La inteligencia artificial generativa está redefiniendo la educación superior, planteando dilemas fundamentales sobre qué significa aprender en la era digital. Desde su lanzamiento, herramientas como ChatGPT han revolucionado la educación. En solo dos años, su adopción ha obligado a repensar prácticas tradicionales como los exámenes convencionales o las tareas individuales, desafiando el papel del docente y de los estudiantes. Ya no se trata solo de si estas herramientas se utilizan (porque lo hacen), sino de cómo y para qué se integran en los procesos de aprendizaje.
ChatGPT no es la primera tecnología que provoca este tipo de debates. En el pasado, la llegada de internet o incluso las calculadoras, generaron preocupaciones similares. Sin embargo, la experiencia muestra que prohibir estas innovaciones es poco realista y, a menudo, contraproducente. El verdadero reto está en aprender a utilizarlas de forma que complementen, y no sustituyan, el aprendizaje.
En el pasado, la llegada de Internet o, incluso, las calculadoras, generaron preocupaciones similares
Desde UIC Barcelona, el proyecto ALFA (AI Literacy For All) nació en 2023 como una respuesta a esta necesidad. Diseñado para alfabetizar a docentes y estudiantes en el uso ético y eficaz de la inteligencia artificial generativa, ALFA ha fomentado la comprensión crítica de herramientas como ChatGPT, enfatizando tanto su potencial como sus limitaciones.
Conclusiones globales: la ChatGPT Global Survey
Una de las actividades del grupo de investigación de ALFA fue la participación en la ChatGPT Global Survey, un esfuerzo internacional para explorar los patrones de uso, percepción e impacto de esta tecnología en la educación superior. La encuesta, que recopiló más de 23.000 respuestas de estudiantes en más de 140 países, es uno de los mayores estudios sobre el impacto de ChatGPT en la educación superior. Desde UIC Barcelona, aportamos más de 700 respuestas, lo que permitió identificar tanto patrones globales como matices específicos de nuestro contexto.
En España, el 85% de los estudiantes declara haber usado ChatGPT al menos una vez, ligeramente por encima de la media global del 80%. La adopción varía según disciplinas: mientras que en áreas tecnológicas y científicas es casi universal, en humanidades es más limitado, influido por percepciones tradicionales sobre su aplicabilidad.
Los usos más frecuentes incluyen la generación de ideas (65%), la redacción de textos (58%) y la búsqueda de explicaciones para temas complejos (43%). Estas actividades reflejan cómo ChatGPT facilita tareas que requieren tiempo y esfuerzo, especialmente en contextos donde la productividad es esencial. Sin embargo, identificamos un ”tabú” en torno a su uso: aunque muchos estudiantes reconocen que sería útil para tareas como generar ideas o redactar textos, el uso declarado es menor al percibido, lo que sugiere un uso encubierto influido por la presión académica y social.
En España, el 85% de los estudiantes declara haber utilizado ChatGPT al menos una vez
La satisfacción con la herramienta está correlacionada con la frecuencia de uso: los usuarios más intensivos tienden a valorarla más, aunque también son más conscientes de sus limitaciones. A pesar de esta satisfacción, muchos estudiantes prefieren la interacción humana y reportan preocupaciones éticas, como la falta de normativas claras o la privacidad de los datos procesados por la IA.
Conclusiones y el camino a seguir
Después de dos años utilizando ChatGPT en las aulas, junto con los resultados de la ChatGPT Global Survey y estudios cualitativos, surgen aprendizajes clave sobre cómo integrar esta tecnología en la educación superior. Primero, aunque detectar textos generados por IA es técnicamente posible gracias a patrones como estructuras excesivamente coherentes, vocabulario genérico y la falta de un estilo personal, la detección no debe centrarse en penalizar su uso. Sí, es importante reconocerlo para asegurarnos de que el estudiante realice el esfuerzo necesario para aprender, especialmente cuando el objetivo educativo está en el proceso y no solo en el resultado final. La prioridad debe ser acompañar a los estudiantes en un uso más correcto, marcando con claridad los límites: cuándo puede usarse para mejorar un producto final y cuándo no debe emplearse porque el objetivo está en desarrollar habilidades esenciales.
Segundo, el diseño de actividades académicas debe evolucionar para integrar herramientas como ChatGPT de manera constructiva. En lugar de limitarse a prohibir su uso, las tareas deberían fomentar el análisis crítico. Actividades como comparar respuestas generadas, evaluar su calidad o identificar errores no solo aprovechan el potencial de la IA, sino que también refuerzan habilidades fundamentales, como el pensamiento crítico y la capacidad de discernir entre información relevante y ruido.
Tercero, la formación del profesorado es central para liderar esta transformación. Los docentes no solo necesitan entender las capacidades y limitaciones de ChatGPT, sino también desarrollar estrategias pedagógicas que equilibren la eficiencia tecnológica con el aprendizaje profundo. Este cambio no es inmediato y requiere tiempo, reflexión y un compromiso con la mejora continua. Junto a esto, la investigación debe continuar, combinando análisis cuantitativos y cualitativos para ajustar metodologías y maximizar el impacto positivo de estas herramientas.
No se trata solo de adoptar nuevas herramientas; se trata de replantear como enseñamos
Los desafíos que tenemos por delante son significativos, pero con una planificación cuidadosa y un compromiso con la adaptación, podemos utilizar la IA para enriquecer la experiencia de aprendizaje de manera significativa. No se trata solo de adoptar nuevas herramientas; se trata de replantear cómo enseñamos. La IA puede apoyar actividades de aprendizaje, servir como tutor virtual y mejorar materiales educativos, tanto en contenido como en formato. Sin embargo, para integrar la inteligencia artificial generativa de forma efectiva en el currículo, necesitamos comprender bajo qué condiciones mejora el aprendizaje y cuándo es más adecuado limitar su uso. Esto requiere estudiar su impacto a través de investigación experimental en actividades reales de enseñanza.
Nuestro objetivo es crear un entorno educativo que sea innovador y esté profundamente enraizado en el pensamiento crítico y la integridad. Con una visión compartida, podemos moldear el futuro de la educación con -y no en contra de- la inteligencia artificial.