La inflación ha disparado el coste de la vida por todas partes. La espiral alcista en los precios de consumo que sufren las principales economías norteñas global, causada por una muchedumbre de acontecimientos internacionales difícilmente limitables a la pandemia y la invasión de Ucrania, han hecho que habitar cualquier de las grandes ciudades del planeta sea cada vez más complicado. La concentración de la fuerza de trabajo y el tejido de negocio en grandes capitales, unida con la capacidad técnica para el teletrabajo, han hecho que el talento internacional se interese cada vez más por la relación entre la calidad y el coste de la vida allá donde podrá trabajar y la inflación ha complicado este equilibrio. Así, la consultora Mercer ha estudiado los precios de hasta 200 productos y servicios esenciales, desde la vivienda hasta el ocio; la ropa o la comida, cerca de 300 ciudades de todo el planeta para calcular, primero, donde es más carovivir y, segundo, cuál de las principales metrópolis del mundo ofrecen una mejor relacióncalidad-precio para los mejores trabajadores que demanda el mercado.
Barcelona, al estudio realizado por la consultora, está cómodamente siutada en lo alto de la tabla. Entre las ciudades de la Europa continental, la capital catalana ocupa la vigésima posición en cuanto al coste de la vida –es la más cara, con cierta diferencia, del Estado español–. Por detrás en el general de ciudades como Frankfurt, Praga o Stuttgart, no sufre precios desorbitados como otras urbes, pero se encuentra en una situación compleja en el acceso a algunos productos concretos. Por ejemplo, según Mercer, Barcelona es, de entre las ciudades estudiadas, la que tiene unos precios del óleo –uno de los productos esenciales que contemplan con más cuidado, junto con la gasolina o el pan– más elevados con mucha diferencia. Los combustibles también se encuentran, según el portal, en lo alto de la horquilla de precios si se comparan con el resto de entornos estudiados, no solo en Europa sino en todo el mundo. Si se ponr en un contexto global, Barcelona seria la gran ciudad número 78 en cuanto al coste de la vida. Madrid, por su parte, es razonablemente más barata, y no aparece hasta el lugar 90.
Suiza es con diferencia el país más caro de Europa, con cuatro de las cinco ciudades con mayor coste de la vida del mundo
Según el estudio publicado por la consultora, el país con diferencia más caro para la vida en las ciudades de todo el continente es Suiza. La república confederal tiene cuatro de las ciudades con los precios más altos del mundo: Zúrich, Ginebra, Basilea y Berna, muy por encima de cualquier otra ciudad europea. Fuera del país alpino, es Copenhague la siguiente clasificada europea, seguida de Viena y Amsterdam. La tendencia es a la concentración de las capitales más caras al centro y el norte de Europa, con la mayoría de las urbes más inaccesibles del continente a la región. Alemania, por ejemplo, contiene cinco de las capitales que Mercer encuentra más costosas para vivir: Frankfurt, Berlín, Múnich, Stuttgart y Hamburgo; mientras que estados cómo Bélgica o los Países Bajos aportan cuatro. Por otro lado, solo una ciudad francesa (París) y dos italianas (Roma y Milán) son más caras que Barcelona.
Si se amplica el foco hacia el estudio de todo el planeta, las cuatro ciudades suizas y la capital danesa son las únicas ciudades del continente que aparecen entre las 20 más caras – con Londres, las únicas seis de la región–. La metrópoli con un coste de la vida más elevado del mundo es Hong Kong; mientras que Tel-Aviv avanza a Nueva York a la sexta posición. El top-10 lo completan Singapur, Tokyo y Beijing. China es, de hecho, una de las grandes protagonistas del estudio. En la capital del gigante asiático se añaden Shanghai, Shenzen, Guangzhou o Qingdao, centros tecnológicos y logísticos del pacífico, donde el talento internacional encontrará más difícil lograr el pago de alquileres, combustibles o alimentos.
Calidad de vida
El coste de la vida, sin embargo, es una cifra de relevancia relativa que se tiene que leer siempre en clave calidad-precio. Así, Mercer complementa el estudio con una comparativa entre ambas magnitudes; una comparación del que se tiene que pagar para vivir en una ciudad y el nivel de vida que se puede lograr. Justo es decir, en este caso, que en pocas ciudades más baratas que Barcelona se puede vivir mejor. De hecho, solo cuatro urbes con un coste de vida más bajo que la capital catalana ofrecen condiciones más favorables para el talento internacional: Lisboa, Estocolmo y las dos grandes metrópolis canadienses, Toronto y Vancouver. Esta, de hecho, se encuentra entre las ciudades con mejores entornos vitales según la consultora, acompañada de Viena, Amsterdam, Copenhague o Zúrich –todas ellas, es cierto, sustancialmente más caras–.
Así, Barcelona se sitúa cómodamente por encima de la mayoría de ciudades de los Estados Unidos, superando a Dallas, Chicago y Los Angeles y justamente por debajo de Nueva York; así como de referentes europeos como Praga y Roma, a pesar de ofrecer unos precios más bajos que sus competidoras. A niveles de calidad de vida similares a los de la capital del país, Mercer coloca Tokyo o Londres, dos urbes también sustancialmente más caras. El nivel de vida de Barcelona, así, se ve superado claramente por solo un puñado de ciudades europeas –como Viena o Berlín– y solo por una de las capitales asiáticas, Singapur, que Mercer sitúa al nivel de Frankfurt o Brussel·les. El caso de Hong Kong es uno de los más flagrantes: mientras que el coste de la vida es claramente más elevado que el del resto de ciudades del planeta, la oferta de servicios y el en torno a bienestar que la capital ofrece a los ciudadanos es mucho más bajo que lo de los otros referentes globales. Su índice, de hecho, la pone al nivel Liubliana, Dubai o Montevideo, lejos de los centros de referencia.