allá tienen el denominador común que todas ofrecen una escapada a la capital del turismo de la Costa Blanca. La euforia es tal que incluso el canal de televisión ITV emitió entre 2007 y 2018 la serie Benidorm, muy exitosa y muy aclamada por la crítica, sobre turistas británicos alojados en un hotel. Y es que los británicos suponen cerca del 75% de los visitantes internacionales que recibe la ciudad costera cada año.

Benidorm también es un destino popularmente conocido como escapada del IMSERSO para personas mayores en temporada baja. Gracias a esto, la ciudad mediterránea de los rascacielos disfruta todo el año de cifras de ocupación hotelera por encima del 70%, según datos de 2019 de la patronal Hosbec. El peso turístico que tiene a escala autonómica tampoco es nada desdeñable: el 23% de los viajeros que recibió el País Valencià el año pasado fueron a Benidorm y aquí es donde se registraron más del 38% de las pernoctaciones totales. En total, la capital del turismo de la Costa Blanca cuenta con 140 hoteles y unas 41.000 plazas.

Más allá de las cifras, es interesante quién está detrás del desarrollo turístico de Benidorm y qué ingredientes hicieron posible hace sesenta años una idea visionaria y muy rompedora con los valores de la época -la España gris del franquismo-... Recuperamos una historia no demasiada conocida.

Un pueblo de 2.000 habitantes con una mentalidad cosmopolita

Si echamos la vista atrás para buscar el origen del turismo en Benidorm, llegaremos a finales del siglo XIX. El primer establecimiento hotelero que se instaló fue el Hostal La Mayora, de la promotora Josefa Mayor, en 1865, según consta en el archivo de Hosbec. En 1893 ya operaba el turístico "Tren Botijo", que iba de Madrid hasta Alicante y conectaba directamente con el coche-diligencia hacia Benidorm. Después llegarían, en 1920, la Fonda Casa de Baños, de la familia Ronda, y el Hostal de Plaza, de José Calvo y Carmen Llorca. En los años treinta se abrieron tres establecimientos más (dos de ellos, el Hotel Bilbaino y el Hotel Marconi, continúan activos), y ya a los cincuenta llegó la explosión hotelera.

Cartell de venda d'apartaments a Benidorm | Hosbec arxiu
Cartel de venta de apartamentos en Benidorm | Hosbec archivo

 

Pero vayamos despacio. Porque, ¿qué pasó esto, justamente, en Benidorm? La secretaria general de Hosbec, Nuria Montes, nos da las claves. En primer lugar, explica que el auge del turismo internacional tuvo como claro punto de partida el desarrollo de la aviación comercial, "cuando deja de ser un medio elitista y de lujo y se abre a una parte muy importante de la población". Permitía transportar a miles de personas a miles de kilómetros de distancia en pocas horas.

Benidorm, la capital del turismo de la Costa Blanca cuenta con 140 hoteles y unas 41.000 plazas hoteleras, regentadas en su mayoría por empresarios nativos

En el caso concreto de Benidorm, entraron en juego más ingredientes que se fueron combinando hasta llegar a la capital del turismo mediterráneo que es hoy en día. Por un lado, Montes señala los "factores naturales": "Benidorm es una población de 8 kilómetros cuadrados de superficie con tres playas, de las cuales las dos principales son las únicas orientadas completamente al sur de todo el Mediterráneo. Esto supone que tienen sol prácticamente todo el día y a penas tienen incidencia los temporales. Además, las bahías de Benidorm están protegidas por dos cadenas montañosas, la Serra Gelada y la Serra Cortina, que las protege sobre todo del viento norteño, que es el que bajó las temperaturas. Todo esto hace que la ciudad siempre tenga una temperatura agradable, alrededor de los 20 grados en invierno, hay un microclima en Benidorm".

