Catalunya en el frente económico del conflicto

Foment del Treball y el Col·legi d'Economistes exploran los efectos a medio plazo de la guerra a Ucrania sobre la economía del país, desde la alimentación hasta la energía

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"El conflicto en Ucrania hará que se abren ventanas de oportunidad en Catalunya ". Desde el reconocimiento de la catástrofe humanitaria de la Guerra, el presidente de Foment del Treball Josep Sánchez Llibre reconoce cómo el sistema productivo catalán puede aprovechar la coyuntura económica, especialmente dentro del sector primario, que queda en Europa para devenir uno de los centros industriales del continente. En un análisis coyuntural elaborado por la patronal de la mano del Institut Agrícola Català de Sant Isidre, las empresas del país observan la posibilidad de, con las regulaciones que consideran adecuadas, "convertir Catalunya en uno de los hubs agroalimentarios más importantes del sur de Europa". Ante el cambio de tendencia de una Ucrania que ha sido durante décadas "el granero de Europa", como reconoce Sánchez Llibre, asegurar los suministros – alimentarios y otros – en el territorio pasa necesariamente por que "Catalunya sea soberana y sirva a Europa en el sector agroalimentario".

El efecto de la guerra, todo y las oportunidades de transformación que abre de la mano de los fondos Next Generation EU, se ha manifestado, ante todo, en un enorme shock económico. Cómo reconoce el decano del Colegio de Economistas de Catalunya Carlos Puig de Travy, dos crisis consecutivas han generado un "grave problema de precios y de abastecimiento" que está cuestionando la sostenibilidad y supervivencia de tejido empresarial y consumidores. Col·legi y patronal han reunido, en una jornada presentado por el economista Francesc Reguant bajo el título Reflexions agroalimentàries arran del conflicte Ucraïna-Rússia, a expertos en alimentación, energía y macroeconomía para hacer una radiografía del encaje catalán en las tendencias globales provocadas por la guerra, la pandemia y las profundas transformaciones productivas que las acompañan. Y más allá, en cuanto que, como constata la economista y profesora en Northwestern Mar Reguant, varias patas de esta crisis ya venían de 2021.

Yglesias: "O se producen más cereales o el consumo tendrá que racionarse"

El efecto macroeconómico de la cadena de valor alimentaria, sin embargo, trasciende la estricta localidad del continente europeo. Como recuerda el director general de Agro Fundamenta, Paco Yglesias, poco tiempo antes de la invasión Rusia cerró un acuerdo con China para la exportación de cereales que cambia el equilibrio en el consumo agrícola de un gigante asiático que hasta ahora era comprador habitual al mercado francés. La dependencia del consumo de cereales de Ucrania y los movimientos geopolíticos que acompañan a la alimentación han evidenciado lo que afirmaba el presidente de Foment, la necesidad de una cierta recuperación de la soberanía alimentaria europea. Según cifras de USDA recogidas por el mismo Yglesias, la producción continental de maíz tendría que aumentar en 60 millones de toneladas, mientras que la de trigo, unos 40, para cubrir la demanda. "O se producen más cereales o el consumo tendrá que racionarse", avisa el economista.

Pese a la ampliación del mercado alimentario que ha llevado a cabo la Generalitat, que ha activado la compra de suministros a los Estados Unidos y Argentina – una medida acertada, para Yglesias – el cereal adquirido en estos países no llegará hasta abril, y el vacío productivo dejado por Ucrania puede durar hasta el verano. A esto se añade, además, que la subida de los precios de la energía y la inflación generalizada ha disparado los precios de aquellos cereales que sí que produce la UE, como la cebada. "El suministro físico de la mercancía tendría que ser posible, a pesar de que el precio es una problemática", reconoce el director de Agro Fundamenta, que detecta encarecimientos de hasta el 30%.

La reconversión del país en un hub alimentario pasa, pues, de ser una oportunidad a acontecer una necesidad urgente. Yglesias es meridiano: "Si la guerra se mantiene y la producción de maíz no se acelera, entraremos en una crisis total de extrema gravedad". En los próximos meses, la actuación sobre el mercado alimentario, la adquisición de primeras materias al exterior y el fomento de la producción local será clave para evitar un shock todavía más importante. "Asegurarse el suministro de materias primeras es básico para mantener la actividad productiva, y durante los próximos 6 a 12 meses esto tendrá suma importancia", avisa el economista.

