"En ocho años, los humanos lograremos la inmortalidad". Así lo predice el exingeniero de Google, RayKurzweil, quien asegura que, además, para 2030, "tendremos más neocórtex, seremos más divertidos, seremos mejores en la música, y seremos más sexys". Este hecho supondría, definitivamente, la proclamación del ser humano en contra de la naturaleza. Y parece que este futuro, probablemente apocalíptico, dispone de un apoyo considerable: en Estados Unidos, donde más se ha avanzado en esta materia, un tercio de la población querría ser inmortal, según datos de la Universidadde Texas.
A pesar de que, de entrada, no parezca algo muy probable -ni posible-, cabe decir que a los humanos no se nos da bien predecir el futuro. Aun así, hay quien tiene más puntería que otros, como es el caso de Kurzweil: de las 147 predicciones que ha realizado el exingeniero, se han cumplido un 86%. Pero, a pesar de que la tecnología avance de manera exponencial, todavía queda para 2030, y es por este motivo quien en vez de empezar la casa por el tejado, intenta lograr el hito de llegar a los 100 años.
Dos tercios de la población mundial morirá de forma prematura debido a una enfermedad que se podría evitar
"Aquello que mucha gente cree que conduce a una vida larga y saludable, no es del todo cierto, o es directamente falso", apunta DanBuettner, investigador de NationalGeographic en el documental Vivir 100 años: los secretos de las zonas azules disponible en Netflix. Tanto es así que, según Buettner, dos tercios de la población mundial morirá de forma prematura debido a una enfermedad que se podría evitar.
La obesidad, la diabetes y la demencia, entre otros, son bastante más letales de lo que se pensaba. De hecho, en Catalunya, la esperanza de vida es un indicador que ha disminuido desde 2017, igual que en Europa o Estados Unidos, donde, por primera vez en un siglo, la tasa se encuentra a la baja. "No tenemos que prevenir la muerte; tenemos que aprender a vivir", señala el investigador.
Buettner: "No tenemos que prevenir la muerte; tenemos que aprender a vivir"
Las zonas azules: ¿dónde existe una mayor longevidad?
Y es que hay cinco zonas en el planeta conocidas como las zonas azules, donde la población es especialista en saber vivir: LomaLinda (California), Icaria (Grecia), Nuoro (Cerdeña), Nicoya (Costa Rica) y Okinawa (Japón). Esta última, de hecho, a unos 1.450 kilómetros del sur de Tokyo, es considerada "la tierra de los inmortales": con 81 personas centenarias por cada 100.000 habitantes, Okinawa es la ciudad que dispone de la población más longeva de la historia. Teniendo en cuenta que, en Catalunya, con la misma referencia, la cifra es de 32 centenarios por cada 100.000 habitantes, hay muchos catalanes que se preguntan: "¿Cómo lo hacen los japoneses?".
En Catalunya hay 32 centenarios por cada 100.000 habitantes
Como es de esperar, pocas similitudes podemos encontrar entre el estilo de vida en Barcelona y el Hawái japonés. Esto puede explicar que la población nipona disponga de unos índices de diabetes muy bajos, una tasa de enfermedades de corazón hasta cinco veces menor y muy poca demencia, lo cual permite a los mayores vivir una vida "activa, intensa y feliz". En este sentido, Buettner destaca que la conclusión "más relevante" es que, en Okinawa, la población "vive más tiempo sin esforzarse".
"Reír te hace vivir más"
"Disfruta, no te enfades, diviértete, haz feliz a tu entorno. Reír te hace vivir más". Estas son las palabras de la señoraUmeto, una mujer japonesa que sabe lo qué es superar la barrera de los 100 años cantando, bailando y tocando el banjo. Es más que posible que las preocupaciones de la población europea difieran mucho respecto de las de la señora Umeto, quien, seguramente, no sabe que es un iPhone. Pero, de este modo, ella ha conseguido vivir más de un siglo poseyendo algo muy perseguido: la felicidad.
La dieta: clave para una vida más duradera
Donde sí que existe una diferencia abismal, y probablemente se encuentra la clave para vivir más de 100 años, es en la dieta: los productos lácteos, los huevos, la carne y el pescado no superan el 1% de su ingesta calórica. Después de las legumbres (6%) y el arroz (12%), hay un alimento que representa el 67% de la dieta: el beniimo, el boniato de Japón. Se trata de un alimento muy popular en el territorio japonés, al resistir los tifones, pero sobre todo, por sus propiedades nutricionales. Es un alimento lleno de carbohidratos, fibra y activos antioxidantes.
Además del boniato, existen otros ingredientes muy populares en Okinawa, como por ejemplo el melón amargo, que reduce el azúcar en sangre -hecho que explica los bajos índices de diabetes-, o el tofu, que se obtiene a partir de la soja. Este alimento reduce el colesterol y, por lo tanto, las probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas. "Incluso, puede retrasar la aparición de determinados cánceres", apunta Buettner, quien destaca que los japoneses "nunca comen hasta acabar llenos".
La obesidad causa cerca de 3 millones de muertos anualmente a escala mundial
No sé hasta qué punto estamos preparados para basar nuestra dieta en el boniato. Aun así, muy probablemente no es necesario, como sí que lo es saber qué no comer. Es una cuestión que reduciría sustancialmente la tasa de obesidad y sobrepeso que, en Catalunya, entre las personas de 18 y 74 años se sitúa en el 50%, y a escala mundial causa cerca de 3 millones de muertos anualmente.
Encontrar el equilibrio en la actividad física
La actividad física es, efectivamente, otro factor diferencial. En general, esta se asocia con salir a correr o ir al gimnasio, muy lejos de la percepción japonesa. "En las casas de Okinawa no hay muchos muebles más allá de una mesa baja y un tatami", explica Buettner, quien añade que, por lo tanto, los habitantes se sientan en el suelo: "He visto a una persona de 103 años sentarse y levantarse 30 veces al día. Esto son 30 sentadillas".
De este modo, la población desarrolla unos músculos que todo el mundo que destina demasiado tiempo a estar sentado no. Un fuerte abdomen y una desarrollada parte inferior del cuerpo proporcionan equilibrio, un elemento muy ligado a la longevidad: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), las caídas son la segunda causa de muerte externa -no natural- en España. Finalmente, cuidar el jardín es también una actividad que mantiene en una buena forma la población mayor de Okinawa: mantener el cuerpo -y la mente- ocupado quitando las malas hierbas, regando, o cosechando frutas y verduras supone entre una y dos horas de actividad física diaria.
El Ikigai: el porqué de nuestra existencia
Así, la salud mental, la alimentación y la actividad física son los tres ingredientes de una vida más saludable -y longeva- para la ciudad de referencia a escala mundial en este ámbito. De este modo, sus habitantes pueden perseguir un concepto que se ha popularizado a escala mundial y, cada vez más, se está incorporando en nuestra cultura: el Ikigai, el propósito o misión individual de cada ciudadano, que le otorga un valor a la sociedad. Habitantes de Okinawa afirman que este es el "factor principal" de la salud espiritual de los centenarios: "Si perdemos nuestro Ikigai, morimos".