La bondad del clima es compartido con otras poblaciones costeras del Mediterráneo. Que Benidorm sea la ciudad que es ahora tiene mucho que ver, también, con un "factor sociológico muy importante". Volvemos a los años cincuenta, en la Benidorm en blanco y negro. "Era un pueblo perdido a la costa donde se tardaban horas en llegar", afirma Montes. Y era muy pequeño, tenía unos 2.000 habitantes; si quitamos las personas mayores, las mujeres -que entonces no eran población activa- y las niñas y niños, nos quedamos con unos 700 trabajadores. La secretaria general de Hosbec asegura que, de estos, aproximadamente la mitad se dedicaba profesionalmente a la marina mercante. "Esto es un hecho diferencial muy importante para tener en cuenta la mentalidad que había. Buena parte de la población activa pasaba embarcada nuevo meses al año y había visitado Nueva York, Buenos Aires, Melbourne, Singapur... los grandes puertos comerciales del mundo. Mientras había una España completamente cerrada al exterior, en Benidorm la mentalidad de la población era tremendamente cosmopolita, sabían que había un mundo allá fuera, que existían edificios muy altos y no les daban miedo", explica Montes.

La figura del alcalde Pedro Zaragoza

A esta combinación de factores tenemos que añadir una figura fundamental en el desarrollo de la actividad turística en Benidorm: Pedro Zaragoza, un hijo de marinero que fue el alcalde de 1950 a 1967. Montes recuerda que aquella época "Benidorm era un pueblo pobre", con "una pequeña almadraba de pesca y terrenos que no servían, que no eran fértiles para el cultivo". Entonces Zaragoza, inspirado por las historias que se importaban en el pueblo, potenció un turismo que entonces estaba desarrollándose y que podía ser la gran fuente de ingresos, como en otras ciudades del mundo. Se puso las pilas y consiguió el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1956, el primero de este tipo en el Estado español, para el cual contrató al arquitecto alicantino Paco Muñoz. Quizás por las prisas o quizás por la embriaguez del momento, no marcaba ninguna zona verde ni ninguna destinada a equipamiento.

A Zaragoza tuvieron que pararle los pies con sus planes. Por ejemplo, en la avenida del Mediterráneo de Benidorm, que hoy transcurre paralela a la playa con dos carriles por cada sentido, quería poner tres carriles por sentido, es decir, un total de seis; una amplitud que no tenía ni la Castellana de Madrid. Otra anécdota de su fuerte apuesta personal por el turismo y el apertura fue su lucha para legalizar el uso del biquini: prohibido en la España franquista, la Guardia Civil puso una multa de 40.000 pesetas a una turista británica que lo lucía; indignado, Pedro Zaragoza cogió su Vespa y se fue al Pardo para convencer a Franco a que autorizara el uso del biquini en las playas de Benidorm. Lo consiguió: en 1952 firmó un decreto que no sólo permitía vestir en esta ropa de baño, sino que contemplaba multar a quien increpara a las mujeres que lo trajeron.

Las mujeres al poder: ellas impulsaron el negocio hotelero

Si miramos el listado de pioneros del sector hotelero en Benidorm de antes de 1961 que proporciona Hosbec, llama la atención que hay bastantes nombres de mujeres en un momento en qué tenían que pedir permiso a sus maridos para poder trabajar o incluso para abrir una cuenta corriente en el banco. Es más, algunos promotores hombres en realidad eran sólo los nombres visibles de unas empresas gestionadas por sus parejas. Montes explica que el negocio turístico lo impulsaron las mujeres por dos motivos.

Primero, porque las mejores tierras las heredaban los hijos, es decir, las tierras fértiles del interior de la comarca. Entonces, y contra la percepción que tenemos en la actualidad, los terrenos cerca del mar no valían nada y se dejaban a las hijas. "Ellas eran las propietarias de los terrenos sobre los cuales se construyó el Benidorm turístico", cuenta la secretaria general de Hosbec. El segundo motivo yace en que los hombres todavía eran marineros, con lo cual las primeras gestiones hoteleras estuvieron en manos de las mujeres. Fueron ellas quien empezaron a consolidar la industria y las promotoras pioneras de hoteles que todavía perduran en la actualidad tenían nombre de mujer, como es el caso del Hotel El Palmeral (1957), de Josefa Masanet; el Hotel Sol (1957), de Dolores Fuster; y el Hotel Brisa (1957), de María Varela.

Imatges antigues de Benidorm | Cedida
Imágenes antiguas de Benidorm | Cedida

También ayudaron mucho los primeros turoperadores internacionales que ofrecieron préstamos en hoteles para hacer nuevos establecimientos, como pasó en otras partes del Estado español, a cambio de garantizarse exclusividades y camas disponibles para sus clientes.

