• 'Braveheart', ejemplo de liderazgo

'Braveheart', ejemplo de liderazgo

Miel Gibson se pone en la piel de un héroe escocés, en un film épico donde la motivación de los equipos es la clave para triunfar

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Judith Vives
15 de Febrero de 2014
El discurso que el protagonista de 'Braveheart', William Wallace, pronuncia ante sus tropas antes de la batalla por la libertad de Escocia está considerado uno de los más inspiradores tanto de la historia del cine cuanto más allá de los límites de la gran pantalla.

Esta secuencia de poco más de tres minutos sintetiza los valores y características que definen un gran líder con capacidad para motivar su equipo y luchar por sus ideales.

El actor y director Miel Gibson reconstruye a 'Braveheart' la historia de William Wallace, un rebelde escocés que lideró la revuelta contra el rey Eduard Y de Inglaterra, que pretendía hacerse con la corona escocesa.



La lucha de Wallace empieza en el momento en que su mujer muere a manso de los ingleses. A partir de aquel momento, el héroe dedicará su vida a un único objetivo, el de liberar Escocia de la amenaza inglesa. Por eso, hará gala de una serie de atributos como por ejemplo el valor, el carisma y la inteligencia, que Wallace sabrá emplear para reclutar centenares de voluntarios que le apoyarán en su causa.

Marcarse un objetivo, en primer lugar, y ser un mismo para apostar en aquello en que más confiamos, son dos de las lecciones que de entrada se pueden extraer del protagonista de 'Braveheart'. Pero es que William Wallace demuestra, con su comportamiento, otras muchas características que definen el auténtico líder de éxito.

Así, por ejemplo, Wallace consigue, por su autoridad, tener seguidores y no súbditos, que lo admiran y lo respetan. Ante sus seguidores es el primero al dar ejemplo, poniéndose delante de las luchas y asumiendo los retos y riesgos de cada situación. Como buen líder, sabe capear las adversidades y resolver los problemas y conflictos. También es capaz de motivar su "equipo" y moverlos hacia un proyecto común, porque sabe como ser persuasivo sin engañar ni manipular, con un dominio del lenguaje que queda de manifiesto en el famoso discurso final.