• Historias de ascensor

Historias de ascensor

Subir en el elevador para llegar a la oficina ahora también comporta riesgos por el contagio, lo que hace ganar puntos al teletrabajo

Los ascensores son otro lugar de contagio de uso masivo en las oficinas | iSock
Los ascensores son otro lugar de contagio de uso masivo en las oficinas | iSock
València
05 de Mayo de 2020

La curva que muestra Google Trends cuando haces la consulta con la palabra “teletrabajo” deja a la curva de la escalada del COVID19 en España a la altura del betún y apuesto a que “teletrabajo” será elegida palabra del año 2020, aunque tiene duras competidoras: confinamiento o desescalada, entre otras.

 

Hemos asistido a una avalancha digital de artículos, webinars, directos en todas las plataformas posibles, guías y descargables con el fin de actualizar en tiempo récord a las plantillas en esta nueva-vieja forma de trabajo. Y digo también vieja porque hay quien, como David Blay, lleva años explicando, divulgando, ayudando y convenciendo a empresarios y trabajadores de que el trabajo desde casa no solo es  posible, sino que es muy recomendable. Ayuda a la conciliación familiar y personal y permite, con la tecnología disponible hoy en día, hacer el mismo trabajo en menos tiempo.

Somos muchas las que lo tenemos claro, pero son mayoría quienes han descubierto, forzadamente, de qué va esto del teletrabajo. Aunque como bien explica Blay en este brillante artículo para la revista Telos, lo que estamos viviendo ahora no es teletrabajo. Y la explicación es la base de lo que este periodista lleva comunicando desde 2014. “El teletrabajo se basa en la posibilidad de adaptar tus necesidades personales a las profesionales. Incluso, poniendo un ejemplo, decidiendo que la media jornada para la que estás contratado transcurrirá de 21 a 1 de la noche. Y el resto del día lo dedicarás al resto de tus actividades”.

 

Esto no es lo que una gran mayoría ha vivido, sino, más bien, un traslado a lo bruto y sin palitativos del trabajo en la oficina al trabajo en casa. Una mudanza física, exclusivamente. Sin adaptar horarios, circunstancias, necesidades y prioridades. Sin tener en cuenta que la situación era y es excepcional. Y con todo y con eso, se ha demostrado que se puede trabajar desde casa, enseñando a los equipos a distribuir el tiempo y a los empresarios a confiar en las personas que contratan y en su capacidad para trabajar por objetivos, no por horas lineales.

"Se ha demostrado que se puede trabajar desde casa, enseñando a los equipos a distribuir el tiempo y a los empresarios a confiar en las personas que contratan"

Se han salvado empresas -y no pocas- de una quiebra inevitable, gracias al teletrabajo.

¿Y ahora, qué? ¿Las personas van a querer volver a las oficinas si existe la posibilidad de teletrabajar? Blay recoge en su artículo interesantes datos de 2019 sobre la relación entre los españoles y el teletrabajo. Sólo 1,5 millones trabajaban desde casa y casi un 70% quería hacerlo pero su compañía no se lo permitía.

Apuesto a que estas cifras, procedentes de estudios de Adecco y Ranstad, han dado un giro total. Es más que probable que por la “mala experiencia” del teletrabajo durante estas semanas, muchos que aspiraban a solicitarlo a su empresa ahora se lo piensen, porque lo único que desean es volver a su puesto de trabajo “normal”, con todas sus pegas. Y arriesgo a aventurar que otros, cuando experimenten la vuelta, con extremas medidas de seguridad, sistemas de protección personal obligatorios, puntos de higiene, ozonos y todo lo que viene, abracen el teletrabajo, el de verdad, como una forma más que saludable de cumplir con sus obligaciones laborales y tener un vida familiar y personal mucho más plena.

Creo que incluso en este caso, quedan significativos retos por delante. Por ejemplo, van a permanecer durante mucho más tiempo los prejuicios sobre las posibilidades que ofrece la tecnología para trabajar en equipo.

Cuando le pregunto a un directivo de banca si es necesaria la vuelta de los equipos de dirección a los servicios centrales o si se puede continuar así, su respuesta no puede ser más reveladora. “Yo creo que no podemos seguir así. Habrá un punto intermedio entre el 100 % presencial y el 100% remoto. En la situación actual, creo que los equipos pierden sinergias y sobre todo, se pierde mucho feeling con equipos más transversales, con los que no tienes reuniones periódicas pero te amplían la visión”. Obviamente, una buena conversación a pocos centímetros aporta a nivel sensorial, pero bien entrenadas las capacidades de las personas y con las herramientas adecuadas, se puede lograr una productividad, sinergia y visiones más que amplias. Es una cuestión de cultura digital.

En cualquier caso, para quienes quieran volver a su vida en la oficina, a las medidas de seguridad se suman detalles que no son banales. Los ascensores.

Una vez nos hemos desinfectado, equipado y tomado la temperatura, habremos de tomar un ascensor. Han calculado que algo tan tonto como eso, supondría que si se restringe el aforo en los ascensores en una ciudad como Nueva York, el acceso del personal de una gran firma a las instalaciones podría llevarles toda la jornada laboral. Poca broma.

No dudo de que las historias de ascensor puedan ser apasionantes. Sin embargo, ahora que la pandemia ha visibilizado las virtudes y posibilidades del teletrabajo, ¿no sería mejor ganar tiempo y productividad, calidad de vida laboral y personal y apostar, de verdad, por el teletrabajo?

Es una gran oportunidad. Aprovechémosla.