Una industria hotelera local

Al contrario que en otras grandes ciudades turísticas, en Benidorm destaca la baja presencia de cadenas hoteleras foráneas. Si bien es cierto que hay algunas como los de la mallorquina Meliá, que aterrizó aquí en 1970, el 90% son de empresas locales, según Hosbec. "Hay gente que pone como defecto en Benidorm que no tenga grandes cadenas. Pero no hay porque los empresarios de aquí nunca han querido vender a las grandes cadenas porque son negocios muy solventes y no lo han necesitado. Nosotros lo hacemos valer. Que los empresarios y amos de los hoteles sean de Benidorm supone que viven aquí, que compran casas aquí, que compran alimentos y roba aquí, que sus hijos van a los colegios de aquí... en resumen, que hacen todo el consumo en Benidorm, transmiten su riqueza a la zona. En cambio, una cadena internacional saca beneficio, lo reparte entre sus accionistas, cotiza en Bolsa, se somete a las reglas del mercado financiero y tiene una menor implicación con el territorio donde está", sostiene Nuria Montes.

Nuria Montes (Hosbec): "Que los empresarios y amos de los hoteles sean de Benidorm supone que viven aquí (...) que hacen todo el consumo en Benidorm y transmiten su riqueza a la zona"

Los cinco grandes nombres del sector hotelero benidormer actual son: José María Caballé, de Servigrup (la cadena más grande del País Valenciano en número de habitaciones disponibles y en volumen de negocio anual), que facturó 105,4 millones de euros en 2018, tiene 19 hoteles y 4.800 habitaciones; Javier García de Hoteles Magic Costa Blanca, 78,2 millones, 13 hoteles y 2.600 habitaciones; Pablo Hernández, de Hoteles RH, 61 millones, 18 hoteles y 1.800 habitaciones; Antonio Mayor, de Puerto Hoteles, 43,5 millones, 11 hoteles y 1.600 habitaciones; y Pere Joan Devesa, de Hoteles Poseidón, 35 millones, 8 hoteles y 1.700 habitaciones.

Sobre la crisis sanitaria: "Malviviremos con el Covid-19"

Hosbec dejó de publicar los datos de ocupación hotelera en Benidorm en marzo de 2020, cuando la crisis sanitaria del Covid-19 paralizó la actividad económica mundial. Aun así, todavía registró una ocupación del 70,61%. Los meses siguientes, ha dejado una imagen totalmente insólita en la ciudad: hoteles cerrados, playas vacías. Con las fronteras abiertas, los hoteleros buscan salvar el año, pero se resignan al desastre, como valora Nuria Montes: "Tenemos claro que no seremos capaces de consolidar una recuperación hasta que no haya una cura, vacuna o minimización de la enfermedad que la haga anecdótica. Mientras tanto, malviviremos con la Covid-19".

Desde Hosbec tienen claro que "no seremos capaces de consolidar una recuperación hasta que no haya una cura, vacuna o minimización de la enfermedad"

"El turismo es una actividad muy complicada con el virus, porque este prohíbe o limita todo lo que nosotros vendemos: el contacto, la felicidad, el baile, la alegría, el abrazo, las reuniones familiares... El aislamiento está reñido con la actividad turística", suspira. Aun así, es optimista sobre el momento de la vacuna: "Los turistas tenemos una memoria muy corta, nos olvidamos rápidamente de las cosas. Cuando esto no sea un riesgo, volveremos a viajar como lo hacíamos antes o incluso con más ansia, porque hemos tenido mucha demanda estancada". El problema, observa, es que "entrarán en juego los efectos de la crisis económica". Ésta, aunque la prevé "grave", no les asusta: "Nos da miedo la crisis sanitaria porque no podemos controlarla, no depende de nosotros. Preferimos la crisis económica porque ya hemos navegado por otras con un cierto éxito, sin hundirnos, tenemos herramientas empresariales para controlarla y actuar, ya sea reduciendo costes, haciendo ofertas, productos especiales... Ahora hay un mercado estancado por el simple miedo".

Además, Montes sostiene que el turismo de sol y playa todavía tiene "muchísimo futuro" porque cada vez hay más destinos en el mundo, pero también "muchos miles de millones de turistas más": "La única amenaza que hemos visto y participamos de manera activa para minimizar su impacto es el cambio climático".