Crisis energética

Además de la vertical alimentaria, la principal amenaza hacia la estabilidad del sistema productivo europeo y su recuperación que plantea el conflicto en Ucrania es la crisis energética. La elevada dependencia del gas natural ruso, unida al formato marginalista que toma el mercado eléctrico a la Unión Europea, ha sido la última chispa que ha incendiado los precios a un sector que ya hacía tiempo que escalaba. Como reconoce Mar Reguant, de hecho, los elevados precios de la electricidad que se están sufriendo los últimos meses no se pueden tomar como una cuestión estrictamente coyuntural, sino que indican problemas duraderos en la forma que Europa entiende la producción y el consumo energético. "El error más grande sería no leer las señales que nos envía esta crisis", opina Reguant, que considera imprescindible transitar hacia un modelo basado en la sostenibilidad.

Salvador Guillermo, Mar Reguant, Paco Yglesias y Francesc Reguant durante el acto en Foment del Treball | Cedida

Salvador Guillermo, Mar Reguant, Paco Yglesias y Francesc Reguant durante el acto en Foment del Treball | Cedida

El economista reconoce que el continente europeo es "pobre en recursos energéticos tradicionales", algo que, en un modelo basado en los combustibles fósiles, lo hace extremadamente dependiente de aquellos países que sí que pueden extraer y comercializar. En este sentido, una transición hacia las energías renovables no solo es imprescindible por la evidente necesidad de combatir la emergencia climática, sino también para evitar la fragilidad de un mercado eléctrico excesivamente dominado por el decurso de la geopolítica. "Ahora es este conflicto, mañana quizás será otro, y la transición energética nos ayudará a combatir la volatilidad", en cuanto que ofrecerá a los países de la Unión un sustento energético que no esté bajo los designios de un tercero.

El conflicto en Ucrania, así, ha hecho despertar la conciencia de la "vulnerabilidad geopolítica" en que vive la energía europea – y, con ella, la vigencia de las demandas de una transición hacia las renovables. Un modelo centrado en la producción de energía neta dentro del territorio europeo, además, abre puertas de negocio a empresas del continente hacia un mercado a que antes podían no tener acceso por estar este dominado por otros actores estatales y de mercado. El éxito empresarial, además, estará ligado en el futuro a la capacidad de las empresas de navegar las "devastadoras" consecuencias de la crisis climática. "No hace falta que nos paralice el miedo, es importante pensar el modelo de negocio con los cambios que nos preparen para estos eventos", afirma Reguant.

Ensambladura macroeconómica

El secretario general adjunto de Economía de Foment del Treball Salvador  Guillermo alerta del potencial estructural que tiene una crisis que vendía de lejos, pero que ha sido profundizada por el conflicto bélico. La elevada inflación, superior a los seis puntos a inicios de año y que ya se ha desanclado de los dos puntos en términos subyacentes, presenta un riesgo real de efectos de segunda ola – cómo subidas de precios de servicios o exigencias de aumentos salariales por parte de la fuerza de trabajo del país. Estos efectos, que podían verse lejanos antes del conflicto, presentan el riesgo de romper la curva de crecimiento de las economías europeas – especialmente aquellas cómo la catalana y la española que encara no habían recuperado el ritmo de 2019 – y generar un proceso de estanflació. A pesar de que hay motivos para pensar que no se llegará a este extremo, el economista reconoce que "el aumento de precios que todo el mundo entendía que sería temporal a consecuencia de la guerra se alargará en el tiempo".

Reguant: "Ahora es este conflicto, mañana quizás será otro, y la transición energética nos ayudará a combatir la volatilidad"

La inflación, para Guillermo, pide medidas que dirijan la excepcionalidad monetaria durante la pandemia – haciendo que, de hecho, esta vuelva a ser excepción. El economista ha subrayado, de hecho, el inicio de la subida de tipo de interés que llevó a cabo la reserva federal norteamericana, de unos 25 puntos básicos, además de la retirada del dinero inyectado en el mercado por parte de los bancos centrales. Estas herramientas ya han hecho su tarea en el camino hacia la recuperación postpandèmia, pero ahora, cómo observa el ponente al otra banda del atlántico, hay que "poner en marcha la máquina en el sentido contrario".

Más allá de la política monetaria, no obstante, Guillermo identifica la necesidad de aplicar otras medidas que controlen a corto plazo la subida de los precios de consumo para así evitar los efectos de segunda ronda de la inflación y sus consecuencias nocivas a largo plazo. Todo y los elevados beneficios de varias empresas de generación energética en este periodo, el secretario general defensa una bajada de impuestos a los hidrocarburos para "suavizar" la subida de precios de la energía que se sostendrá durante los próximos meses. Si se consigue retardar la escalada del IPC, podemos ser, de hecho, moderadamente optimistas, en cuanto que muchas de las mejores medidas económicas serán más profundas y a largo plazo, y sus consecuencias positivas vendrán en adelante. "Los elementos de incertidumbre desaparecerán en los próximos años, la niebla no se quedará para siempre", augura Guillermo.

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