Tenemos al caer unas nuevas elecciones en Catalunya el próximo día 12 de mayo y lo más curioso es que nadie acaba de entender por qué se convocan de forma tan anticipada. Ninguno de los partidos mayoritarios ha sido capaz de explicar de una forma entendedora las causas de esta precipitación, pero en cualquier caso, la ciudadanía y el conjunto de la sociedad vuelve a ser la castigada por la parada de la acción del Parlamento y por su impacto en el gobierno central. Parecería más lógico que el mandato durara cuatro años de forma obligatoria sin capacidad de anticipar elecciones como pasa en el mundo local, pero como ya sabemos todos, es el precio a pagar por la incapacidad de llegar a un consenso para hacer una ley electoral catalana... en 40 años.
No acabar los mandatos supone siempre el reconocimiento del fracaso de la clase política de llegar a acuerdos, supone generar unos costes directos del proceso electoral e indirectos como lo son los costes de oportunidad de la no gestión así como el cansancio de la ciudadanía que pierde la fe en el sistema político y, en los momentos que vivimos, esto es un lujo que no nos podemos permitir.
No acabar los mandatos supone siempre el reconocimiento del fracaso de la clase política de llegar a acuerdos y genera unos costes directos e indirectos a la ciudadanía
Sin embargo, las campañas electorales tendrían que servir para recoger y plasmar en los programas electorales las propuestas que la ciudadanía y los expertos hacen llegar a los partidos políticos de forma constante y no una carrera desesperada para ver cómo se llenan de propuestas estos programas en pocos días. Dicho esto creo que, a estas alturas, de la vida política podríamos identificar los principales ejes que preocupan al empresariado y que después de muchos años continúan sin resolverse. Los deberes se nos acumulan, los problemas latentes en nuestra sociedad no paran de crecer y solo sabemos remendar cuando no queda más remedio. El coste de procrastinar es inmenso y si no cambia la mirada de cómo afrontarlo, no nos saldremos. La tarea es ingente y ningún partido político de forma solitaria podrá hacerlo. Solo un acuerdo entre una gran mayoría de fuerzas políticas podrá resolverlo y esto supone una mirada generosa, valiente y de largo alcance.
Repasamos algunos temas críticos empresariales que, pasadas las elecciones, se tendrían que consensuar de forma amplia:
El modelo de enseñanza catalana. Un modelo bastante exitoso en el pasado se ha ido devaluando especialmente en la escuela pública. No hay que esperar a los informes PISA para verlo, con una infrafinanciación en la escuela concertada clamorosa que rompe con el principio constitucional de la gratuidad de la enseñanza. Nos queda mucho por hacer para reducir el 14% de abandono escolar y mejorar la formación profesional.
Un modelo migratorio catalán propio para responder a nuestras necesidades sociales y económicas. Poder hacer una selección en origen adecuada, agilizar las tramitaciones, regular los accesos, hacer planes de acogida integrales y crear una Conselleria d'Immigració (en lugar de la actual Dirección general) serían imprescindibles, tanto por motivos demográficos y económicos como de integración.
El gasto público supone el 47,5% del PIB español y se genera en un ámbito de muy baja productividad respecto al sector privado
Una reforma de la administración pública y de simplificación administrativa seria es urgente. Lo reconoce todo el mundo, desde los mismos funcionarios como el conjunto de la ciudadanía. El gasto público supone el 47,5% del PIB español y se genera en un ámbito de muy baja productividad respecto al sector privado. Pese a los escasos datos comparables que disponemos, sí sabemos que en el sector público se trabaja un 15% menos que en el sector privado con un absentismo laboral descontrolado que roza el 20%. Ninguna empresa privada podría sobrevivir con estas cifras.
El análisis y las propuestas de lo que habría que hacer ya están muy detalladas en el documento que ha hecho el Foro de Entidades para la Reforma de la Administración Pública. Urgen los silencios administrativos positivos ante las demoras en las aprobaciones de licencias que superan los 365 días.
Respecto al modelo territorial y las infraestructuras por religarlo, tenemos muchos deberes pendientes. Las veguerías paradas en el Constitucional no tienen que parar alternativas potentes como propone Fem Vallès, sobre una articulación neuronal metropolitana de los ejes territoriales económicos del país conectados con una malla ferroviaria y con autobuses de última milla. No podemos olvidar el sistema aeroportuario catalán que clama al cielo en el retraso para definir un modelo que no ahogue al aeropuerto del Prat y respete el entorno, potenciando los aeropuertos de Reus y Girona.
La transición energética y la sostenibilidad continúan siendo una asignatura pendiente en el país Nimby (acrónimo inglés que significa Not in my back yard, "no en mi patio"- en el que nos hemos convertido. No a todo, una batalla cultural nihilista que ni preserva ni crea valor sino todo el contrario, paraliza y ahoga nuestra sostenibilidad y la suficiencia energética que precisamos. El marco jurídico actual ha creado una telaraña que hace inviable muchas iniciativas que genera el país. De poder ser líderes a tener que importar energía y tecnología verde.
El marco jurídico actual ha creado una telaraña que hace inviable muchas iniciativas que genera el país
Sobre el modelo económico que necesitamos, pese al gran consenso para desarrollar una economía industrial que arrastre al conjunto de la economía, de facto el PIB industrial catalán no arranca y continuamos creciendo en servicios de poco valor añadido intensivo en mano de obra de baja calificación que nos impacta en el modelo migratorio y de bienestar general.
Catalunya tiene en estos momentos muchos grupos de trabajo definiendo las propuestas del país que necesitamos y queremos en el ámbito económico, nacidos en entornos diferentes: patronales como Cecot o Foment del Treball, cámaras de comercio, colegios profesionales, grupos de expertos, etc. Mucho talento trabajando en propuestas que coinciden en un 90% en un marco de desorientación política y social, pero desgraciadamente todo este potencial de la sociedad civil se desvanecerá si no se articula con una unidad de acción. Viajo a menudo a Madrid y, a diferencia de , Catalunya, ahí no soy capaz de identificar una sociedad civil organizada propositiva de grandes reformas. Sí que veo unos "cuerpos del estado" organizados y poseedores del verdadero poder con el BOE que, coordinados con los medios de comunicación, marcan el paso de la política del país, pero en Catalunya esta función de marcar el paso la tienen que recuperar las entidades de forma conjunta.
La política es miedosa y, por lo tanto, muy sensible a los movimientos sociales. El desconcierto político necesita que se le hagan llegar propuestas claras y contundentes de hacia dónde se tiene que ir y las entidades económicas tienen una responsabilidad social ineludible. No tengo ninguna duda que tantas entidades con criterio coincidente, si ponen coraje y generosidad en los protagonismos, conseguirán hacer que las fuerzas políticas que salgan de las urnas el 12 de mayo se sienten y forzar grandes pactos de país para hacer las reformas que necesitamos.
¿Quién hará el primer paso?